jueves, 19 de octubre de 2023

 

 Cuarta parte UNA PEQUEÑA INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA. (151)

La primera y principal misión del Magisterio de la Iglesia es como se sobrentiende es el continuar, conservar y dar a conocer la inalterada vedad de lo que llamamos DEPÓSITO DE LA FE, que es intocable e infalible, a través del tiempo en sus divinos mensajes. Su utilidad opera al participar de este a toda la cristiandad y de allí a toda la humanidad, en cumplimiento del mandato evangélico. Jesucristo ora por Pedro para que su fe no desfallezca y sea él quien confirme en la fe a sus compañeros. Este don no fue dado a Pedro por breve tiempo, sino que fue otorgado hasta el fin de los tiempos, y su solidez jamás será vencida por los poderes del infierno.

El Concilio Vaticano II ratificó solemnemente esta doctrina:

“Este santo Sínodo, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano Primero, enseña y declara con él que Jesucristo, Pastor eterno, edificó la Iglesia enviando a sus Apóstoles lo mismo que Él fue enviado por el Padre y quiso que los sucesores de aquellos, los Obispos, fuesen los pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos. Pero para que el mismo episcopado fuese uno solo e indiviso, puso al frente de los demás apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en su persona el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y comunión. Esta doctrina sobre la institución, perpetuidad, poder y razón de ser del Sacro Primado del Romano Pontífice y de su Magisterio infalible, el santo Concilio la propone nuevamente como objeto de fe inconmovible a todos los fieles”.

Esto nos explica claramente que cuando el Papa define un dogma, no lo está inventando sino que es revelado por Dios a través de la Sagrada Escritura o la Tradición oral. De esto se desprende el siguiente principio: Es regla inmediata de la fe para el hombre el Magisterio infalible de la Iglesia.

Es imprescindible que tomemos en cuenta las varias ocasiones en que Jesucristo nos menciona al Espíritu Santo como el ESPÍRITU DE LA VERDAD ofreciéndonos que su presencia será después de su regreso al Padre, sus palabras en la última Cena fueron: “Muchas cosas tengo aun por deciros, mas no podéis comprenderlas ahora. En cambio, cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él os guiará hacia la verdad completa (Io 16,12)

De lo anterior debemos deducir la gran importancia que tiene el que procuremos estar al día en nuestro conocimiento de las enseñanzas del Magisterio y de las oportunidades de transmisión de éste a los demás, pero de manera de que cumplamos primero que nada con nuestras obligaciones de buenos cristianos, pues sabido es que nadie puede dar lo que no tiene, y después transmitirlas. Pidamos a nuestro Señor que nos auxilie en esta importante tarea, recordando que solos no podemos pero con su auxilio sí.

JCS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario