martes, 18 de marzo de 2014

LA VIDA SIN DIOS Y EL ALIMENTO ESPIRITUAL.




LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, pues si Dios ha creado por amor como es la realidad pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos de el alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no ,no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, equivalente a materia y espíritu, nuestra vida es bien consideradas las cosas el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, esta para los gusanos y aquella para la Vida Eterna. Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la ancianidad es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana).
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar tres en tres o  mas  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues del dominio público es, que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contrapelo que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es simplemente el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro mas íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.”

Jorge Casas y Sánchez.