lunes, 27 de febrero de 2023

MEDITEMOS SOBRE LA FORMACIÓN HUMANA, APOSTOLADO.

 -  MEDITEMOS SOBRE FORMACIÓN HUMANA.  APOSTOLADO

Los diferentes niveles de la formación cristiana, como la lógica nos señala, van desde los primeros conocimientos, los que todo buen matrimonio enseña a sus pequeños vástagos; a signarse, a rezar las primeras oraciones a Nuestro Señor, a Nuestra Madre del Cielo, a nuestro Ángel de la Guarda, lo que se completará en su momento con la asistencia al Catecismo, donde la o el catequista infantil  nos enseña que hay un solo Dios, infinitamente perfecto y misericordioso, que nos ha creado, que nos quiere muchísimo, que envió a su hijo Jesucristo para salvarnos, perdonándonos del grave pecado que cometieron nuestros primeros padres, que somos criaturas del Señor, que estamos en esta vida, para: amar y servir, a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con todas nuestras fuerzas, que hay una vida después de esta vida terrenal, que es de una felicidad perfecta o que si no cumplimos con la voluntad de Dios está otra vida  de grandes sufrimientos.

Poco a poco iremos conociendo las grandes verdades de la Revelación y Tradición cristianas, se nos enseñará el Credo, los Mandamientos, se nos preparará para los Sacramentos. Lo que debería de suceder generación tras generación; sin embargo, lastimosamente llama la atención una frase que se está manejando mucho en estos días, y que pone los cabellos de punta, dice: LO QUE ANTES SABÍAN LOS NIÑOS, HOY LO IGNORAN LOS VIEJOS. ¿Que nos sugiere el  pensar esto?, que ya son varias las generaciones a las que se debe culpar de ello,  y que es gravísimo, porque aquellos niños que recibimos esas enseñanzas no las hemos sabido transmitir.

Es mucho muy urgente que la cristiandad recupere su gran capacidad de enseñanza llevándola a cabo, todos nos debemos de involucrar trabajando, dedicándose a catequizar, a hacer apostolado, es obligación de religiosos y de seglares, cada uno en el rol que le corresponde pues hace mucha falta y es necesario recuperar el terreno perdido  no solamente a nivel de párvulos, lo que es de vital importancia, sino con jóvenes, con adultos, inclusive con los viejos para recuperar lo que hemos perdido. En nuestro caso estamos hablando de CATEQUESIS ORGÁNICA PARA ADULTOS, que es la que busca otra iniciación, a la que podemos llamar “iniciación a la plenitud de la vida cristiana”. Por lo que en las ENTRADAS de “Descubrir Espiritualidad”  leemos, y debemos meditar lo leído; es recuerdo o enseñanza para los ya iniciados en la Doctrina Básica, que quieren ir aumentando y/o afinando sus conocimientos de nuestra religión; pero no vivamos tan solo para nosotros, pensemos en y actuemos por los demás. Siendo  misión pastoral el tratar una serie de elementos que están íntimamente relacionados con la Pastoral del Magisterio de la Iglesia, pretendiendo suscitar razonamientos y meditaciones que afirman nuestra fe y demás virtudes teologales y humanas, buscando obtener energías de LA IMITACIÓN DE JESUCRITO, de los Santos Evangelios, del Catecismo de la Doctrina Cristiana, de las publicaciones papales y de las Divinas Revelación y Tradición así como de las enseñanzas del Opus Dei, todo de la más pura Doctrina de Jesucristo, y sin olvidar las enseñanzas del Antiguo Testamento.

