miércoles, 16 de marzo de 2022

SIEMPRE LA VERDAD

   SIEMPRE LA VERDAD.

Los católicos tenemos que ser incansables buscadores de la verdad, en todos y cada uno de los temas de nuestra existencia, lo que nos lleva al conocimiento de las falsedades, equivocaciones o mentiras de relevancia, en el sentido de que afectan a la forma de pensar de muchos. En cambio todo lo dirigido a diseminar las grandes verdades de nuestra existencia, ayuda a las personas a darle sentido: a su manera de pensar,  a sus acciones, y por lo tanto a su vida. La pregunta que de inmediato surge es, ¿Por qué los católicos son los que más conocen de las grandes verdades de nuestra existencia? Y la respuesta es, porque conocemos tanto como nos es posible la Divina Revelación. No creo que sea en balde que aquí recordemos lo que es la verdad, de ella se dice que es cuando lo que se piensa de algo es compatible con la realidad, y su contrario que es la equivocación o la mentira, es lo que no coincide entre lo que se piensa y lo que la realidad es. Y como lo que pensamos no cambia la realidad, si coincide es verdad y si no es mentira. Pues la verdad siempre es objetiva y los sujetos al ser subjetivos tenemos opiniones que pueden ser verdad o no. El catolicismo tiene la enorme, incomparable, REVELACIÓN DIVINA, de allí que al pensar, creer, acordes con esta, estamos en la verdad, y es por ello que sabemos con la más absoluta certeza, lo que la persona humana es: compuesto de cuerpo material y alma espiritual.

 Ahora bien las verdades no solo se encuentran en las áreas de la teología, la doctrina, antropología filosófica, catequesis; las hay en todas las ciencias humanas. Y algunas son verdaderamente asombrosas, tan solo pensemos en las enseñanzas verdaderas de la astronomía, la medicina, la química, la física, la historia,  la filosofía, etc., que no pertenecen a la Revelación, sino a las capacidades intelectivas de hombres sabios. O sea que haciendo una gran división se puede decir que las verdades están contenidas en dos grandes apartados, las verdades reveladas, y las verdades aprehendidas. Y en ambos casos el hombre debe tender a conocerlas sin confusión, las reveladas, por todos los hombres de buena voluntad, y las aprehendidas, en su quehacer profesional, su pasión por la cultura, o necesidades específicas, de todas las personas. Pero siempre con el afán de que sea la verdad la que predomine en los conocimientos. Y en este campo que por pertenecer a la razón humana puede y de hecho varía con constancia, pues el genio humano va descubriendo nuevos aspectos de las realidades, mientras que el conocimiento revelado no cambia, es inamovible, por venir de Dios, lo que nos sucede es que la ciencia teológica avanza en el conocimiento más profundo de la Revelación Divina. Es por ello que vivimos pendientes de Magisterio de la Iglesia.

Aquí es conveniente que razonemos un poco sobre la fe. Y lo primero que se nos presenta es que hay una “fe divina” religiosa, católica cristiana que por ser inmutable la Revelación, de la que proviene, a la que se enfoca totalmente, nos produce una fe que comparte sus características. Por el contrario la “fe humana” en las cuestiones de las ciencias y teorías humanas en general, muchas veces cambia, por lo que aquello que ayer se consideraba verdad, hoy se sabe que no era compatible con la realidad y los nuevos conocimientos, descubrimientos, investigaciones e incluso casualidades nos señalan nuevas convicciones que consideramos verdaderas. Por lo tanto, dado que las verdades de la Revelación son inmutables, puras, eternas, siempre han sido, son y serán verdades absolutas. Por el contrario no todas las verdades científicas lo son, esto lo vemos claramente en los cambios que el progreso va proporcionando al hombre debido a nuevos conocimientos.

 En materia de Fe y Revelación Divina es conveniente conocerlas con precisión, para no caer en el error personal, porque la Fe es esta virtud teológica, que nos es donada por DIOS, pero que la podemos rechazar, modificar en lo personal e incluso en lo grupal, lo que es una tontería de necios o en nuestra soberbia humana la podemos interpretar erróneamente en lo personal, por ello tenemos los católicos al Magisterio de la Iglesia como fiel intérprete cuya autoridad proviene de la inspiración maravillosa del único que  todo lo puede, Dios Trio y uno en su Tercera Persona del Espíritu Santo, es así  que nos permite elevarnos hasta intuir y conocer parcialmente a DIOS, es solo Él, quien tiene el poder de darla al Magisterio. Independientemente de esto es que el hombre solo, sin la fe es incapaz de intuir a Dios y tratar de comprenderle. El hombre en su racionalidad de origen, en su conciencia, asume que existe una divinidad superior al yo, pero por desconocimiento de la Revelación Divina, de la que es cumbre Nuestro Señor Jesucristo, se llena de opiniones equivocadas y pensamientos siempre inconclusos, que lo tienen confundido, de allí que haya hombres que inventan religiones (sectas) y tienen seguidores alejados de la verdad. Solo con la transformación que al aceptar la fe verdadera se experimenta, se pueden conocer las verdades, pues esa fe permite creer en lo revelado por DIOS.

La maestra es la Santa Iglesia, dueña de su Magisterio y esta es la gran razón por la que nos debemos de integrar a ella tanto como nos sea posible y con sus enseñanzas iremos conociendo las verdades más importantes de nuestra existencia, tan repetidas, pero tan importantes que no conviene sino recordarlas siempre: de dónde venimos, a donde vamos, porqué existimos, quien nos ha creado, el más allá después de nuestra muerte,  cual es la voluntad divina, para que vivimos, cuerpo material y alma espiritual es lo que somos, lo qué nos constituye, cual es  el sentido de nuestra existencia, como debemos vivir, y muchas verdades más.

Pidamos a la Santísima Virgen, nuestra Madre del Cielo que interceda por nosotros y que el  Espíritu Santo nos ilumine para poseer las grandes verdades de la cristiandad.

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