lunes, 28 de marzo de 2022

VIRTUD TEOLOGAL DE LA ESPERANZA

 

  VIRTUD TEOLOGAL DE LA ESPERANZA.

Podemos comenzar por las definiciones de lo  que vamos a tratar, a la virtud en general la consideramos como la actitud existencial que forma parte de nuestra estructura mental en cuanto a su aplicación a nuestras formas de: actuar, juzgar, de apreciar la belleza, bondad, justicia, etc. delante de  nuestra vida ética y moral y consideramos sus opuestos, a los que calificamos de vicios. Los clásicos, con toda razón mencionan cuatro VIRTUDES CAPITALES HUMANAS, prudencia, justicia, fortaleza y templanza, siendo estas las virtudes necesarísimas para ser personas que al vivirlas en su praxis nos convierten en personas de buena voluntad, y las adquirimos al ser educados y auto-educados.

En cuanto a LAS VIRTUDES TEOLOGALES, al referirnos a ellas no podemos sino considerar que son infusas, en el Sacramento del Bautismo, nos son infundidas por Dios, que  Él, además las da a los hombres como dones que podemos admitir y vivirlas prácticamente, o rechazarlas, y privarnos de su extraordinario valor existencial. Son: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Forman parte de nuestra conciencia. Toda estructura mental humana sin distinción de época, lugar, raza, cultura, se da en la conciencia de los hombres que las admiten, y así gozan de sus incomparables beneficios. Esto nos lo demuestra la historia, al contemplar al hombre en busca de una o varias divinidades, es fe. El respeto a sus muertos, sus diversas maneras de entierros, y respeto de sus tumbas, En algunas culturas como la egipcia con espectaculares muestras. Nos muestran que había una esperanza, y al llevarlo a cabo, sin duda lo hacían por caridad, amor a sus difuntos. Además a los católicos la infusión bautismal de estas nos refuerzan de una manera muy abundante, al proceder del Sacramento. La Revelación Cristiana, s la que les dará el rango de teologales.

Vistas estas seis virtudes, podemos dar la definición clásica de virtud:” HÁBITO OPERATIVO BUENO”.  Por lo que es de esperarse que sean hábitos que se repiten en  multitud de ocasiones, y son parte de nuestras más íntimas convicciones. Las virtudes son muchísimas, sería fuera de lugar tratar de hacer aquí un listado, pero si me permito mencionar algunas más, como ejemplos, tanto de virtudes morales como simplemente humanas, el criterio personal sabrá cuales pertenecen a cada una de estas dos clasificaciones. Desde luego hay varias maneras de clasificarlas adicionalmente, las virtudes son estas: generosidad, mansedumbre, bonhomía, paciencia, humildad, sabiduría, perdón, gratitud, perseverancia, respeto, higiene, educación, constancia, y un largo etc.

 LA ESPERANZA, en tanto Teologal, (porque hay una esperanza humana) que es de la que trataremos hoy,  consiste en la plena certeza que tenemos de que recibiremos los bienes prometidos, por Jesucristo al ser nuestra actitud la de católicos obedientes a la voluntad divina, lo que nos  proporciona la expectativa de la salvación eterna    al actuar con la libertad que nos proporciona la omnipotencia divina, su bondad y el auxilio de su  gracia.  Pues contamos con la certeza de que Dios siempre cumple sus promesas, y su justicia  es de una perfección absoluta.

Esta virtud teologal de la Esperanza es consoladora en el dolor, en los casos en que los sufrimientos necesitan que se  nos proporcione la paz en nuestro corazón, es lucha en contra de la idea de que el cielo de la vida eterna es algo muy lejano, veamos algunos ejemplos de cómo se ha vivido la Esperanza: Moisés se mantuvo y a ayudó a su pueblo, durante 40 años de peregrinación por el desierto, esperó poder controlar la fragilidad de muchos y en años por venir. En nosotros actúa esta virtud ante nuestros grandes problemas. Sin ella ¿cómo podríamos aguantar las situaciones verdaderamente difíciles?

Mucho nos preocupamos por la Fe y la Caridad, a la Esperanza la tenemos un poco olvidada y es la que nos mantiene alerta ante las vicisitudes de la vida, con ella vencemos el miedo a la condenación y sabemos que las promesas de Dios siempre se cumplen. Abraham vivió de la esperanza en múltiples formas su esperanza reforzó su Fe y su Caridad, sus muestras de la invencible y grandiosa Esperanza en Dios, la vemos en multitud de casos y actitudes, baste recordar el sacrificio de su propio hijo, que estaba decidido a realizar, solo una enorme Esperanza en Dios, motivaba sus acciones. Y así lo llevó toda su larga vida.

Jesucristo es maestro en Esperanza, ejemplos como el  de su agonía de Getsemaní, toda su vida de entrega a la voluntad del Padre, la formación de los Apóstoles, fundación de su Iglesia, la intensidad de su predicación, la institución de los Sacramentos, todos son hechos que se fundaban en la salvación de muchos, la Esperanza Divina en Él, fue su motivación, además a sabiendas de que los hombres practicamos esa virtud.

La Virgen y su Esperanza vivida es una muestra incomparable de vida de esperanza en Dios, tantos acontecimientos en los que su vida transcurrió, que nos pueden dar lugar a meditaciones sobre ello. Y José su castísimo esposo, el hombre de las soluciones, nos es también ejemplo de Esperanza al igual que innumerables casos como los que nos han dejado san Pedro y san Pablo.

La Esperanza nos da felicidad, tranquiliza nuestra alma cuando nos entregamos al Señor, con amor, con sencillez.  Es sin duda parte de su misericordia, aliento que recibimos para servir a su Iglesia, como esta quiere ser servida. Iglesia que es  la nuestra también y somos de ella.

 Sin Fe no puede haber Esperanza y el ejercicio de esta  es parte de nuestra Caridad, he allí la unión de las tres inseparables virtudes teologales. Cuya base es la Fe operativa, siendo la Caridad y la Esperanza operativas también. San Josemaría, nos anima con su santa visión a echar mano de la Esperanza a la hora de las tentaciones, los obstáculos, etc. (Camino 12 – 139 y muchos puntos mas.

Para terminar hoy veamos lo que se nos dice de acuerdo al: CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA  La Esperanza es la virtud teologal, por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo”.

Pidamos a Jesucristo y a la Santísima Virgen que nos auxilien para vivir cristianamente, la entrega que la vocación nos exige, que nos ha sido dada y nos sigue incrementando Dios Padre,  esta virtud teologal.    (JCS.)

martes, 22 de marzo de 2022

PARA PARTICIPAR MEJOR EN LA SANTA MISA.

 

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 Para participar mejor en la Santa Misa.

PARA PARTICIPAR MEJOR DE LA SANTA MISA. (Conviene utilizarlo en varias celebraciones, hasta obtener mejor participación, o examinarlo previo a la Celebración).

La Santa Misa es el centro, debe ser el centro, de toda la vida cristiana. De la vida propia de cada uno de nosotros, esta es  una realidad, que no es fácil de comprender a primera vista, pero que a través de vivir cada Santa Misa en la que participamos, y ayudados con la profunda meditación de lo que sucede en cada una de las celebraciones de la Santa Misa, sin importar si es celebrada en la austeridad de una alejada ermita, presidida por un humilde sacerdote solitario, o si se lleva a cabo con la participación de un grupo de Cardenales, con el Santo Padre al frente, en la celebración grandiosa de un acontecimiento religioso en la Basílica del Vaticano, o en alguna gran Catedral, acompañada de grandes coros, orquesta sinfónica, y multitud de sacramentales, ropajes y ornamentos litúrgicos, pantallas muy grande, equipos sofisticados de sonido, etc. en su milagrosa realidad es en todas sus celebraciones: la conmemoración incruenta del Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, es la acción con la que Dios Padre santifica al mundo en Cristo. Culto en el que los hombres adoramos a Dios, Trinidad Santa en su Iglesia y, en todos los casos el de la ermita o el del gran templo, la celebración es de un valor infinito.

 Es, y esto es de gran importancia la más suprema muestra del amor que Jesucristo nos tiene desde la eternidad, cuando por su inconmensurable poder trinitario se ofrece en el Sacramento Eucarístico, que es el milagro que realiza al convertir las especies en su Cuerpo y Sangre, (Transubstanciación) o sea en Él Mismo, con toda su Divinidad su Humanidad, su Alma Humana, su Cuerpo y su Sangre, derramada por nuestros pecados personales de cada uno de nosotros, sin excepción, para quedarse, para estar en nosotros, para abarcarnos con su Gracia Salvífica, en su presencia trinitaria.

Con esto en consideración, veamos lo que es más indicado para nuestra participación:

Conviene, por respeto y muestra de amor a Dios llegar unos minutos antes del comienzo la celebración a modo de participar fervorosamente con nuestra Fe, Esperanza y Caridad, que se alimentarán en la propia celebración. Es de gran ayuda el uso del misal para mejor seguimiento y comprensión de las lecturas. O el haberlas leído y meditado antes de la celebración.

El pueblo es convocado, y el sacerdote preside, actuando en la persona de Cristo y celebrando su Sacrificio Eucarístico. Por lo que Jesucristo está real y verdaderamente presente, de manera sustancial y permanente en las especies consagradas.

La Misa consta de dos partes con sus ritos, tan estrechamente unidos que forman una sola liturgia, son: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística.

  RITO INICIAL. (Antífona de entrada). Todos nos santiguamos, el sacerdote nos desea: EL SEÑOR ESTÉ CON USTEDES,  a lo que contestamos, deseándole lo mismo. Tiene lugar el acto penitencial, y el rezo del Yo Pecador, en el que nos reconocemos pecadores y pedimos arrepentidos y con dolor el perdón de nuestras faltas. Se nos perdonan los pecados veniales. (los pecados mortales solo se perdonan con el Sacramento de la Confesión), para obtener el estado de gracia y poder comulgar.

GLORIA, Se reza en  las Misas de precepto y dominicales. Venerable oración a la Santísima Trinidad, con la que concluye el rito inicial. Y nos sentamos.

COLECTA, El sacerdote invita a orar, y todos por un momento tomamos conciencia de estar en la presencia de Dios, el sacerdote dice dicha oración Colecta.

LITURGIA DE LA PALABRA. Las lecturas son lo que Dios nos comunica a través de las Escrituras,   merecen nuestra mejor atención. Se trata de lecturas orantes que con la homilía del sacerdote se comprenden mejor. Empiezan con la oración del sacerdote llamada Plegaria Eucarística, a la que se han añadido las oraciones Colecta y Sobre las Ofrendas.

Por el carácter comunitario de la celebración, los  del pueblo participan en las lecturas y el salmo responsorial.

Antes de  que sean proclamadas,  el Sacerdote  realiza las Oraciones Secretas, y los fieles en voz muy baja pedimos que Dios penetre, con su palabra, nuestro corazón y entendimiento.

El canto es muy importante, y recomendado en las Misas dominicales y de precepto. Es en los Salmos en el Aleluya y en el resto de la liturgia, la expresión del gozo de nuestro espíritu, se alienta a que haya coros en los templos, sin afán de espectáculo, sino con la devoción propia del caso, dando preferencia a la tradición cristiana, sobre la moda en la manera de cantar.

EL EVANGELIO es el culmen de la Liturgia de la Palabra, lo escuchamos con suma veneración, en tanto reconocemos y proclamamos la presencia de Jesucristo, que nos habla. Así mismo veneramos al libro Evangeliario.

 HOMILIA. Es parte de la Liturgia de la Palabra, muy importante y recomendable en tanto necesaria como alimento de la vida cristiana.

PROFESIÓN DE FE (CREDO). Se reza en las Misas dominicales y de precepto, usualmente es proclamado por la feligresía o puede ser contestatario a preguntas del celebrante.

ORACIÓN UNIVERSAL. Es la oración de los fieles, a la que contestamos como acto de fe, se ofrecen fórmulas salvíficas universales.

LITURGIA EUCARÍSTICA. Ofertorio. Se llevan al altar los dones que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El sacerdote dice lo  que son, pide con humildad todo  lo que va  a ofrecer, como en la última cena con  sus apóstoles en que Cristo instituyó el Sacrificio y Banquete Pascual, lo hace representándolo, como lo quiso Él,  y pidió  a sus apóstoles que lo hicieran en conmemoración suya. El sacerdote se  lava las manos, con este rito se expresa su deseo de purificación interior.

Oración sobre las ofrendas, tiene por objeto recomendar a Dios los dones presentes en el altar y pedirle los bendiga y acepte como ofrecidos que son por la Iglesia, por el Papa, el Obispo y todos los fieles.