Cuando hablamos de la imitación de Jesucristo, lo primero que se nos viene a la mente es el siguiente  cuestionamiento: ¿Cómo es esto posible, si Él es Dios todopoderoso, Creador y Redentor nuestro? Y la respuesta es: tratar dentro de nuestras  capacidades humanas, con nuestro mejor esfuerzo de cumplir con la voluntad de Dios Padre, como lo hizo Él: “LAS PALABRAS QUE ME DISTE SE LAS HE DADO Y ELLOS LAS HAN RECIBIDO” Jn.17,8 , esto se complementa con la necesidad y conveniencia de rezar, de pedir que lo que realicemos en materia de apostolado sea posterior a la oración correspondiente. San Josemaría nos decía: Primero, oración; después expiación; en tercer lugar, muy en “tercer lugar”, acción y completaba, -la oración es omnipotente-. Apóstol viene de una locución griega que significa, enviado. Los doce Apóstoles de Jesucristo, a quienes Él escogió continuaron con sus enseñanzas el resto de sus vidas y lograron la más grande transformación espiritual, moral y religiosa que en este mundo se ha dado, quedando establecida en la humanidad según los lugares del globo con más o menos participación, misma que con la extraordinaria labor misionera que se distingue por catequizar fuera de su entorno, sigue convirtiendo almas llegando a lugares antes desconocedores de nuestra fe, y que continuará hasta el final de los tiempos. Hoy sigue habiendo apóstoles, como continuadores de la misión de anunciar el Reino de Dios por todo el mundo y de esto quiero comentar: todo aquel que ha encontrado el amor de Jesucristo, por este solo hecho, al atestiguarlo ya está cumpliendo con la misión apostólica en su mínima expresión. Es obligatorio, urgente, y necesario que vayamos más allá,  que tratemos, primero que nada con nuestro ejemplo y después con nuestras oraciones y acciones.

Todo apostolado debe comenzar con oración, esta es una enseñanza de Jesucristo que San Josemaría, un santo de nuestro tiempo, tomó mucho muy en cuenta al grado de convertirse en  gran maestro de la oración, nos enseña que lo primero es la oración, después la expiación y solo en tercer lugar, muy en tercer lugar la acción. Esta es una clarísima enseñanza de Jesucristo que oraba a Dios Padre: Mateo 14, 23-24   Mateo 6,7-13  

Lo peor que nos puede suceder es que no hagamos nada, no se trata de convertirnos en activistas, sino de saber aprovechar las oportunidades que la vida nos presenta para, en esos momentos atestiguar nuestras convicciones católicas ante los otros; y hacerlo con la intención de influir con nuestro ejemplo de buenos practicantes del cristianismo católico.

Cada uno nos debemos de manifestar con nuestra entrega en la que se colabora a la formación de los demás. El ejemplo que nos dejó Jesucristo es el que debemos de imitar, Él después de rezar a Dios Padre y de haber elegido a sus apóstoles los fue formando poco a poco para la enorme misión que les había destinado, ser apóstoles del mundo conocido. Les dio instrucciones con su Espíritu Santificador, y después de su Pasión, Muerte y Resurrección siguió enseñándoles a lo largo de los cuarenta días lo referente al Reino de Dios. La gran obra evangelizadora que llevan a cabo fue nada menos que la continuación de las enseñanzas de Jesucristo, y que durará hasta el fin del mundo, y esta será más rica con la colaboración de cada uno de nosotros.

El núcleo de su mensaje se puede sintetizar haciendo mención de lo siguiente: su oración sacerdotal a Dios Padre, a quien alaba y nos resume la vida a la cual está llamada la persona humana, en nuestra existencia, que es nada menos que la búsqueda de la Vida Eterna donde  conoceremos a Dios Padre a Jesucristo a quien nos envió y a su  Espíritu Santo Paráclito Celestial, que nos permite intuirle, conocerle parcialmente en esta vida, y recibir sus mociones, que de seguirlas, nos santifican. “Las palabras que me diste se las he dado, y ellos las han recibido:

Jn. 17,3.  Y afirma la siguiente maravilla de su propia vida “Yo ruego por ellos” Jn. 17, 9

Roguemos a Dios Padre y a la Santísima Virgen que nos sea posible involucrarnos de alguna manera positiva en la reafirmación de nuestra fe en nosotros y en otros.

JCS.

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