sábado, 6 de octubre de 2012

EL PECADO Y EL ESTADO DENUESTRA CONCIENCIA


EL PECADO Y EL ESTADO DE NUESTRA CONCIENCIA.

Sabido es que el pecado es esa transgreción que hacemos en contra de lo que nos indica la voluntad de Dios. Como sabemos, hay pecados graves a los que llamamos “mortales” y pecados veniales, en primer término vamos a tratar de aclarar cuales son unos y otros.

Son tres las condiciones que debemos de considerar respecto de los pecados, a saber:

CONOCIMIENTO, CONCIENCIA DEL COMETERLO Y GRAVEDAD DEL ACTO, veamos:

CONOCIMIENTO es el saber que el acto cometido es realmente una transgreción a la voluntad divina. Lo que conocemos por la información que tenemos gravada en nuestra conciencia, y esta se nos empieza a formar con el uso de razón, lo que se nos enseña desde el catecismo que recibimos en nuestra infancia, por los diez Mandamientos de la Ley de Dios, los Mandamientos de la Iglesia, y por lo que nos enseña la moral cristiana a través de la Tradición, lo que aprehendemos de nuestros padres, maestros, sacerdotes, directores espirituales, otros familiares o amigos, etc. Y que se gravan en nuestra conciencia, en lo que llamamos formación e información. Es en la misma conciencia donde conocemos el bien y el mal, ella nos indica lo que llevamos a cabo de acuerdo con la Divina Voluntad, y lo que es contrario a esta, en especial si cumplimos con la obligación moral de alimentarla debidamente, a través del Sacramento de la Confesión, del conocimiento de la Doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, en especial a través de consultar el Catecismo de la Iglesia Católica, que la contiene.

CONCIENCIA DE COMETER EL ACTO PECAMINOSO, se refiere a que seamos concientes de que estamos consintiendo el dicho ilícito. Que nos encontremos concientes del acto en el momento de su cometido, pues hay actos que sabiendo que son pecaminosos los podemos cometer sin conciencia de ello, considerando que si hubiéramos tenido un instante de reflexión, no los hubiéramos llevado a cabo. O han escapado momentaneamente de nuestra memoria, pero esto puede generar dudas sobre todo en casos de repetición por lo que ante la duda es necesara la confesión antes de una consideración personal, y antes de comulgar.

GRAVEDAD DEL ACTO, aquí es la formación que hemos recibido la que nos lo indica, sabemos por ejemplo que no ir a misa los domingos es PECADO MORTAL, como lo es el cometer actos contra la pureza, ejemplo el adulterio, la masturbación, el consentir malos pensamientos. Así como el faltar el respeto a los progenitores, la mutilación , el homicidio que incluye el aborto, el microaborto. Entre los casados el uso de anticonceptivos o píldora del dia siguiente, los deseos desordenados de la mujer del prójimo, los latrocinios que perjudican a la víctima, el secuestro o formas diferentes de privación de la libertad, etc. El comulgar con conciencia de que se está en pecado mortal, aunque tenga uno el arrepentimiento y el propósito de enmienda, pues debe mediar la absolución que se nos otorga en el Sacramento de la Confesión y que nos regresa, en su caso, al Estado de Gracia. Debemos de comprender que la Comunión Eucarística, Sacramento enorme, solo se puede recibir estando en Gracia de Dios.

Veamos ahora en forma mas específica los pecados, Venial y Mortal.

PECADO VENIAL es aquel que no cuenta con las tres condiciones expuestas, sino solo una o dos, es también pecado venial aquel que, contando con las tres condicionantes, no conlleva gravedad en la falta cometida. Al pecado venial le tenemos que combatir y evitar el cometerlo, el hecho de que no nos lleve a perder el Estado de Gracia, de ninguna manera nos libra de la obligación de hacer todo lo posible por no cometerlo, aunque no se de la necesidad de confesarlos para estar en posibilidad de comulgar. Por supuesto se llevan al Sacramento de la Confesión.

PECADO MORTAL, es el que teniendo las tres condicionantes mencionadas, la tercera es de materia grave. En cuanto hallamos caido en él, perdemos el Estado de Gracia, y esto nos debe de llevar al confesionario a la mayor brevedad posible, mucho se ha recalcado que lo propio de las personas humanas es el levantarse después de haber caido, y el caer se debe a que nuestra naturaleza después del pecado de nuestros primeros padres quedó de tal manera lastimada, que a pesar de sernos perdonado el Pecado Original, dicha naturaleza ha quedado propensa a pecar. Que tenemos defensas que podemos usar en contra de esa inclinación, por supuesto que si, y Dios no permite que las tentaciones que sufrimos sean mayores a nuestra capacidad de de vencerlas, podemos, si, pero para ello necesitamos la formación de buenos cristianos, y por supuesto la Gracia Divina. Conviene que la lucha contra todo pecado se dé en todo cristiano y no condescender, mucho menos en las materias graves. Todo esfuerzo que llevemos a cabo será recompensado por Dios. Ante la duda de si un acto ha sido o no de gravedad mortal, nuestra obligación es salir de la duda antes de volver a comulgar, lo que mejor que nada podemos aclarar en el confesionario, o si tenemos direccipon espiritual, con ella o con él.

NUESTRA CONCIENCIA. Se trata de un saber práctico que está gravado en lo profundo de nuestros corazones, ello en forma general, o sea en todos los hombres cuerdos, de todas las razas, de todas las épocas, de todas las creencias, es un dictado que nos dice por ejemplo que no es bueno matar, o robar,
o maltratar al indefenso, que es bueno ayudar al que lo necesita, es por supuesto exclusivo de las personas humanas, si se nos pidiera una definición de la conciencia se podría dar esta:

“ JUICIO DE LA RAZÓN POR EL QUE CONOCEMOS LA CUALIDAD MORAL DE TODO ACTO CONCRETO QUE SE PIENSA HACER, SE ESTÁ HACIENDO O SE HA HECHO. ALLÍ PERCIBIMOS LAS PRESCRIPCIONES DIVINAS.

El los actos humanos se da la vinculación de la conciencia moral, la libertad y la verdad. Mientras los llamados “ actos del hombre ” pertenecen al ámbito en que no se dan estas características, como lo son el instinto, las necesidades fisiológicas, la necesidad de respirar, etc.

No basta hacer algo bueno, es necesario nuestro convencimiento de su bondad moral y formulación de nuestro dictamen, por lo que el hombre está obligado a seguir lo que le dicta su conciencia, y repito por enésima vez, nuestra conciencia tiene que estar debidamente formada, de otra manera podríamos cer en errores al hacer cosas que nuestra conciencia considera lícitas sin serlo en realidad. En Rom 14,1
“ todo lo que no se hace con buena conciencia es pecado.” y el Beato Juan Pablo II, nos dejó dicho,
“ el juicio de la conciencia tiene un carácter imperativo “.

Jorge Casas y Sánchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario