viernes, 20 de marzo de 2015


MUY IMPORTANTE CASO DE LA ARQUIDIOCESIS DE SAN FRANCISCO E.U.A EL ARZOBISPO DE LA

ARQUIDICESIS,  de San Francisco (EEUU), Salvatore Cordileone, decidió pedirles a los maestros

de las escuelas católicas de esa ciudad que firmen una declaración de fidelidad a la doctrina de

la Iglesia en su enseñanza y forma de vida, incluyendo los temas de defensa de la vida y la moral

sexual (como la doctrina de la Iglesia en contra del aborto y la conducta homosexual). Por ello,

ha sido duramente criticado, dentro y fuera de la Iglesia.

El verdadero mensaje que surge por encima del estruendo de condenatorias es uno que, aquellos

de nosotros que estamos en puestos de liderazgo en la Iglesia y en organizaciones de la Iglesia,

debemos considerar cuidadosamente. El Arzobispo de San Francisco (EEUU), Mons. Salvatore

Cordileone, está siendo recriminado severamente no solamente por los críticos de siempre en los

medios de difusión y no solamente por un ayuntamiento, cuya abierta hostilidad hacia la Iglesia

es ampliamente conocida desde hace algún tiempo, sino también por el 80% de los docentes de

las escuelas católicas en su arquidiócesis. Se trata de un grupo de personas que cree que tiene el

derecho de recibir un sueldo por parte de la arquidiócesis donde trabajan y, al mismo tiempo,

oponerse a la misión de esa misma arquidiócesis de evangelizar y enseñar como el Arzobispo lo

considere adecuado.

Quisiera plantear una pregunta a los que creen que estos maestros tienen una postura justificada.

¿Cuántos patronos tolerarían a sus empleados el negarse a apoyar la declaración de misión y de

principios de su compañía? O, para decirlo de otra manera, ¿por qué la Iglesia Católica es la

única institución a la que no se le permite pedirles cuentas a sus empleados y miembros?

Nunca había entendido esa mentalidad. Pero en esta injusta persecución de un hombre muy

bueno estamos viendo una respuesta. La razón por la cual muchos creen que la Iglesia tiene la

obligación única de pasar por alto su propia identidad y doctrina, es porque esa identidad y esa

doctrina son únicas debido a que pertenecen a la Iglesia que Cristo estableció. Muchos resienten

la autoridad legítima. Y el sentirse con el “derecho” a recriminarla por ello que vemos en sus

críticos, aún en algunos de sus propios miembros bautizados, viene de una expectativa que la

misma Iglesia a veces ha creado debido a su propia decisión de dejar de lado la doctrina menos

conveniente, para llevarse bien con una sociedad que se ha vuelto cada vez más auto-destructiva.

De manera que cuando un obispo fiel y un pastor sólido, mirando en derredor a la confusión de

una sociedad que ha rechazado la verdad, la mayoría de las veces porque no la ha escuchado,

decide que es hora de por lo menos comenzar a eliminar la confusión dentro del ámbito de su

autoridad, el infierno mismo se desata con furia

 

La evidencia de la insensatez de transigir con la cultura actual es abrumadora. Compare las cifras

de jóvenes que entran a formar parte de órdenes religiosas cuya prioridad es el Evangelio y que

son fieles al Magisterio, con las cifras de aquellos que entran a formar parte de órdenes cuya

prioridad parece ser un tipo de “justicia” que pasa por alto la dimensión eterna de la persona

humana. Compare las vocaciones sacerdotales de diócesis con una tradición de fidelidad sin

componendas a la Iglesia, con aquellas diócesis cuyas prioridades parecen ser el diálogo político.

Considere el estado de aquellas agencias católicas que creen que pueden ser auténticamente

católicas y, al mismo tiempo, ser financiadas principalmente por un gobierno que también

financia actividades malas que se oponen a la Iglesia. Observe el tamaño de las familias y el

buen estado de los matrimonios que acogen el llamado de la Iglesia a estar abiertos a la vida, y

compárelos con aquellos que fueron mal aconsejados y que piensan equivocadamente que la

anticoncepción es una opción moralmente válida para las familias católicas.

Evidentemente no debemos caer en la trampa de hacer estas comparaciones motivados por el

despecho, sino por una genuina compasión y por un esfuerzo por entender y enfrentar el desafío

actual que aumenta cada vez más.

Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Y sí, tal como dijo el propio Arzobispo, San

Francisco es una reducción al absurdo de nuestra sociedad: una concentración de lo que ocurre

cuando al pecado no solamente se le da la bienvenida, sino cuando incluso es glorificado. Pero se

trata de una diferencia de grado de corrupción moral, no de esencia. La mayoría de nuestras

ciudades (en EEUU) se encuentran en distintas etapas del mismo camino torcido hacia Gomorra.

Y todavía estamos a la espera de la primera evidencia empírica de que la opción de la Iglesia de

transigir con la actual cultura, producirá algo “positivo” más allá de un apretón de manos con un

miembro de la élite social que sonríe satisfecho al ver a una Iglesia doblegada.

Mañana no va a ser más fácil, mis queridos hermanos y hermanas. Muchos que nos consideraban

sus amigos mientras no decíamos nada que ofendiese a nadie – quizás motivados por una

compasión o esperanza de diálogo bien intencionado, pero falso – nos van a odiar. Para los

católicos que han decidido ser fieles al Evangelio y al Magisterio, tanto en su corazón como en

su forma de vida – estos no son tiempos de echarse atrás y refugiarse en una falsa piedad.

Tenemos que estar “allá fuera”, según nuestra vocación y estado de vida. Puede ser que el

Arzobispo Cordileone no haya elegido su actual puesto de estar “tras líneas enemigas”, pero los

fieles también están allí. Y él ha decidido, con valentía y amor, luego de un tiempo de

investigación y consulta, que éste es el momento de clarificarles a aquellos bajo su autoridad

quiénes somos como católicos. Para muchos de ellos que no tenían idea de lo que significa ser

católico o no tenían la voluntad de identificarse con una Iglesia que tiene la entereza de defender

lo que cree, es un momento bastante duro. Pero es un momento cuyo plazo ya se había vencido,

no es para nada injusto.
 
En esta ocasión me ha parecido importante darles a conocer esta situación, para mayor información pueden acceder a: <sfarchidiocese.org/contact> Atentamente Jorge Casas y Sánchez.