lunes, 24 de enero de 2022

PRUEBAS DE LA EXISTENCIA E INMORTALIDAD DEL ALMA. .

 PRUEBAS DE LA EXISTENCIA E INMORTALIDAD DEL ALMA.

Me permito distinguir en dos PARTES este artículo con el siguiente objeto, aquellas personas que se desinteresen en el aspecto filosófico (PARTE 1), puedan pasar a la PARTE 2, en la se comenta el objetivo acorde a las enseñanzas de la Iglesia.

PARTE 1.- En las altas cumbres de la filosofía, su Metafísica,  es donde se trata este aspecto tan controvertido entre los filósofos, la tarea que me impongo por tanto, --criticable por los antes mencionados--, es tratar de dar a entender en lenguaje usual y de manera explícita lo que en esas cimas del conocimiento y la especulación, se trata; el escabroso tema filosófico de lo que es LA EXISTENCIA E INMORTALIDAD DEL ALMA.

Son dos puntos de vista en los que se sustenta el tema, uno es el de la fe cristiana, que proviene de la Revelación Divina, (PARTE 2) y el otro el de la demostración filosófica, y de antemano quiero comentar que ni Sócrates, ni Platón ni Aristóteles, lo pudieron resolver en forma definitiva, y esto es mucho decir, pues estos grandísimos pensadores, gigantes de la razón, pensaron todo lo pensable. En una primera parte veamos lo que la filosofía nos dice y después lo que nuestra fe nos hace creer.

PARTE 1.- Una aclaración previa que quisiera hacer es el decir que la razón, inteligencia o capacidad de comprensión y abstracción, son de índole espiritual, por tanto no son facultades que provengan del cerebro, que es solo instrumento, que nos proporciona imaginación, memoria, etc. que son como herramientas del pensar, sino que por ser de índole espiritual provienen del alma espiritual, son algunas de sus facultades.

En la especulación filosófica lo primero que debemos decir es que  la existencia é inmortalidad del alma no es algo evidente, por lo tanto necesita ser demostrada. Veamos como lo hace santo Tomás, dadas las imprecisiones de Aristóteles: El santo nos dice, que las sustancias intelectuales tienen un modo de ser que describe así: “no es lo mismo estar compuesto  de sustancia y ser, que estarlo de materia y forma sustancial”. Esto merece explicarse. En el lenguaje de la metafísica sustancia es lo que necesariamente es, aquello que es, lo que existe necesariamente. Materia en filosofía tiene varios significados, en nuestro caso tomaremos el de que es el material amorfo, pasivo y receptor del que se componen las cosas, y que también las cosas espirituales están compuestas de materia, (en potencia siempre). Forma es la esencia necesaria o sustancia de las cosas que tienen materia. Por lo tanto las cosas están compuestas de materia y forma, siendo la forma más de lo que es la materia, porque está en acto. Estar en acto es ser, es la existencia misma del objeto. Y estar en  potencia es poder ser, es la facultad o principio, o posibilidad de convertirse en algo. De allí que decimos estaba en potencia y ahora está en acto. Ejemplo, un menor está en potencia de ser un gran matemático y está en acto cuando lo ha logrado, un perro jamás estará en potencia de serlo.

Santo Tomás se pregunta si las sustancias intelectuales son corruptibles y asegura que no lo son dado que toda corrupción consiste en la separación de materia y forma, y donde no hay separación de materia y forma no puede haber corrupción. Con esto santo Tomás demuestra que las sustancias intelectuales no están compuestas de materia y forma. Con esta especulación empieza el santo, a partir de los fundamentos aristotélicos, sobre el intelecto “agente” y el intelecto “posible”; estamos ya en pleno aristotélico-tomismo. Aclaremos lo del intelecto agente y el posible. Partimos de que sabemos que conocemos intelectualmente, además no siempre estamos conociendo y no conocemos todo, por supuesto. Pero conocemos en potencia  y a veces en acto, al menos estamos con nuestro intelecto humano en potencia de conocer, esto es, que es, en cierto sentido pasivo, se encuentra en posibilidad de conocer, de allí que se le considere “posible”. Respecto de los entes inteligibles es pura potencia. (“ente” es todo lo que es, todo lo que tiene existencia.)