PREFACIO, Es el inicio de la Oración Eucarística, el sacerdote invita: “levantemos el corazón” y termina con el Santo, Santo, Santo.

PLEGARIA EUCARÍSTICA. Nota: puede tener lugar la procesión de algunos fieles con las ofertas, las que recibe el sacerdote en el presbiterio  y los lleva al altar.

También se pueden incensar los dones.

Es el culmen de toda la celebración, el sacerdote se dirige a Dios Padre, por medio de Jesucristo y el Espíritu Santo, en nombre de toda la comunidad. Debemos escucharla con la mayor devoción.

 El sacerdote con las manos extendidas nos invita a pedirle a Dios Padre, que por mediación de su hijo Jesucristo acepte los dones que se ofrecen por la Iglesia, por el Papa, por el Obispo, los fieles y alguna petición extraordinaria, por la unidad, por la paz, etc.

El sacerdote ofrece y recibe de los fieles (mío y vuestro) sus peticiones. Dar y recibir, no estamos como simples espectadores sino como participantes.

Pide nuestra oración, -“orad hermanos”- contestamos: -“que el Señor reciba de tus manos…”- Nos recuerda que pidamos por los vivos, (memento de vivos).

El sacerdote ora a Dios Padre, pidiendo que convierta las especies (pan y vino) en su cuerpo y en su sangre y pronuncia las palabras del ritual: En la confección mezcla unas gotas de agua al vino, el vino representa a Jesucristo estable y grandioso el agua a los hombres, unidos a Él, en amor.

Cristo tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, el sacerdote pronuncia las palabras de Jesucristo en la Ultima Cena con sus apóstoles acorde a las propias palabras que el Señor pronunció.

Es así como se realiza el MILAGRO EUCARÍSTICO que llamamos LA TRANSUBSTANCIACIÓN, el sacerdote eleva primero el Cuerpo,  después el Cáliz con la Sangre  de Nuestro Señor Jesucristo, ADORÁNDOLO ÉL Y PARA QUE NOSOTROS Lo ADOREMOS. TAMBIÉN, a partir de ese momento Jesucristo está real y verdaderamente presente, Cristo vivo, glorioso, sacramentado en el altar, recordamos a nuestros seres queridos que han pasado a la otra vida, rogando a Dios por su salvación, (memento de difuntos).

 En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra salvífica. Por la fracción del Pan Consagrado, y por la Comunión de los fieles, por muchos que seamos recibimos todos el Cuerpo, y de un solo cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo que sus apóstoles lo recibieron de sus propias manos.

Los elementos de que consta esta plegaria son :

.- Acción de gracias, aclamación que culmina con el Santo, Santo…,

.-Epíclesis, que implora la consagración al Espíritu Santo, Narración de la Institución, y Consagración.

.- Anámnesis que realiza el memorial de la Pasión, Resurrección y Ascensión, de Cristo.

.- Oblación que la Iglesia en especial la reunida aquí, ofrece al Padre, en este memorial, en el Espíritu Santo, la víctima inmaculada y a nosotros mismos.

.- Intercesiones, la celebración incluye a la Iglesia terrena y celeste, con todos sus miembros vivos y difuntos.

.-Doxología final, Expresa la glorificación de Dios, concluye con el Amén.

 . Oración que pide, entre otras cosas, el pan, que implica en primer lugar el Pan Eucarístico, y el cotidiano, alimento para todos los hombres de la tierra, especialmente los pobres que carecen de este.

FRACCIÓN DEL PAN. Es sacerdote parte el Pan eucarístico,  Se reza o canta el Cordero de Dios. Cristo en la última cena, partió el pan, este gesto se imita, significando que siendo muchos, comulgamos de un solo Pan de vida, que es Cristo resucitado. Se reza o canta el Cordero de Dios…

 

 RITO DE LA COMUIÓN. . . Oración que pide, entre otras cosas, el pan, que implica en primer lugar el Pan Eucarístico, y también el cotidiano, alimento para todos los hombres de la tierra, especialmente los pobres que carecen de este. Convite pascual en el que Cristo se nos ofrece Él mismo como alimento espiritual, la Gracia Santificante se nos otorga en forma superabundante, conviene, según mandato del Señor, que su Cuerpo y su Sangre, sean recibidos por los fieles que estén en Estado de Gracia. Solo deben comulgar los que estén en Estado de Gracia.  Rezamos o cantamos comunitariamente EL PADRENUESTRO, a cuyo término el sacerdote solo reza la oración complementaria, y solo al final de esta decimos todos: amén.

