viernes, 14 de junio de 2019

ALGUNOS TEMAS QUE RELACIONAN AL HOMBRE CON DIOS (primera parte)


ALGUNOS TEMAS QUE RELACIONAN AL HOMBRE CON DIOS. (primera parte)

Para empezar nos podemos plantear dos cuestiones:

 El cómo nos debemos de explicar que la fe, en tanto don de Dios, no nos es dada a todos por igual, ni entre los bautizados, pues hay bautizados que tienen muy poca o prácticamente carecen de ella.  Sobre la caridad que es también virtud infusa, es desigual y no solo entre los bautizados, pues hay, no bautizados que la ejercen muy bien.

Podemos plantearnos como inicio que hay personas egocéntricas y con tendencia al hedonismo. Hay personas teocéntricas, que se distinguen por su piedad, caridad, fe, rectitud de vida e/o intención. Si somos egocéntricos debemos empezar un proceso de cambio, y de ello se trata aquí, de ayudar a lograrlo. Si somos teocéntricos, ojalá nos ayude a pulir, a mejorar en ese sentido.

En mayor o menor capacidad, casi todos tenemos alguna tendencia hacia lo teocéntrico, como cosa natural, porque lo que buscamos es tener un hogar, con nuestro cónyuge, nuestros hijos, el educarlos, y lograr que sean autónomos, viviendo en paz familiar, trabajando con constancia en busca de la seguridad. Lo que no es obra de la casualidad, es búsqueda de las cosas buenas que nos proporcionan felicidad. Vivir la bonhomía. Y ello cumple con lo que Dios quiere de nosotros. Por desgracia esto no se da en todas las uniones humanas que bien pudieran en algún momento haberlo pretendido, pero las debilidades humanas no siempre se superan.

El sentido del honor, de la amistad, del agradecimiento, el trabajo honesto y productivo, en el hogar y fuera de él en la sociedad, son la materia de nuestra vida que colabora al Bien Común, que no solo se enfoca a cubrir nuestras necesidades familiares, sino que, visto desde un punto de vista antropológico lo que buscamos es ser todo lo contrario del paria en el que reina la delincuencia, el vicio, la penuria, la carencia de encaje en la sociedad. Son muchos otros los valores, aparte de los ya señalados,  que se pretende vivir y enseñar con el ejemplo, en el hogar sano, tan solo a modo de ejemplo podemos mencionar, el orden, la higiene, la lealtad, el respeto, la compasión, la rectitud de intención, la laboriosidad, el desprendimiento, la pulcritud, la puntualidad, la piedad, la veracidad, la responsabilidad, la disciplina, la gratitud, la prudencia, justicia fortaleza y templanza, y por encima de todas estas virtudes la del amor. En pocas palabras se trata de vivir y enseñar las virtudes morales, sociales, propias del buen cristiano, hacerse, luchar por ser persona virtuosa. Se que esto suena en el mundo de hoy como algo fuera de lugar, no es ese el caso, la realidad es que el hombre se degrada en tanto persona humana si no vive intensamente su virtuosismo.

Al satisfacer el hombre sus necesidades sociales vemos que por ejemplo no nos gusta comer solos, preferimos hacerlo en compañía, con familiares, amigos, no nos agrada exponernos al frio, pero queremos compartir el calor del hogar, buscamos la seguridad, pero no solo la personal sino la gregaria, queremos ser aceptados por los demás y aceptamos a otros, damos amor y buscamos ser amados, nos agrada el trato con los demás, su compañía., el compartir, el coexistir pero no de manera simple, sino conviviendo, ejerciendo esa convivencia de forma humana, humanamente. Eh aquí el amor a las criaturas, que procede de la virtud de la caridad, virtud del amor en dos dimensiones, amor a Dios y amor a sus criaturas.

Los que hemos tenido la oportunidad de conocer, aunque no lo transitemos adecuadamente, el camino de la salvación, y que hemos sido familiarizados con la Fe, la Esperanza y la Caridad, al poner en acto estas virtudes, es decir al razonar, al pensar solo en que creemos en Dios, y que le creemos a Dios, ya estamos amándole, con amor sobrenatural. Al actualizarse la Fe creemos, al creer empezamos a amar, así actualizamos la Caridad, lo que nos sitúa en el camino salvífico y allí es donde actualizamos la Esperanza. (Amor a Dios, y por ese amor, amar a sus criaturas, que Él ama).

