jueves, 1 de septiembre de 2022

EXITO EN LA VIDA . "Los Triunfadores".

 EL TENER ÉXITO EN LA VIDA NOS CALIFICA COMO:

SER UN TRIUNFADOR O TRIUNFADORA.

 

El  término anterior es el que la sociedad da a ciertas personas en sus  entornos: familiar, profesional, deportivo, y social. A los cuales podemos añadir calificativos como: carismático(a), valioso(a), exitoso(a) Pero, ¿que tratan de expresar realmente?, yo diría que se trata de personas que han realizado esfuerzos, en los que han expresado operativamente sus capacidades, y han demostrado resultados aparente o realmente buenos en lo exterior, lo visible, lo medible humanamente, y que han logrado una comunicación y un trato de calidad con los demás. Pueden agregarse a esto características personales como la simpatía personal, la apariencia física, el buen gusto, las maneras elegantes, la forma de vestir y el arreglo personal, el tono de voz amable, la mirada franca, y una disposición fácil, simpática,  en el trato con las otras personas. Y algo en estos casos de mucha importancia, es la habilidad para hacer dinero, y hacerlo, ser rico y saber gastar hábilmente lo que gana, haciendo de esta situación económica favorable, buen uso del dinero en el mantenimiento de una vida familiar, social y profesional adecuadas a las circunstancias de cada caso. Lo más destacado es: tener prestigio, una casa habitación en lugar preferente y elegante, los hijos atendiendo a escuela  de prestigio, en el caso de los hombres, tener a la señora de la casa con ayuda suficiente en su hogar, automóviles modernos, muy buena ropa, ella, asidua al salón de belleza, y otras instancias que le cuidan piel, cabello, uñas, cejas pestañas etc. va la Spa, al Gym, al café con las amigas y de compras muy seguido, pues ella y los hijos deben de estar a la moda, siempre. Y en el caso de los hombres, algo  parecido, club de tenis, golf, ecuestre, o  yatecito, etc..

Las personas, hombres o mujeres que lo logran son considerados de acuerdo con los términos del inicio de este papel.  Sin embargo esto es relativo porque él o la triunfadora, digamos en una pequeña población de un país en vías de desarrollo no es lo mismo que serlo en una ciudad grande de un país desarrollado económicamente. Esta comparación puede parecerse a la de la hormiga con el elefante, toda proporción guardada. No es lo mismo ser el dueño de un próspero negocio en un entorno provinciano, que participar como inversionista importante en un grupo de industrias, negocios globales de servicios e inversiones de tecnología moderna desempeñarse en oficinas enormes en edificios rascacielos en Dubái y Nueva York, de los que incluso se puede ser  parcialmente dueño. Ambos son triunfadores(as) pero, acordes a los diferentes entornos de los que hay que guardar las proporciones .

Veamos el fuero interno de la persona triunfador(a) al que estamos haciendo referencia. Una forma de examinarlo sería examinar cuáles son sus amores. ¿Ama a su cónyuge o ama su apariencia, su imagen ante los demás?, ¿quiere a sus hijos o solo los consiente y busca su éxito personal presente y  futuro?, y en relación a los demás, realmente quisiera que lo que realiza sea de beneficio para el Bien Común o lo que más le interesa en su propio “éxito” personal. Es agradecido y reconoce a todos aquellos que han intervenido en su carrera de éxitos.

Pero veamos al menos dos puntos de vista  diferentes al de la sociedad:

UNO; El buen Aristóteles nos dejó dicho, “somos lo que hacemos repetidamente, la excelencia no es  un acto, es un hábito.

Aquí cabe considerar que se trata de un consejo riquísimo, propio de la inteligencia grandiosa del filósofo, podemos ver al ser humano que conscientemente realiza, de forma permanente y no esporádica, los actos que lo conforman, los cuales o son buenos y conducen a la excelencia o malos y conducen a la perdición del buen prestigio. Pero en el caso de algunos de los “triunfadores” pueden existir muchos factores que nada tienen que ver con el esfuerzo diario, lícito, conveniente, productivo, eficaz, que lleva al ser humano a la excelencia. No se debe confundir por tanto el ser una persona “triunfadora” con ser una persona excelente, aunque la sociedad no la considere con adjetivos. Hay muchísimas personas con esa excelencia, silenciosa, no aparente, íntima, que salva al mundo de la maldad, que guía por buenos senderos a sus familiares. Termino el punto con la aseveración del Estagirita: respecto a la excelencia, nos dejó dicho que no basta saber lo que es sino que es preciso esforzarse en poseerla.

DOS; El buen cristiano, busca el Bien Común y en ello su salvación y la de otros. Aquí es conveniente que recordemos que Dios no nos juzgará por los éxitos obtenidos, y sí por los esfuerzos lícitos, sean o no fructíferos en general, realizados para obtener frutos culturales, morales o económicos, los propios y los de nuestros más cercanos y por supuesto por los éxitos de carácter espiritual que busquemos, para los demás, como para nosotros.

Aquí he considerado hacer mención de dos aspectos de gran importancia que mencionaré en orden cronológico. El primero es la grandiosa enseñanza de San Josemaría sobre la santificación de la vida ordinaria, en el trabajo profesional, en la vida familiar, en lo social, etc. y la segunda, las ventajas espirituales de quienes se santifican, santifican a los demás y santifican su propia actividad, por supuesto de manera continua, esforzada, logrará el triunfo mayor al que la persona humana puede y debe aspirar, el trascender a la otra vida, a su salvación eterna. El segundo aspecto es el de la enseñanza de la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA, GAUDETE ET EXULTATE, que nos invita entre muchas otras enseñanzas a obtener la santidad accesible a todas las personas, refiriéndose a la Iglesia militante, o sea a todos los bautizados vivos, con uso de razón. La santidad nos dice el Papa Francisco, es vivir en unión con Cristo, siendo nuestra misión de ayuda a los demás, conviviendo con los otros, sin rechazar el trabajo, ni el servicio dentro de la sociedad.

 

 Visto bien no hay nada que dé más felicidad, que sea más fecundo para el fuero interno, del ser humano que el darse a sí mismo, que el vivir sirviendo a los demás, es mucho más enriquecedor que dar  “cosas”, no es que sea ello algo malo, llevado a cabo con el orden adecuado y enseñando al dar, el buen uso, el más más conveniente, de dar a las “cosas”. Si se actúa conscientemente, o sea consultando nuestra conciencia, encontraremos allí los debidos razonamientos que el Espíritu Santo nos comunica.

Jorge Casas y Sánchez.

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