 El significado de la fracción del Pan Eucarístico es del sufrimiento de Cristo al ser lastimadas sus carnes nobilísimas. A continuación se reza o canta el CORDERO DE DIOS  QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO, el sacerdote muestra para su adoración el Cuerpo de Cristo, invitándonos al banquete de Cristo---este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo--- a lo que contestamos con la mención evangélica del centurión---Señor yo no soy digno de que entres en mi casa……(no digna).

Comulga el sacerdote, y se da la comunión a los fieles. Es momento de recogimiento, y agradecimiento al Señor. El sacerdote pronuncia la oración de después de la Comunión, pidiendo que se obtengan los frutos del misterio celebrado. Se dan gracias por la Gracia Santificante recibida por el Sacramento. Se trata de la Comunión de los Santos, que por virtud de la presencia real y verdadera de Cristo en la Comunión nos une al Magisterio, incluido el Santo Padre, a todos los clérigos y a los seglares que lo hayan realizado. Siendo además in-habitación trinitaria en cada uno de nosotros. No debemos de perder la capacidad de asombro ante la magnitud del Sacramento, y meditar en este profundamente.

RITO DE CONCLUSIÓN. Consta de los avisos, si los hay. El sacerdote extendiendo las manos a los fieles dice, “el Señor esté con ustedes”, a lo que contestamos: y con tu espíritu, y nos da la Bendición, recordamos a nuestra Madre la Virgen con una Salve  o Ave María, después nos despide, para que vayamos a realizar nuestras honestas actividades.

Compiló: JCS.                                                                        

miércoles, 16 de marzo de 2022

SIEMPRE LA VERDAD

   SIEMPRE LA VERDAD.

Los católicos tenemos que ser incansables buscadores de la verdad, en todos y cada uno de los temas de nuestra existencia, lo que nos lleva al conocimiento de las falsedades, equivocaciones o mentiras de relevancia, en el sentido de que afectan a la forma de pensar de muchos. En cambio todo lo dirigido a diseminar las grandes verdades de nuestra existencia, ayuda a las personas a darle sentido: a su manera de pensar,  a sus acciones, y por lo tanto a su vida. La pregunta que de inmediato surge es, ¿Por qué los católicos son los que más conocen de las grandes verdades de nuestra existencia? Y la respuesta es, porque conocemos tanto como nos es posible la Divina Revelación. No creo que sea en balde que aquí recordemos lo que es la verdad, de ella se dice que es cuando lo que se piensa de algo es compatible con la realidad, y su contrario que es la equivocación o la mentira, es lo que no coincide entre lo que se piensa y lo que la realidad es. Y como lo que pensamos no cambia la realidad, si coincide es verdad y si no es mentira. Pues la verdad siempre es objetiva y los sujetos al ser subjetivos tenemos opiniones que pueden ser verdad o no. El catolicismo tiene la enorme, incomparable, REVELACIÓN DIVINA, de allí que al pensar, creer, acordes con esta, estamos en la verdad, y es por ello que sabemos con la más absoluta certeza, lo que la persona humana es: compuesto de cuerpo material y alma espiritual.

 Ahora bien las verdades no solo se encuentran en las áreas de la teología, la doctrina, antropología filosófica, catequesis; las hay en todas las ciencias humanas. Y algunas son verdaderamente asombrosas, tan solo pensemos en las enseñanzas verdaderas de la astronomía, la medicina, la química, la física, la historia,  la filosofía, etc., que no pertenecen a la Revelación, sino a las capacidades intelectivas de hombres sabios. O sea que haciendo una gran división se puede decir que las verdades están contenidas en dos grandes apartados, las verdades reveladas, y las verdades aprehendidas. Y en ambos casos el hombre debe tender a conocerlas sin confusión, las reveladas, por todos los hombres de buena voluntad, y las aprehendidas, en su quehacer profesional, su pasión por la cultura, o necesidades específicas, de todas las personas. Pero siempre con el afán de que sea la verdad la que predomine en los conocimientos. Y en este campo que por pertenecer a la razón humana puede y de hecho varía con constancia, pues el genio humano va descubriendo nuevos aspectos de las realidades, mientras que el conocimiento revelado no cambia, es inamovible, por venir de Dios, lo que nos sucede es que la ciencia teológica avanza en el conocimiento más profundo de la Revelación Divina. Es por ello que vivimos pendientes de Magisterio de la Iglesia.