Como nuestro Creador nos ofrece la vida eterna, y por supuesto la vida de aquí, en la que nos deja en total libertad, de modo que la decisión de la eternidad esté en nuestras manos, es una decisión particularísima en la que escogemos si buscar o no la parte salva de esa vida eterna, aquí lo decidimos, se trata de la decisión mas importante que se nos pueda presentar, con una gran diferencia.

La Creación la realiza Dios para el hombre. No se explica esta sin el ser humano. Esta está para el hombre y el hombre está en el centro de ella. Independientemente del tamaño del universo y de los muchísimos ángeles del Cielo. Somos libres de admitir esto o no, pero si lo queremos lograr debemos empezar por pedir la Gracia de Jesucristo, que es la que nos salva. Necesitamos en nuestros fines mas importantes primero poner a Dios, esto consiste en el cumplir su voluntad, lo que además nos proporciona la mayor felicidad posible en esta tierra, por lo que, si es fin del hombre, la búsqueda de la felicidad, como nos lo enseña también la filosofía, resulta que quien busca, encuentra y sirve a Dios, viviendo su vida acorde a su divina voluntad, cumple con los dos fines mas importantes de nuestra existencia: lograr la salvación y ser feliz en esta tierra.

 Dios nos ama, con el amor mas perfecto que puede haber, lo que nos muestra de la manera mas eminente y sublime que puede haber, mandando a su hijo unigénito, la Segunda Persona de la Trinidad Santísima, para que realice todo lo necesario para que podamos salvarnos: nos funda la Iglesia, Santa, Católica, Apostólica, Única y Jerárquica, nos deja con su vida personal el ejemplo mas perfecto para los hombres, la Doctrina mas maravillosa posible, en su Iglesia instituye los Sacramentos, que nos proporcionan abundante Gracia salvífica. ¿puede haber algo mas grandioso?. Desde luego que no. A este divino amor solo podemos responder con nuestro amor humano, veamos:

¿Qué es el amor?, podemos empezar diciendo que es parte de la esencia de las personas humanas. Y que es lo que queremos amar, sino lo que nos es mas amable, lo que nos ha amado antes incluso de nuestra existencia, pero lo evadimos en muchas ocasiones. Las veleidades del mundo, esa oferta enorme de cosas, posibilidades, y en estos tiempos en que la tecnología tiene tantísimas cosas que ofrecer, el amor por la posesión de cosas parece incontrolable y ocupa el primer lugar incluso por encima del amor a los demás. Hay por desgracia, y para ejemplo basta un botón: un padre de familia quiere mas el poseer un cierto automóvil por encima de la educación del hijo o hijos.

Persona humana y amor  son incluyentes, no se pueden excluir. Vivir es estar amando es algo integrante, el amor es el vivir. Hemos dicho que hay que conocer para  amar  aquí se trata de que conozcamos mas a Dios, para amarle mas, las relaciones que el hombre tiene, lo opuesto a la soledad, son basadas en el amor. La total soledad en el hombre no existe. Al menos no debe de existir. Si existiera sería la absoluta soledad y se daría la carencia de amor, situación de gran sufrimiento. Mientras el ser humano no caiga en esta situación  de sufrimiento algo hay de amor. Cuando el ser humano no tiene amores humanos, cae en el amor a las cosas materiales, puede tener ambos también, que es lo mas normal, lo mas usual, pero cuando carece de ambos solo le queda el mas grande de los amores el de Dios y Nuestra Madre del Cielo, por lo que no está solo nunca, ni puede estar mejor acompañado.

Ahora bien la relación de las personas con los objetos o con otras personas nunca es perfecta, lo que no es algo perfecto al amar, lo incompleto está en la falta de perfección en la relación, que causa imperfección en el amor. El amor de Dios hacia nosotros, si es perfecto, es un amor enorme porque lo es para cada uno de todos los hombres, no unos escogidos, es prolongación del amor del Padre Celestial al Hijo, que se entrega por amor a esos hombres. Es el amor de las personas humanas es el que sufre de imperfecciones. Cuando Jesucristo en la última cena con sus apóstoles nos participa el Nuevo Mandamiento, diciéndoles, que os améis como yo os he amado, nos enseña la perfección de su amor.

