lunes, 4 de abril de 2022

EUCARISTÁ Y COMUNIÓN DE LOS FIELES

 

     EUCARISTÍA Y COMUNION DE LOS FIELES.

Adjunto encontrarán un breve resumen que nos ayudará a que nuestra participación en la SANTA MISA  sea de más valor espiritual, al conocer mejor lo que sucede en el altar y entender los diferentes momentos litúrgicos, el cómo se realiza la grandeza de la EUCARISTÍA y algunos aspectos de la COMUNIÓN DE LOS FIELES. Recordando antes que nada que estaremos, cada vez que participemos en la celebración de la sana Misa, en el Sacrificio que Jesucristo ofrece a  Dios  Padre como gran intercesor nuestro, que nadie, ni la humanidad entera, actual, pasada y futura, hubiese sido suficiente para obtener la reparación de la ofensa de nuestros primeros padres, solo un Hombre Dios es el que lo puede lograr, pues tal ofensa no se mide por el ofensor, sino por el ofendido, y así sucedió, Jesús se ofrece en el Sacrificio de su santísima persona para lograrlo. En esta época una de las preocupaciones más serias que nos han comunicado los papas: San Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco I, es la pérdida del sentido del pecado, lo que es muy grave, espero que estas letras sirvan para que meditemos en la gravedad de ello, y pongamos el remedio a nuestros pecados.

A través de conocer mejor lo que es el sacrificio de la SANTA MISA. Para que nuestra COMUNION PERSONAL nos sea  provechosa. Recordemos en primer término que  NO DEBEMOS COMULGAR si no están confesados nuestros pecados graves, por ejemplo como el de no asistir a la SANTA MISA COMPLETA LOS DOMINGOS y fiestas de guardar, EN OTRAS PALABRAS SI NO ESTAMOS EN ESTADO DE GRACA. Si por desgracia hemos caído en el PECADO MORTAL (grave) de no haber asistido a la Santa Misa completa en domingo o fiesta de guardar, hemos de confesar con el sacerdote, no basta un acto de arrepentimiento,  debemos confesarlo antes de acercarnos a comulgar nuevamente, debe mediar la Confesión Sacramental, y la absolución, tal y como lo manda la Santa Iglesia.

ES PECADO SACRÍLEGO el acercarse a la comunión si nuestra alma no está en GRACIA DE DIOS y esto solo se logra con el SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN bien hecha y el PERDÓN que recibimos de DIOS, a través del Sacerdote, en el sacramento llamado también del PERDÓN.

Es conveniente que recordemos que durante la Santa Misa, en la Liturgia Eucarística, Nuestro Señor obra la conversión del pan y del vino en su Cuerpo  y Sangre, lo que recibimos al comulgar es el Cuerpo, de Jesucristo con toda su divinidad, su humanidad, incluida su alma humana, y ello porque su perfecto amor por nosotros, ha querido estar de ese modo presente entre nosotros, uniéndonos por virtud de su divina presencia a todos los que comulgamos en todo el orbe. Es de necesidad  que estemos limpios, purificados por el Sacramento del Perdón para recibirle como Él merece.

Y en lo sucesivo si se quiere seguir comulgando, se deberá estar en estado de gracia, y si este se perdiera por ejemplo, por cometer un acto contra alguno de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, o de la Iglesia, como el no cumplir con el precepto de asistir a la misa completa en domingo, o el de cometer un acto en contra de la pureza, es absolutamente necesario confesar, tener propósito de enmienda y arrepentimiento por no haber cumplido con la voluntad divina.

Vemos en el Catecismo de la Iglesia Católica núm. 1415

TEXTO DEL CATECISMO NUM. 1415.

“El que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en estado de gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la Eucaristía sin haber recibido  previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia”.

Por desgracia son múltiples las ocasiones en que estamos mal informados en este aspecto, al leer estas letras quedamos informados y es de grave obligación tomarlas en cuenta. El pecado sacrílego es muy grave, solo pensemos con lógica, si el santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, con su divinidad, su humanidad, su alma humana va a visitarnos, a alimentarnos con su presencia trinitaria, a colmarnos, a abarcar nuestro ser con su presencia, ¡cómo debe de encontrar ese recinto, que somos nosotros!. Verdad que incluso la lógica nos indica que debe de  estar  en las condiciones apropiadas, y no sucio por nuestros pecados no perdonados.

Previo a la recepción de  la Santa comunión,  a la que debemos acercarnos con devoción, concentrados en la maravilla de que se trata, en ese momento  de la Consagración de la Santa Misa, en que el Sacerdote consagrado que oficia, al decir las palabras y realizar los movimientos que el propio Jesucristo realizó en su última cena con sus apóstoles, tiene lugar el MILAGRO DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN, en el que las especies del pan y vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, quien se hace presente en el altar con toda su divinidad su humanidad y alma humana, Cristo vivo, resucitado, glorioso y dispuesto a servirnos de divino alimento a través de la Comunión de los Santos. Posterior a la recepción de la Comunión, conscientes de la grandeza del momento, es necesario que con la mayor devoción demos gracias al Señor por tan gran distinción al haberse dignado venir a nosotros.

Pidamos a nuestro Señor y a nuestra Madre del Cielo, que de hoy en adelante por ningún motivo nos acerquemos al Sacramento de la Comunión sin estar en gracia de Dios.

JCS.

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