sábado, 4 de diciembre de 2021

ADVIENTO, CIERTAS CONSIDERACIONES.

  ADVIENTO, CIERTAS CONSIDERACIONES.

El primer domingo de Adviento que acabamos de celebrar el 28 de Noviembre, viene a ser el primero de cuatro domingos,  que constituyen el período del Tiempo Litúrgico, (que va del domingo 28 al viernes 24 de diciembre), previo a esta grandísima  Fiesta de Navidad, que es el Segundo Tiempo del Año  Litúrgico Católico. En el principio del Tiempo de Navidad por supuesto la gran celebración es el nacimiento de Jesús, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, qué se hace hombre cómo nosotros en todo menos en el pecado.

La palabra Adviento  proviene del latín “adventus” y significa, “llegada”. En la Iglesia Católica se usa el término con relación a la espera de la llegada, de la venida de Jesús a este mundo, al nacer de Nuestra Señora la Santísima Virgen María, tiempo en que esperamos el nacimiento de Jesucristo que es el acontecimiento incomparable, en su grandeza. Es un tiempo de gran alegría para el pueblo de Dios, que en espera de su llegada, vivimos la espiritualidad propia de nuestra religión de una manera esmerada. Nos acercamos con la mayor devoción posible a nuestras oraciones y a la recepción de los Sacramentos, de la Confesión y la Eucaristía, y por supuesto de nuestra participación en el Sacrificio de la Santa Misa.

Los personajes que contemplamos en este acontecimiento, son el primerísimo lugar al propio Niño Dios, a su Santísima Madre la Virgen María, a su castísimo  esposo el Señor San José, al ángel que anuncia a los pastorcillos la venida a este mundo del Mesías, los pastorcillos, y los tres reyes magos, (la piedad popular añade varios personajes más). La grandeza, lo enorme del suceso, tiene lugar de la forma más humilde, en un pesebre.  Esta ha sido la solución que José ha encontrado, ya que en las posadas no han querido admitirlos debido a lo avanzado de la gestación de  Jesús en el vientre de María. Los posaderos de esos lugares (posadas) de la época, se veían obligados a procurar la comodidad de sus clientes, no eran, sus posadas,  como ahora, con  cuartos aislados, eran galerones donde dormían muchos huéspedes, y el que una señora tuviese su parto allí produciría incomodidad a muchos, que presentarían reclamaciones.

Debido a ello a José no le quedó más remedio que buscar un lugar lo mas adecuado posible. El designio de Dios, es así como nos da la primera lección de su amado Hijo, mandado a redimir a la humanidad entera. Lo que tenía que suceder se llevó a cabo, María tenía preparados pañales con los que envolvió al hijo de Dios, y el aliento de las bestias, dió calor al lugar.  ¡cómo no maravillarnos de qué el acontecimiento mayor de la humanidad, se haya dado en esas, aunque pobres amables condiciones!. Pues el amor reinaba esplendorosamente en el lugar. Lecciones maravillosas de humildad, de humanidad, de lo básico para la vida, sin necesidad de lo superfluo.

¿Por qué Belén de Judá?, las escrituras nos dicen que el Mesías, en tanto de la descendencia del Rey David, nacería en la ciudad natal de este, en efecto la estipe del mencionado Rey procede de esta vieja ciudad llamada así por el origen de su primitivo nombre hebreo “bet léjem” cuyo significado es:  lugar donde se hace el pan, y José era de linaje procedente de tal lugar, así mismo lo sería la Virgen María, pues los matrimonios entre los judíos de esa época se realizaban entre miembros de las mismas Tribus. Aquí vemos nuevamente el designio de Dios, pues la presencia de la Virgen en Belén de Judá en ese lugar se debió a dos circunstancias, a saber, se había publicado un edicto que para la realización del censo, que los romanos llevaban a cabo, todo ciudadano se debía ir a registrar a su lugar de origen natal, José en tanto nativo de Belén decidió ir, para cumplir con esa obligación, y no pudiendo dejar sola a la Virgen decidió que ella le acompañara en el viaje. Estas dos razones los tenían a la sazón en dicha ciudad. Y el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, tuvo lugar como sabemos en cuanto habían llegado. Es así como la mujer, la Criatura más perfecta que Dios ha creado, cuyo milagrosísimo  y virginal embarazo fue de procedencia divina, vino a dar a luz a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, en tanto hombre perfecto, y por supuesto sin dejar de ser perfectísimo Dios, conservando Ella su Santa Virginidad.  Dios reviste a la Santísima Virgen de una hermosura tan grande, que otra mejor, no es posible, las gracias y dones con que su alma fue agraciada, son insuperables, pues fueron en orden a la Maternidad Divina, su sino principalísimo. Dios actuó de manera especialísima para que así fueran los primeros días de la vida de nuestro Redentor y el resto de su vida.

No existe en el mundo celebración más grande que la de la Navidad, por desgracia en pocos casos esta celebración es como debe de ser, una alegre época en que nuestra piedad cristiana se debía de desplegar en la celebración del nacimiento de nuestro Salvador y Redentor, realizando los ritos propios  del  suceso, con la debida devoción, oraciones y alegría cristiana, por supuesto con la Santa Misa como celebración central y mas importante, las reuniones familiares con la cena de la Noche Buena que se celebra el 24 de Diciembre, y la comida propia de la Navidad (Sin olvidar la venerable costumbre de montar la escena del “Nacimiento”),  que es  del día 25, son ocasiones de gran comunicación familiar y social, en ocasiones se intercambian regalos, se preparan manjares para  la cena y la comida, se brinda y se desean parabienes. Todo esto debe de ser, con la presencia de lo que se está celebrando. En los EEUU. esta celebración se denomina Christmas, palabra que proviene de Christ y Mass, Misa de Cristo, y tiene una gran relevancia en ese país, superándose en algunos aspectos año con año en adornos públicos y privados en las fachadas de las casas, la tradicional cena con pavo, muchos adornos y mensajes multicolores, etc.

Pero volviendo al ADVIENTO, que es el tiempo de preparación de esta gran celebración, debemos recordar que hay que vivirlo con una devoción especial, acercándose a los Sacramentos del Perdón y la Comunión, a escuchar con mucha atención las homilías de las Santas Misas, y a meditar sobre el gran acontecimiento cuyas características extraordinarias nos deben de llevar a la oración de agradecimiento a Dios Padre, que nos manda a su hijo unigénito para salvarnos con su Pasión y Muerte, nos concede la maternidad de la Santísima Virgen cuando agoniza clavado a la Cruz en la que muere por nosotros, para abrirnos las puertas del Cielo, a dejarnos su maravillosa Revelación Cristiana, con su Doctrina maravillosa, sus Santos Evangelios, su Iglesia, y la institución de sus Sacramentos, su lección de vida ejemplar, la formación de sus apóstoles, lucrarnos la filiación divina y mandarnos a su Espíritu Santo, que nos acompañará en su Iglesia hasta el fin de los tiempos.

Les deseo una muy Santa y Feliz Navidad y que Nuestra Señora nos auxilie en el camino de nuestra salvación.

JCS

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