Las culturas socialistas de estos tiempos que son totalmente materialistas, toman lo anterior de la Religión Católica, (en el fondo a lo que recurren es a la capacidad de amar que es parte de la naturaleza del ser humano), lo que es de vital importancia, pero lo distorsionan quedándose solo con el sentido de pertenencia, que es también humana, que es sucedáneo del sentirse bien, tan solo por el hecho de pertenecer a un clan (camarada, se llaman entre ellos). Algo distinto es la verdadera comunidad, donde se decanta la naturaleza gregaria de la persona humana. Es parte de nuestra naturaleza y en la comunidad, se va mas allá de la conveniencia personal, se da el hombre, a los demás, por amor se sabe requerido y necesario, ayuda a los demás por amor y por amor es ayudado por los demás. Es el amor que nos predicó Jesucristo  y que la ideología materialista dice que ello es mito, que a través de los siglos se han tenido que inventar para cubrir la necesidad de pertenencia, religiones que han satisfecho dicha necesidad. Esto es una gran mentira, las religiones en general, aparte de los fundamentalismos que son perniciosos, le otorgan cierta mejora al hombre, y la religión católica llevada como es debido le confiere una grandeza humana notable, buena para el propio ser y para la sociedad.

La realidad es que ellos ofrecen una vinculación social, una especie de protectorado, que es generalmente aceptada, pero que es esclavitud disfrazada, es un caer en la manipulación, el colectivismo que mata la libertad personal. La historia nos ha mostrado que esa oferta  del Estado socialista no le ha convenido a las comunidades. Veamos su problema antropológico:  se propone al hombre una historia falseada, arreglada a cada cuerpo de ideologías, además, de aceptación obligatoria.

En nuestras reuniones, o escritos, no creo que alguien haya dicho, hasta ahora, que es “obligatorio” que se crea o que se sostenga algo. Nos hemos concretado a decir lo que enseña la Doctrina de Cristo acorde al Magisterio, lo que son nuestras mas íntimas convicciones, lo que creemos firmemente, y por lo tanto quisiéramos compartir, al considerarlo de vital importancia, pero en entera libertad. La Divina Revelación nos indica a nosotros y a ustedes: ID Y ENSAÑAD A TODOS LOS PUEBLOS, la vigencia de esta enseñanza evangélica es permanente, hasta el final de los tiempos, para todo católico.

 Antes de asentó, que la persona humana y el amor son incluyentes, por lo que creo que un ejemplo de esto que nos ilustra lo vemos en Santa Teresa de Calcuta, de la que esta anécdota ha quedado en sus biografías. “DALE MUCHO AMOR” le dice la madre Teresa a quien la viene a sustituir en la atención a un enfermo que estaba atendiendo personalmente, porque un asunto muy urgente le obliga a cambiar de lugar intempestivamente. Se trataba de un moribundo que sufría mucho. ¿De donde viene, en donde se inspira este amor?,  por personas desconocidas, que se encuentran en las peores condiciones que se puedan dar en un ser humano, es el amor que Jesucristo nos ha enseñado. No hay mas que un amor, y este es extensivo, es el amor a Dios y por extensión a sus criaturas, pues Él las ama, las ha creado por amor, este amor extensivo lo tenemos que identificar, y  familiarizarnos con él, su práctica debe ser constante, incluso en forma inconsiente, por inercia, pero si lo sublimamos, lo tenemos siempre presente, le damos el rango que merece, si lo anteponemos a todos nuestros actos, tomará una dimensión mayor, que no solo nos dará mayor peso en nuestro actuar con los demás y con la naturaleza, haciéndonos mejores personas, sino que nos eleva al plano sobrenatural. Cuando nuestro actuar se nutre en el hacer, por amor a Dios, la rectitud de intención se eleva a la máxima calidad humana, quizás sea invisible para los otros, pero en nuestro fuero interno, estaremos sobre naturalizándonos.

(fin de la primera parte).
Jorge Casas y Sánchez.