martes, 13 de septiembre de 2016

TRATEMOS DE PARTICIPAR MEJOR DE LA SANTA MISA.
Si durante varias de nuestras participaciones en la Santa Misa seguimos con este papel la celebración, con seguridad que la entenderemos mejor, comprenderemos mejor que es el Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, si bien incruentamente, o sea sin derramamiento de su Sangre. Pero llevado a cabo según instruyó a sus apóstoles en la última cena,  en conmemoración de Él.
Es conveniente, se nos aconseja acertadamente, prepararla unos diez minutos previos a que comience, siempre que sea posible, y mostrando el debido respeto al no llegar al templo una vez comenzada la celebración, y al terminar dar gracias con oraciones apropiadas en ambos casos, nos podemos auxiliar de oraciones adecuadas de preparación y de agradecimiento:  (al final se reproducen las de Santo Tomás de Aquino).
RITOS INICIALES:
 El sacerdote va a la sede como el pastor que conoce a sus ovejas, quien convoca es Jesucristo, y empieza con la arcaica frase de lo que precisamente allí sucede: "EL SEÑOR ESTÉ CON USTEDES" del mismo modo nos desea la comunión del Espíritu Santo, la Gracia que nos es indispensable para la salvación y la paz.
A lo que contestamos " y con tu espíritu" deseándole al sacerdote lo mismo.
Como acto penitencial, se reza el -Yo Pecador-, para que se nos purifique de los pecados veniales, y al golpernos el pecho nos reconocemos pecadores y se nos concede la justificación que nos purifica, solamente de los pecados veniales, es momento de arrepentimiento, de dolor por haber ofendido a Dios, aunque sea levemente.
La oración de El Gloria, (se reza en Misas dominicales y de precepto) es alabanza a Dios (doxología), gran alabanza de los ángeles. Justo antes de la venida de Jesucristo, que en esta ocasión conmemoramos.
Concluyen los Ritos Iniciales al dirigirse el Sacerdote con los brazos en alto al Ser Infinito, y se realiza el rezo de la Oración Colecta, y nos sentamos.
 LITURGIA DE LA PALABRA:
 Las lecturas son lo que Dios nos dice, he ahi su gran importancia y por tanto merecen nuestra mejor atención, es una buena costumbre leerlas meditándolas antes de participar en la Santa Misa, o también después si es el caso, cada quién decide, por supuesto que esto necesita del misal, es muy sencillo adquirir el de cada mes del año. (incluso en la Internet, en la que hay varias opciones). Se trata de una lectura orante, oramos al escucharla y al leerla. Después de la primera lectura, se dan gracias al Señor, precisamente por lo que nos comunica. Viene después el Salmo Responsorial, tomados del Libro de los Salmos del Antiguo Testamento, en caso de que haya segunda lectura, se lleva a cabo. Conviene tomar nota de que la primera lectura en los casos en que son dos , la primera siempre corresponde al Antiguo Testamento.
Y una vez leidas estas por alguien del pueblo, nos ponemos de pié por especial respeto, para escuchar  EL ALELUYA  recitada o cantada, es la alegría de la Resurección del Señor, se lleva a cabo justo antes de la lectura del Evangelio, al cual anuncia.
Para proclamar el Santo Evangelio el Sacerdote hace su invocación pidiendo al Padre que le bendiga, pidiendo que su boca lo anuncie debidamente, que limpie su corazón para que dignamente lo proclame. Nosotros podemos pedir que penetre nuestro corazón y entendimiento, poniendo nuestra mejor atención.   El sacerdote hace sus oraciones secretas pronunciándolas muy bajito, nosotros hacemos lo propio. Terminada la lectura por el sacerdote o algún clérigo que le acompaña en la celebrecion, viene en su caso, la homilía o sermón, como se le quiera llamar,  el sacerdote aún como pastor, se dirige a los fieles, la homilías pueden ser muy variadas, pero en general hacen referencia al mensaje evangélico o de las lecturas, me permito la siguiente transcripción que sola se explica:
""Según la Real Academia Española, homilía es el razonamiento o plática que se hace para explicar al pueblo las materias de religión. La palabra se deriva del vocablo griego homilein, que significa “tener comunión o tener interacción con una persona”. Se dirige a los fieles tras los rituales propios de la eucaristía, o del sacramento que se esté desarrollando. La homilía, como parte integrante de la Liturgia de la Palabra viene ya descrita en el versículo escrito en el año 155 de San Justino en el que explica al emperador Antonino Pío, cuáles son las prácticas de los cristianos. Ya entonces como ahora la homilía se situaba entre la lectura de la Palabra y la Oración de los fieles u Oración Universal.
Puede darse una exhortación sobre las lecturas o el sacramento que se realiza, con el fin de hacer más inteligibles los pasajes de la Biblia que se acaban de proclamar en la asamblea litúrgica. Para la confección de la homilía suelen elegirse varias fuentes privilegiadas como son los textos de los Padres de la Iglesia o de doctores y santos de la Iglesia Católica.
Según las normas litúrgicas promulgadas por el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium dice:
Se recomienda encarecidamente, como parte de la misma Liturgia de la Palabra, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana.  Más aún:  en las Misas que se celebran los domingos y fiestas de precepto, con asistencia del pueblo, nunca se omita si no es por causa grave.
Y en la Instrucción General del Misal Romano, aprobada por Juan Pablo II el Jueves Santo del 2000, la homilía, como parte integrante de la liturgia, debe ser un comentario vivo de la Palabra de Dios que ha de ser comprendido como parte integral de la acción litúrgica. La homilía la debe hacer el sacerdote que preside, un sacerdote concelebrante o un diácono, pero nunca un laico.
En casos particulares y con una razón legítima, la homilía la puede hacer un Obispo o un sacerdote que están presentes en la celebración pero que no pueden concelebrar. Los domingos y días de precepto ha de haber homilía y, solamente por un motivo muy grave, se puede eliminar de las Misas que se celebran con asistencia del pueblo. El sacerdote puede hacer la homilía de pie o bien desde la sede, o bien desde el ambón o púlpito, o, cuando sea oportuno, desde otro lugar adecuado.
En cuanto a su finalidad, como fue expresado por algunos de los primeros documentos litúrgicos posteriores al Vaticano II, es principalmente la de instrucción del Pueblo Santo de Dios, entonces sería lógico que quedara reservada al ‘teólogo experto’, pues la homilía es un "acto de interpretación", y el predicador debe ser un ministro ordenado, instruido y que comprenda las diversas experiencias de la asamblea a la cual se dirige y que pueda "interpretar la condición humana a través de las Escrituras".
La homilía tiene lugar entre el Santo Evangelio y las oraciones o preces de los fieles, la llamada "oración universal", estas son muy variadas y destacan en las misas de precepto. Hasta aquí el sacerdote como Pastor.
CREDO, Se reza, en las Misas dominicales y de precepto, comunitariamente el Credo, llamado también la Profesión de Fe.
LITURGIA EUCARÍSTICA:
 Aquí ya no como Pastor sino Sacerdote, prepara los Dones, dice lo que son, pide que todo lo que va a ofrecer y lo pide con humildad, que la liturgia del Sacrificio se otorgue.  En el Altar se ha colocado el Corporal, El purificador, el Cáliz, la Patena, y el Misal, nada mas, aparte de un crucifijo (en su caso) y dos velas con candelabros.
OFERTORIO. Se ponen sobre el altar los dones, el sacerdote presenta el pan, después el vino y humildemente pide en voz alta, que el Scrificio sea agradable a Dios, contestamos y a continuación realiza el lavatorio, que simboliza purificación. Continua con la Oración Sobre las Ofrendas.
Esta primera oración tiene por objeto recomendar a Dios los dones presentes en el altar y pedirle los bendiga y acepte, como ofrecidos que son por la Iglesia Católica, por el Papa reinante, por el Obispo diocesano y por todos los ortodoxos y fieles católicos. Esta es la primera aplicación del fruto general de la Misa. Adviértase, de paso, que la Iglesia y el Papa son los primeros mencionados, y que la devoción a ellos debe ser de las primeras del cristiano.
PREFACIO, es el inicio de la Oración Eucarística, el sacerdote invita  -levantemos el corazón-  y contestamos  -lo tenemos levantado hacia el Señor-  termina con el Santo, Santo, Santo.
PLEGARIA EUCARISTICA, el sacerdote con las manos extendidas nos invita a pedirle a Dios Padre, que por mediación de su Hijo Jesucristo acepte los dones que se ofrecen por: la Iglesia, por el Papa, por el Obispo, los fieles  y alguna petición extraordinaria, por la unidad, la paz, etc.
Dar y recibir, el Sacerdote ofrece y recibe de los fieles ( mio y vuestro ) sus peticiones. No estamos como simples testigos sino PARTICIPANTES.
Pide nuestra oración (orad hermanos....,)    contestamos (que el Señor reciba de tus manos......). Es cuando nos invita y recuerda a pedir por los vivos, (memento de vivos).
El sacerdote ora a Dios Padre, pidiendo que convierta las especies (pan y vino) en su cuerpo y su sangre  pronuncia las palabras del ritual que son las que pronunció Nuestro Señor Jesucristo el la Ultima Cena con sus apóstoles, para que realice el MILAGRO EUCARISTICO que se llama la  TRANSUBSTANCIACIÓN  y nos muestra: elevándolo primero el cuerpo y después el cáliz con la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, ADORÁNDOLO ÉL Y PARA QUE NOSOTROS  LE ADOREMOS TAMBIÉN. A partir de este momento Jesucristo está en el altar, y recordamos  a nuestros difuntos, (memento de difuntos),  por cuya salvación rogamos a Dios.
(Me permito tomar de " Catholic Net",  el párrafo siguiente:
 ""El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”".
La elevación es para la devoción del pueblo significando la crucificción, Jesucristo elevado en la Cruz y se proclama la RESURECCIÓN siendo Él, El Hijo, víctima y oferente, a Dios Padre, con Él y en Él.
NOTA, en cada fraccion del pan, la especie consagrada, Cuerpo del Señor, o en cada gota por pequeña que sea, del vino consagrado, la Sangre de Cristo, se encuentra Él, EN SU TOTALIDAD CON SU DIVINIDAD Y HUMANIDAD, de alli el respetusísimo manajo de las especies consagradas hasta su guarda en el sagrario.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO, como lo rezamos usualmente pero sin decir amén a su término, pues continúa con oraciones, que recita solo el sacerdote con las manos extendidas. Al terminar la oración el sacerdote todos decimos Amén.
RITO DE LA PAZ, debemos de desearla a toda la humanidad, ahora y en el futuro, lo que al darla, a los que tenemos cercanos a nuestro alrededor, demostramos.
FRACCIÓN DEL PAN, el sacerdote sobre la patena parte el PAN CONSAGRADO y deja caer en el Cáliz una fracción, orando en secreto así:
El significado de la fracción del Pan Consagrado es el desgarramiento que las carnes nobilísimas de Nuestro Señor Jesucristo sufrieron en su pasión dolorosa.
Otras oraciones que dice el celabrante:
---El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este Cáliz, sean para nosotros
alimento de vida eterna-----
Se canta o reza, a continuación el CORDERO DE DIOS QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO..... el sacerdote hace genuflexión y tomando el Cuerpo de Cristo lo muestra para su adoración al pueblo mientras pronuncia la fórmula: -------Este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo---------..........a lo que contestamos con la mención evangélica del centurión: ----Señor yo no soy digno de que entres en mi casa......-----.
Comulga el sacerdote, y se da la Comunión a los fieles, es conveniente y muy necasario considerar muy seriamente que solo podemos los fieles participar de la Comunión si estamos en GRACIA DE DIOS, ante la duda, no se debe comulgar,  sino asistir al Sacramento de la Confesión.
Oramos en silencio los fieles, puede haber cánticos de alabanza, y el sacerdote hará la oración de después de la Comunión, esta oración debe de agradecer la GRACIA SANTIFICANTE propia del Sacramento, y pedir las virtudes necesarias para hacerla habitual en nosotros.
RITO DE DESPEDIDA:
El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice: ---El Señor esté con vosotros----- a lo que contestamos ----Y con tu espíritu------- y nos da la:
LA BENDICIÓN de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros, a lo que contestamos AMÉN. Y nos despide con alguna fórmula como-----Glorificad a Dios con vuestra vida. Podeis ir en paz.
Como signo de respeto al sacerdote, es conveniente no moverse del lugar en que estamos hasta que el sacerdote haya bajado del prebisterio, a menos que realice otra actividad sin bajar. Siendo también aconsejable permanecer unos minutos dando gracias a Dios por habernos permitido participar de la Sagrada Celebración Eucarística.

Jorge Casas y Sánchez.

Para la preparación y para dar gracias se reproducen las dos oraciones de Santo Tomás de Aquino:
PARA ANTES DE LA CELEBRACIÓN.
Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios,
al sacramento de vuestro unigénito Hijo
mi Señor Jesucristo,
como enfermo al médico de la vida,
como manchado a la fuente de misericordias,
como ciego a la luz de la claridad eterna,
como pobre y desvalido al Señor
de los cielos y tierra.
Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia,
tengáis por bien sanar mi enfermedad,
limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad,
enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez,
para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles,
al Rey de los Reyes, al señor de los Señores,
con tanta reverencia y humildad,
con tanta contrición y devoción,
con tal fe y pureza,
y con tal propósito e intención,
cual conviene a la salud de mi alma.
Dadme Señor, que reciba yo,
no solo el sacramento
del Santísimo Cuerpo y Sangre,
sino también la virtud y gracia del sacramento.
! Oh benignísimo Dios!
concédeme que albergue yo en mi corazón
de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María
que merezca incorporarme a su Cuerpo místico,
y contarme como a uno de sus miembros,
!Oh piadosísimo Padre!,
otorgadme que a este unigénito Hijo vuestro,
al cual deseo ahora recibir encubierto
y debajo del velo de esta vida,
merezca yo verle para siempre,
descubierto y sin velo, en la otra.
El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo,
Dios, por los siglos de los siglos . Amén.



PARA DAR GRACIAS
Gracias te doy,
Señor Santo, Padre todopoderoso.
Dios eterno, porque a mi. pecador,
indigno siervo tuyo,
sin merito alguno de mi parte,
sino por pura concesión de tu misericordia,
te has dignado alimentarme
con el precioso Cuerpo y Sangre
de tu Unigénito Hijo
mi Señor Jesucristo.
Suplícote, que esta Sagrada Comunión
no me sea ocasión de castigo,
sino intercesión saludable para el perdón;
sea armadura de mi fe,
escudo de mi voluntad,
muerte de todos mis vicios,
exterminio de todos mis carnales apetitos.
y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad,
y de todas las virtudes;
sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu,
firme defensa contra todos mis enemigos
visibles e invisibles,
perpetua unión contigo,
único y verdadero Dios,
y sello de mi muerte dichosa.
Ruégote que tengas por bien
llevar a este pecador a aquel convite inefable,
donde Tu, con tu Hijo y el Espíritu Santo,
eres para tus santos luz verdadera,
satisfacción cumplida,
gozo perdurable,
dicha consumada y felicidad perfecta,

por el mismo Cristo, Nuestro Señor. Amén.

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