lunes, 26 de marzo de 2018

La defensa de la verdad


Me ha parecido muy conveniente por su calidad y autoridad moral, compartirles este artículo. atentamente:
Jorge Casas y Sánchez.

Autor:Eduardo GÓMEZ, escritor 
El hombre no debe ser quien establezca el camino hacia la verdad, dado que la verdad no viene de la mano del hombre, sino de la mano de la Creación, que es muy anterior al hombre. Ergo la verdad no se construye, la verdad se encuentra; para encontrarla, el hombre no debe dar la espalda ni a la religión ni a la ciencia. La leyenda negra acerca de la incompatibilidad de ambas debería haber periclitado, pero la propaganda continúa, no obstante la advertencia de Einstein: "La ciencia sin la religión está coja, la religión sin la ciencia está ciega”. La frase de Einstein venera la existencia de un orden natural de las cosas. Allá donde exista un orden se esconde la verdad. Por contra, donde no hay orden inalterable no hay verdad posible.

La anti-verdad presenta dos caras tiranuelas en la misma moneda: el relativismo y el evolucionismo. Respecto al relativismo, gran enfermedad de nuestros tiempos cuyo virus fue Lutero (al decir aquello de que los Evangelios era algo a libre interpretación del consumidor de Escrituras), Platón y Sócrates lo tenían claro: imposibilitaba el conocimiento y convertía a los pueblos en un totum revolutum ingobernable. En el campo moral, el relativismo queda separado del nihilismo por centímetros: de no haber verdades absolutas so pretexto de las circunstancias, a postular la inexistencia de la verdad, la franja es menos ancha de lo que parece. Lo más preocupante es la dimensión que adquirió ya en el siglo XX, no para volver por los fueros luteranos sino para acometer vuelos más siniestros. La última ponzoña vendida en los mentideros de la verdad tiene por divisa que cada individuo tiene su verdad. O sea, que hay tantas verdades como opiniones o víveres en un supermercado, lo cual va en contra de la propia ontología de la verdad, que nos indica que por naturaleza solo hay una. De modo que, cuando se manifiesta en base a hechos consumados, al arbitrismo se le caen los palos del sombrajo.

Julian Huxley, primer director general de la Unesco y enamorado de Darwin antes que de Dios, aseveró: “Nada hay inmutable ni eterno en ética”. Es decir, que las verdades de la moral podían ir mutando. Bienvenidos al evolucionismo. Si nada hay inmutable en ética significa que esa ética puede ir modificándose en función de nuevos convencimientos. ¿Qué empoderados deben aportar las máximas? Es de suponer que la potestad recaería en el Estado -asesorado por las comunidades científica y educativa- a través del juego de mayorías democráticas. También en esto un antiguo como Sócrates deja en evidencia a toda la recua de posmodernos democratistas al afirmar que no alcanzar un acuerdo sobre ciertas cuestiones no elimina la existencia de una verdad sobre las mismas. La palabra “sobre” viene como anillo al dedo en este caso, para demostrar que la verdad jerarquiza el conocimiento humano (única forma de iluminarlo) y es previa al mismo.

Mientras el relativismo sojuzga la verdad, el evolucionismo la convierte en rata de laboratorio. Imprescindible desconfiar de las togas amparadas en el ardid del caminante para el cual no hay camino, sino que se hace al andar. Nuestro Señor acostumbraba a ser muy taxativo al respecto: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Sin camino, no hay verdad, sin verdad no hay vida. Cuando la vida es una sinverdad, el camino es una sinrazón. Alarma pensar en una civilización enferma de sinverdad, la más monstruosa de las mentiras.