Demostremos lo anterior, ya que las operaciones intelectuales tienen por objeto al ente en general, o sea todo en sentido absoluto. El papel del intelecto agente es el de hacer inteligibles las cosas sensibles, las que captamos o conocemos intelectualmente, valiéndonos del intelecto posible. Así tenemos al intelecto agente siempre en de modo activo, mientras que el posible se comporta pasivamente en un primer momento y activamente, cumpliendo su función de conocer en su operatividad.

Así como la luz es necesaria para poder ver, el intelecto agente lo es para entender, he allí las dos clases de intelecto separados. Uno que nos permite la recepción de los inteligibles y otro que permite que los abstraigamos. Es así como demostramos la incorruptibilidad, y por tanto inmortalidad del alma. Ya que no podrían serlo solo sus facultades las incorruptibles, pues de ella emanan.

Por tanto esencialmente al alma le corresponde ser forma y al hombre sustancia y es absolutamente necesario que coexistan, al corromperse el cuerpo el alma deja de ser forma, no puede subsistir sin el cuerpo vivo, pero mientras el cuerpo sigue las leyes de la corrupción, y las leyes de lo espiritual son otras que no incluyen la corrupción, por necesidad se separan y el problema filosófico no define a dónde va el alma de ese cuerpo. Pero lo que si nos indica es que en tanto incorruptible es eterna.

Otro aspecto importante a examinar es el ¿cómo es la unión del cuerpo y el alma? y la respuesta es que su unión es vegetativa y sensitiva pero no intelectiva. Por lo que el contenido de nuestra razón está en el alma, y permanece en ella. Nuestro cuerpo se corrompe, nuestra razón no. Por lo tanto el alma en tanto incorruptible es eterna.

PARTE 2.- Veamos de donde proviene nuestra firme creencia de la eternidad de nuestra alma, basándonos en las enseñanzas de nuestra Madre la Santa Iglesia, en la Revelación Divina, y esto se corresponde con lo razonable, de Dios venimos y a Dios volveremos, por lo que nuestra alma creada en el momento de nuestra concepción ni queda en el espacio vagando, ni transmigra a otro ente, sino que va directamente a Jesucristo para someterse al juicio particular. Y allí conocerá su destino. Es de mucha importancia que este asunto sea enseñado por todos los catequistas, por los padres de familia a sus menores, y que sea tratado tantas veces como  sea necesario, ya que en estos tiempos se atacan las que eran en las generaciones que nos anteceden, las más íntimas convicciones de los seres humanos, las que están siendo suplantadas por ateísmos, falta de fe, desinformación, e incluso intereses perversos  que pretenden que los seres humanos pierdan sus convicciones y las reemplacen por ideologías equivocadas, perversas, hechas con el propósito preciso de lograr que se pierdan los grandes valores y conocimientos cristianos.

¿Con que objeto?, con el de imponer su sistema al que llaman Nuevo Orden Mundial (NOM), el que es de una maldad tal, que manipulando a las masas poblacionales las quieren sujetar al disfrazado esclavismo “moderno”, que consiste en que con las promesas de una felicidad  en la vida, a base de consumir bienes superfluos, se vive la única oportunidad que tenemos, negando la Vida Eterna que viene después de nuestra muerte.

Pero la verdad no se puede ocultar tan fácilmente, porque existe nuestra reacción, los conocimientos que sustentan nuestra fe, están claramente revelados por Dios a los hombres, tanto en el Nuevo como en el Antigüo Testamento. Son múltiples las menciones sobre la eternidad del alma en la Biblia, solo menciono algunos para su consulta, Corintios 5,5—Lucas 23,43—Corintios 15,48—Eclesiastés 12,7—Mateo  25,46. De allí que el Magisterio no deje de insistir en este importante asunto, básico en nuestra fe y creencias. Preparémonos con la ayuda de nuestra Madre del Cielo para ese momento crucial de someternos al juicio divino.

JCS.

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