sábado, 7 de diciembre de 2019

¿SOMOS REALMENTE LIBRES?


¿SOMOS REALMENTE LIBRES?
En la ciudad alemana de Colonia, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en 2005, el entonces cardenal Ratzinger, al dirigirse a ellos, y cito, les dijo “..la libertad no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos, verdaderos y buenos”. El Papa Francisco escribirá sobre esta tema “Para ser protagonistas de los acontecimientos del mundo es indispensable comenzar por ser protagonistas de nuestra propia vida”. 
El Señor al crear al hombre le permite ser dueño de sus propios actos, nos dio el libre albedrío, somos nosotros los que conducimos en medio de los temporales y de los problemas que la vida nos va presentando siempre. Bien vista la vida consiste en continuas y permanentes soluciones, a cada paso tenemos que dar remedio a algo, mucho de ello muy sencillo, a veces con ciertas dificultades que hay que vencer, y otras enfrentando libremente problemas de muy ardua solución, algunos nos acompañarán el resto de nuestra existencia… son los riesgos de la libertad, la aventura de nuestra propia e individual vida personal.
Es parte de nuestra formación personal el conocernos, tomando en cuenta lo siguiente: ¿Cuáles son nuestros principales defectos?, ¿Qué estamos haciendo para corregirlos?, ¿escuchamos y tomamos en cuenta las correcciones que nos hacen familiares, amigos, profesores, etc.?, ¿tenemos algún talento en especial, algo en lo que destaquemos por alguna capacidad que nos ha concedido el Creador?, ¿tratamos de sacarle partido a ello de usarlo positivamente, sobre todo si sirve para ayudar al prójimo?,  ¿somos poseedores de algunas virtudes?, y ¿las practicamos?, hacer uso apropiado de nuestra libertad es hacer uso de estas y evitar aquellos, libremente conformamos nuestra personalidad, todos los hombres somos creados diferentes, y al vivir hacemos uso libre de nuestras capacidades, buscamos la felicidad en nuestro actuar tras los objetivos que nos planteamos a nosotros mismos, debemos tomar decisiones, involucrarnos en cuestiones arduas, nos vamos planteando metas a resolver, en lo familiar, en lo social, lo económico, lo profesional, las amistades, estudios, deportes, actividades múltiples, hay quien tiene preferencia por los estudios, otros buscan legítimamente el hacer un patrimonio cuantioso, o ambas cosas, y mas. En lo anterior necesitaremos depender de otros y otros dependerán de nosotros, pero siempre todos dependeremos de Dios, y a Él tenemos que recurrir, agradeciendo lo que nos otorga y pidiendo lo que carecemos.
“Se hace camino al andar” nos dice el poeta, y debemos de hacer la andadura de la mano de Dios, saber que caminamos con tal compañía nos llena de alegría, hace de nuestro camino algo grande para nuestro fuero interno, valioso, santo, santificado, santificable, basta ofrecerlo con amor al Señor, teniendo en cuenta esa interdependencia que nos viene de otros y que a otros va, no somos ermitaños, vivimos rodeados de otros con los que convivimos , amamos, trabajamos, competimos o ayudamos, siempre con el Señor a nuestro lado, consultándole, rogándole, amándole, ayudando a sus criaturas en nuestra capacidad.
Somos gregarios por preferencia y por necesidad, nadie es absolutamente autónomo, Dios quiere esa interdependencia humana, que es factor de unión, esa ayuda mutua que desemboca en el Bien Común. Se trata de nuestro entorno humano y en este debemos de ser testigos de nuestras convicciones cristianas, dar ejemplo de rectitud, honestidad, bonhomía, vivir los principios de solidaridad y subsidiaridad, hacer apostolado con el prójimo, buscando su y nuestra salvación eterna. La vida plena de libertad que ha optado por lo dicho, aquella misión que tenemos en nuestra vida y a pesar de los inevitables errores y faltas a los que los humanos estamos siempre expuestos, los podremos corregir en especial cuando acudamos al Sacramento de la Confesión. Del pasado tenemos que aprender y el futuro lo enfrentamos siempre con el valor que la compañía del Señor nos proporciona,  pidamos ayuda a nuestra Madre del Cielo y vayamos esculpiendo nuestra propia biografía, con la gran meta de la salvación eterna.
Jorge Casas y Sánchez.

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