jueves, 8 de marzo de 2018

FE Y REVELACIÓN CATÓLICAS



FE Y REVELACIÓN CATÓLICAS CATÓLICAS.
Todos los hombres necesitamos de puntos de referencia, de principios, de valores, de convicciones profundas que rijan nuestra vida, y es de absoluta necesidad que estos sean no solo buenos, y convenientes, sino que sean verdaderos, porque si partimos de estos y fueren falsos, nuestra vida sería falsa. De aquí que sea tan importante el conocimiento de la verdad. Hay personas que niegan que la verdad absoluta exista, esta es una incoherencia tal que en si misma lleva, su equivocación al afirmar que la verdad absoluta no existe, pues ellos mismos se contradicen. Es por ello que hay que resaltar que las verdades absolutas existen y su conocimiento  es de la mayor importancia, pues va en ello nuestra propia existencia, y nuestra eterna vida trascendente. Si hay verdades absolutas, Dios nos las ha comunicado, de Él vienen.
1.    Es propio de la religión católica la búsqueda de la verdad, y es en la Revelación Divina donde esta se nos da a conocer. Dios nos ha entregado un conjunto de verdades que debemos de conocer, no solo los católicos sino todos los hombres de buena voluntad. Y aquí nos encontramos con dos tipos de verdades, las VERDADES NATURALES y las VERDADES SOBRENATURALES. Las naturales son aquellas a las que podemos acceder por nuestro propio razonamiento por ejemplo: el hecho de que tenemos alma espiritual,  de que hay una moral universal, cosa que nos indica nuestra propia conciencia,  y a las verdades sobrenaturales a las que solo podemos acceder por sernos reveladas por Dios, tales como : la Santísima Trinidad, la gracia, la concepción virginal de María Santísima y muchas verdades mas. Estas verdades sobrenaturales las creemos gracias al don de Dios de la FE SOBRENATURAL.
Dios nos ha ido revelando poco a poco lo que ha considerado necesario que conozcamos, Él se manifiesta siempre al hombre, lo vemos comunicarse en un principio  verbalmente con Adán y con Noé, con quién hace una alianza, posteriormente se comunica de diferentes modos con Abraham, quién será el primer depositario de importantísima parte de la Revelación, que pasando por los Patriarcas, continúa con Moisés, y épocas posteriores con los profetas, jueces y reyes que termina con el Antiguo Testamento, para concedernos el culmen de la Revelación con su hijo, Nuestro Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento. La cual ha sido trasmitida por Dios a través de personas que la han dado a conocer a los demás. La Revelación de Jesucristo es la parte sustantiva de la Revelación.

DIOS NOS HABLA A TRAVÉS DE SU HIJO. La Revelación Divina se divide en la palabra escrita, misma que está contenida en los libros que componen ambos testamentos  y que conocemos como la Biblia, y en la Tradición que es la palabra trasmitida vocalmente de mayores a menores a través de los tiempos, cuidadosa y fielmente. Esta tiene lo que se denominan  motivos de credibilidad, algunos son, los  milagros, los testimonios de mártires,  las profecías, la vida de la Iglesia, la sublimidad de la enseñanza cristiana, la belleza de sus ideales, su comprensión, justicia, felicidad y vidas ejemplares. Y el mas grande de todos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Las verdades de la Revelación las aceptamos basados en la fe, por
el razonamiento. San Agustín nos dejó dicho: “ creer para entender y entender para creer. Pero a la fe podemos rechazarla, nos es potestativo, lo que no modifica a la verdad, téngase fe o no la verdad permanece siempre, porque  es objetiva. Queda claro por tanto que la Revelación Divina tiene dos fuentes de la misma procedencia, estando una, que ha quedado por escrito, que son las Sagradas Escrituras,  o Biblia, y la otra en la palabra traída o Tradición, gracias a la cual sabemos cuales son los libros, verdaderos que vienen a formar las Sagradas Escrituras. Contamos además con el ESPÍRITU SANTO que es enviado para auxiliar a la Iglesia, que somos todos,  y muy en especial al MAGISTERIO DE LA IGLESIA, que Jesucristo fundó con su once apóstoles, este es el que está a cargo de la interpretación adecuada de el conjunto de la Revelación. A esto se le denomina el depósito de la fe, que es el conjunto de verdades inmutables, celosamente cuidadas, las que vemos en el Credo además de otras que proceden de estas.
Cuando se habla de fe podemos hacer la distinción fe  humana, que consiste en creerle algo a alguien, y fe divina que es la le creé a Dios, esta nos es indispensable para aceptar íntegramente la Revelación.
Entre los motivos de credibilidad, que refuerzan nuestra fe resaltan tres, la Resurrección de Jesucristo que es un hecho históricamente comprobado. Lo que fue profetizado siglos antes de que sucediera, con detalles sorprendentes.  Y la Vida de la Iglesia que se robustece mas con el pasar del tiempo a pesar de los grandes ataques y tendencias sociales en su contra como lo son el divorcismo, el abortismo, el igualitarismo en las uniones de hecho, que busca ser legalmente aceptado como si fuera matrimonio, la eutanasia, la eugenesia, el control natal antinatural, las legislaciones que van en contra de la Moral Cristiana, lo que sucede en muchos países, incluso de tradición católica,  y el testimonio de vida de sus mártires.  La Iglesia ha tenido y sigue teniendo mártires, que mueren en defensa de la fe, siendo un ejemplo incomparable.
La fe es un don de Dios, no podemos adquirirla por medios propios, por lo que  estamos obligados a poner los instrumentos que están a nuestra disposición para introducir  a los demás preparándolos, catequizándolos, formándolos, enseñándoles para que la acepten de Dios. Puede ser rechazada, por razonamientos equivocados, pero debemos de dejar muy claro que razón y fe no se contraponen, no hay oposición, por el contrario se complementan, cuando el razonamiento es verdadero, recto, recodemos que si el hombre es capaz de razonar es debido al Creador que lo hace a imagen y semejanza suya, y Dios no se contraría.
La fe es además del conjunto de verdades algo práctico, es decir que la fe no se queda solo en las creencias, sino que se debe de reflejar en actos. El apóstol Santiago nos dice en su Segunda Carta 18:
“Tu tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Tan solo recordemos a Abraham , su fe era tan grande que estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac su hijo, gracias a su fe. La fe sin obras no es lo que Dios nos pide, si tenemos fe lo demostramos con actos, vamos a misa los domingos por lo menos, acudimos a los Sacramentos, la confesión y comunión con frecuencia, hacemos oración, somos caritativos y misericordiosos con el prójimo. De esta manera y muchas mas vivimos nuestra fe. Pidamos al Señor que nos aumente la fe, esa luz interior que recibimos del Espíritu Santo, sus mociones,  las que debemos atender.
Estamos en la verdadla verdad, si aceptamos la fe y no la rechazamos, la vamos conociendo, ¿Cómo?, Meditando el contenido del Nuevo Testamento, metiéndonos a la lectura meditada, diaria,  ordenada, sistemática, empezando por el primer EVANGELIO y ordenadamente continuar, con los HECHOS DE LOS APÓSTOLES  y continuando con las EPÍSTOLAS  de San Pablo, y las CARTAS DE LOS APÓSTOLES , consultando aquello que no nos quede claro, escuchando las homilías de las Misas a las que vayamos, leyendo en plan de estudio los libros que nos recomiende, si tenemos , nuestro director espiritual, o nuestro cura preferido. Podemos también alimentar nuestro espíritu con publicaciones seguras (algunas no lo son) que están en la Internet, de las que al final de este papel, hago una mención de parte de ellas. Así iremos conociendo mas de Nuestro Señor Jesucristo, quien nos dejó dicho “LA VERDAD OS HARÁ LIBRES” siguiendo estos breves consejos iremos progresando en nuestra formación de buenos católicos.
La práctica de la fe no nos lleva a hacer cosas extrañas, por el contrario nos comunica, serenidad, confianza en nosotros mismos, por nuestra cercanía al Señor y a su Santa Madre, y madre nuestra, La Virgen Santísima. El buen católico no se nota sino en sus costumbres piadosas, como el ir a Misa, lo que no es extraño, al contrario lo extraño es no hacerlo. Además la seguridad de estar en la verdad y poder comunicarla a nuestros prójimos, (apostolado) lo que nos lleva a preparar charlas que ayudan a  nuestra propia formación, al llevar a cabo la labor apostólica, mediante la cual, nos santificamos y ayudamos a los otros a que lo logren.
Para terminar quiero comentar dos aspectos que se relacionan con la fe, se trata de aquellas cuestiones que le pedimos a Dios, ya sea directamente o a través de intercesión. En su vida Jesucristo realiza milagros, cuando hay fe de por medio, esta es una lección que no podemos olvidar. Ahora bien la visión divina es diferente a la de los hombres, Él ve lo nuestro en relación a nuestra salvación, con su divina visión, que todo lo ve, nosotros (toda proporción guardada) vemos nuestras conveniencias, necesidades, o deseos, propios o de los demás, con visión humana, y esta no puede verlo todo. Por ello es que cosas que con mucha fe, insistencia, humildad, incluso con oración y acompañadas de mortificaciones pedimos, y no se nos otorgan. No son motivo sino de agradecimiento, pues al sernos negadas, nuestra visión humana puede no comprender el porqué no se nos ha concedido, así respetamos la visión divina que, incapaces nosotros de atisbar, Dios en su misericordia nos lo ha negado porque de alguna manera no hubiese ayudado a nuestra salvación. Es por tanto, su negativa, motivo de agradecimiento por nuestra parte.
Jorge Casas y Sánchez.