Aquí es conveniente que razonemos un poco sobre la fe. Y lo primero que se nos presenta es que hay una “fe divina” religiosa, católica cristiana que por ser inmutable la Revelación, de la que proviene, a la que se enfoca totalmente, nos produce una fe que comparte sus características. Por el contrario la “fe humana” en las cuestiones de las ciencias y teorías humanas en general, muchas veces cambia, por lo que aquello que ayer se consideraba verdad, hoy se sabe que no era compatible con la realidad y los nuevos conocimientos, descubrimientos, investigaciones e incluso casualidades nos señalan nuevas convicciones que consideramos verdaderas. Por lo tanto, dado que las verdades de la Revelación son inmutables, puras, eternas, siempre han sido, son y serán verdades absolutas. Por el contrario no todas las verdades científicas lo son, esto lo vemos claramente en los cambios que el progreso va proporcionando al hombre debido a nuevos conocimientos.

 En materia de Fe y Revelación Divina es conveniente conocerlas con precisión, para no caer en el error personal, porque la Fe es esta virtud teológica, que nos es donada por DIOS, pero que la podemos rechazar, modificar en lo personal e incluso en lo grupal, lo que es una tontería de necios o en nuestra soberbia humana la podemos interpretar erróneamente en lo personal, por ello tenemos los católicos al Magisterio de la Iglesia como fiel intérprete cuya autoridad proviene de la inspiración maravillosa del único que  todo lo puede, Dios Trio y uno en su Tercera Persona del Espíritu Santo, es así  que nos permite elevarnos hasta intuir y conocer parcialmente a DIOS, es solo Él, quien tiene el poder de darla al Magisterio. Independientemente de esto es que el hombre solo, sin la fe es incapaz de intuir a Dios y tratar de comprenderle. El hombre en su racionalidad de origen, en su conciencia, asume que existe una divinidad superior al yo, pero por desconocimiento de la Revelación Divina, de la que es cumbre Nuestro Señor Jesucristo, se llena de opiniones equivocadas y pensamientos siempre inconclusos, que lo tienen confundido, de allí que haya hombres que inventan religiones (sectas) y tienen seguidores alejados de la verdad. Solo con la transformación que al aceptar la fe verdadera se experimenta, se pueden conocer las verdades, pues esa fe permite creer en lo revelado por DIOS.

La maestra es la Santa Iglesia, dueña de su Magisterio y esta es la gran razón por la que nos debemos de integrar a ella tanto como nos sea posible y con sus enseñanzas iremos conociendo las verdades más importantes de nuestra existencia, tan repetidas, pero tan importantes que no conviene sino recordarlas siempre: de dónde venimos, a donde vamos, porqué existimos, quien nos ha creado, el más allá después de nuestra muerte,  cual es la voluntad divina, para que vivimos, cuerpo material y alma espiritual es lo que somos, lo qué nos constituye, cual es  el sentido de nuestra existencia, como debemos vivir, y muchas verdades más.

Pidamos a la Santísima Virgen, nuestra Madre del Cielo que interceda por nosotros y que el  Espíritu Santo nos ilumine para poseer las grandes verdades de la cristiandad.

viernes, 4 de marzo de 2022

MORALIDAD Y ALMA CRISTIANAS, VALORES.

   MORALIDAD Y ALMA CRISTIANAS.  (Valores)

Cuando el hombre empieza a adquirir la formación cristiana,  por necesidad se tiene que ocupar de su aspecto espiritual,  ya hemos comentado que somos un compuesto,  una unidad de materia y espíritu,  hasta que al término de nuestra existencia terrenal,  se separan,  nuestra alma espiritual de nuestro cuerpo material. De momento nos vamos a ocupar más del aspecto espiritual,  en la inteligencia de que, mientras estamos vivos no hay separación posible,  somos un compuesto. Y las características del alma van a ser nuestro primer tema. Y lo primero que se debe de decir y repetir tantas veces como sea prudente, es que alma espiritual humana es creación única de Dios, o sea que cada una es diferente y singular e irrepetible. Siendo una substancia con la capacidad de subsistir (“per se”), por si misma, o sea separada de la substancia cuerpo, cuando se da la muerte material de este.

Empecemos por diferenciar “conocimiento” de “voluntad”,  conforme el hombre crece va conociendo a través de sus sentidos, y conforme va conociendo va apeteciendo, a veces esta apetencia cuando tiene un atractivo por encima de otros le podemos llamar pasión, esto se basa en que a un conocimiento aplicado a algo que la voluntad nos señala como atractivo, se convierte en sujeto de nuestra preferencia. En otras palabras algo, un objeto,  que el conocimiento nos señala, mueve a nuestra voluntad en forma poderosa y se da el deseo de posesión del cariño, amor, preferencia, amistad,  de cierta persona, u objeto, habilidad, aprendizaje, investigación, comportamiento, valores humanos, económicos, sociales,  conocimiento, etc.                                    

Así es que,  claramente vemos como el juicio intelectual al aplicarse al conocimiento produce, por la libre voluntad el deseo o el rechazo de los valores que vamos conociendo. A la apetencia le llamamos, para establecer diferencias, bienes concupiscibles, cuando son agradables y fáciles de obtener y bienes irascibles a  los que son difíciles de obtener. Los valores morales, acorde a cada personalidad, pueden ser tanto irascibles como concupiscibles, como ejemplo a una cierta persona los valores de la fidelidad o la honradez, le serán fácil de obtener, y a otra le costarán mucho esfuerzo, son por tanto subjetivos. En gran medida esto puede provenir de la educación recibida, de las influencias procedentes del ejemplo materno-paterno-filial, de la personalidad y carácter personales.

Visto lo anterior podemos deducir que los valores en general, son materia importante en la educación familiar, y en especial los valores morales. Lo que no limita el aprendizaje de los valores a través de las experiencias de la vida en sociedad. A estos últimos los podemos definir como  las costumbres  y maneras de comportamiento que las sociedades van transmitiendo a sus miembros, quienes los adquieren por experiencia personal y consisten en el tener la habilidad de distinguir lo bueno de lo malo, lo que conviene conservar y lo que hay que modificar o evitar.

No vamos a tratar de hacer un elenco de valores, son muchísimos, pero como en todo algunos destacan y conviene mencionarlos, haciendo la aclaración que no están estos en departamentos estancos y muchos se pueden considerar como universales. El primer ejemplo es  EL AMOR, y le siguen la justicia, la libertad, la honestidad, la generosidad, fidelidad, los cuales se pueden considerar en cualquier listado de valores, sea familiar, social, de amistad, etc. Pero la gran diferencia está en que los enfoques,  son diferentes. Por ejemplo el valor “libertad”,  tiene puntos de vista distintos en lo moral de lo social, lo moral lo toma como algo con limites espirituales, mientras la sociedad legisla sobre ella. O en el peor de los casos, nos convertimos jueces de nuestro propio actuar con el peligro de caer en “las libertades”, o dicho de otro modo en el “libertinaje”.

El conocimiento de los valores y su  práctica consiste en un constante uso de estos, al proponernos cada día nuestro programa, el  cual siempre resulta una verdadera incógnita, dado que conforme los sucesos se van dando nos enteramos de multitud de detalles que nunca pudimos prever al planear nuestras acciones, lo que requiere que enfrentemos cada paso, cada decisión, cada respuesta, que en su novedad, en su misterio, no pudimos pensar que se nos presentaría, y la mejor reacción a ello, que es lo que esperamos dar, se sustenta en nuestro criterio y este a su vez en nuestros valores. De allí su necesidad, sería deplorable que después de una cierta acción nos dijéramos, -lo hice mal, debió de ser …..- no podemos decir que por muy bien vividos nuestros valores van a convertirnos en seres perfectos, lo que si podemos asegurar es que nos perfeccionan, que nos ayudan a ser mejores., a ser en la comunidad en que vivimos de los que respetamos y llevamos a cabo sus preceptos.

El buen consejo para llevar a cabo una existencia moral, consiste en preocuparse por el sentido ético, y relacionarlo con nuestras creencias de católicos, conociendo por nuestra conciencia bien formada, lo correcto y lo incorrecto sin dejar de considerar sus efectos sobre los demás. Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo y a su santísima Madre, que podamos vivir los bienes irascibles con su ayuda, recordando que solos no podemos.

JCS.