viernes, 27 de noviembre de 2020

MARAVILLAS DE LA GRACIS DIVINA.

 

 MARAVILLAS DE LA GRACIA DIVINA.

LA GRACIA DE DIOS. Nada se puede comparar a este don maravilloso que Jesucristo con su vida, pasión muerte y resurrección, nos lucró para nuestra salvación. Como todos los dones y talentos que Dios nos proporciona, para gozar de ellos los tenemos que aceptar,  Él no nos fuerza a aceptarlos nos los ofrece por ese Amor divino, perfectísimo que nos tiene, y  quiere que los aprovechemos para nuestra salvación eterna.

La gracia salvífica que Dios nos ofrece, la ganamos al estar limpios de todo pecado mortal, esto es que no tengamos ninguno sin confesar y que haya sido perdonado por el sacerdote consagrado correspondiente, lo que nos permite recibir los Sacramentos, en forma muy especial el de la Comunión. Vernos limpios de todo pecado mortal nos mantiene en gracia de Dios lo que es ni mas ni menos pertenecer formalmente a la Naturaleza Divina.

No debemos conformarnos con una noción vaga de lo que es el Estado de Gracia, pues tiene la concesión de la Misericordia Divina, lo que nos capacita para darle mas valor a nuestras oraciones, nos habilita para la recepción de los Sacramentos, la vida de santidad y el camino de la salvación. Luego su importancia es mayúscula, de allí que este sea un tema de espiritualidad que debemos abordar con el mayor interés.

Es necesario que nos preocupemos para conocer su grandeza, la gracia, al acercarnos a Dios, es parte sublime de la Doctrina Cristiana, nos guía a un mundo superior, al proporcionarnos la alegría mas pura de nuestra fe. Conviene considerar que en nuestra doctrina hay verdades enormes que debemos de conocer mejor, a las que debemos de aplicar,  aparte de nuestra fe y piedad, nuestra capacidad intelectiva para, abarcarlas mas ampliamente, como nos dejó dicho San Agustín: PENSAR PARA CREER Y CREER PARA PENSAR. Solo así captaremos todo el esplendor divino de la Gracia.

Nuestro Señor derrama en cada uno de nosotros la capacidad necesaria para comprender las grandes verdades de fe; lo que nos eleva del plano en que estemos a hacernos partícipes de su Divina Naturaleza, gozar de su amor, y quererle mas nosotros, lo que enriquece nuestra naturaleza humana, al unirnos mas sólidamente con nuestro Señor Jesucristo. En especial cuando le recibimos en la Santa Comunión  que es la mas fraterna unión posible en esta vida terrenal.

“Todos los bienes me vinieron juntamente con ella; hay en sus manos riquezas innumerables. Constituye para los hombres un tesoro inagotable; a cuantos se han valido de él, los ha hecho partícipes de la amistad de Dios”

Estas palabras de la sabiduría del Rey Salomón se pueden aplicar a la Gracia Santificante que nos dona Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.

El don de la gracia es auxilio gratuito para responder a las mociones del Espíritu Santo, y así llegar a ser hijos adoptivos de Dios y participar de la intimidad de la Eterna Trinidad. Es llamada sobrenatural, nos sobrepasa en razón, conocimientos, etc. nos capacita a vivir en su mas perfecta cercanía y obrar por su amor.

En cuanto a la gracia conviene que hagamos tres distinciones, a saber:

GRACIA HABITUAL, es la disposición de estabilidad de nuestra vocación.

GRACIAS ACTUALES, son las intervenciones divinas, que nos la proporcionan.

GRACIA SANTIFICANTE, la que en forma continuada recibimos en especial por nuestra participación en la Santa Misa y en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía.

La misericordia de Dios se nos adelanta, nos cura, sanándonos nos vivifica, su iniciativa es libre y espera una respuesta libre también por nuestra parte, nos incluye los dones del Espíritu Santo, y las mencionadas gracias sacramentales, para que por medio de nuestra fe conozcamos y experimentemos la grandeza de su gracia, y acojamos las verdades de su Revelación. Nos inicia en la gracia desde el Bautismo, nos regenera en la confesión.

El hombre fue creado con gracia original y la pierden, nuestros primeros padres, Adán y  Eva, por el pecado original, pero Nuestro Señor, en su infinita bondad y amor por nosotros, quiere que alcancemos la felicidad de la vida eterna, por lo que con la venida, del Hijo, segunda persona de la Trinidad, su vida, pasión, muerte y resurrección, nos permite al vencer al pecado, acceder a la salvación, añadiendo la acción del Espíritu Santo en todo hombre que lo acepte. Nos deja entre otros en sacramento de la confesión para lavar nuestras faltas y retornar al camino de la gracia, pidamos con Santa María, nuestra Madre del Cielo, que sepamos aprovechar las gracias que nos llevan a la salvación.

Preparó Jorge Casas.

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