ADVIENTO, CIERTAS CONSIDERACIONES.
El primer domingo de Adviento que
acabamos de celebrar el 28 de Noviembre, viene a ser el primero de cuatro
domingos, que constituyen el período del
Tiempo Litúrgico, (que va del domingo 28 al viernes 24 de diciembre), previo a esta
grandísima Fiesta de Navidad, que es el
Segundo Tiempo del Año Litúrgico
Católico. En el principio del Tiempo de Navidad por supuesto la gran celebración
es el nacimiento de Jesús, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, qué se
hace hombre cómo nosotros en todo menos en el pecado.
La palabra Adviento proviene del latín “adventus” y significa, “llegada”.
En la Iglesia Católica se usa el término con relación a la espera de la llegada,
de la venida de Jesús a este mundo, al nacer de Nuestra Señora la Santísima
Virgen María, tiempo en que esperamos el nacimiento de Jesucristo que es el
acontecimiento incomparable, en su grandeza. Es un tiempo de gran alegría para
el pueblo de Dios, que en espera de su llegada, vivimos la espiritualidad
propia de nuestra religión de una manera esmerada. Nos acercamos con la mayor
devoción posible a nuestras oraciones y a la recepción de los Sacramentos, de
la Confesión y la Eucaristía, y por supuesto de nuestra participación en el
Sacrificio de la Santa Misa.
Los personajes que contemplamos
en este acontecimiento, son el primerísimo lugar al propio Niño Dios, a su
Santísima Madre la Virgen María, a su castísimo
esposo el Señor San José, al ángel que anuncia a los pastorcillos la
venida a este mundo del Mesías, los pastorcillos, y los tres reyes magos, (la
piedad popular añade varios personajes más). La grandeza, lo enorme del suceso,
tiene lugar de la forma más humilde, en un pesebre. Esta ha sido la solución que José ha
encontrado, ya que en las posadas no han querido admitirlos debido a lo
avanzado de la gestación de Jesús en el
vientre de María. Los posaderos de esos lugares (posadas) de la época, se veían
obligados a procurar la comodidad de sus clientes, no eran, sus posadas, como ahora, con cuartos aislados, eran galerones donde dormían
muchos huéspedes, y el que una señora tuviese su parto allí produciría
incomodidad a muchos, que presentarían reclamaciones.
Debido a ello a José no le quedó
más remedio que buscar un lugar lo mas adecuado posible. El designio de Dios,
es así como nos da la primera lección de su amado Hijo, mandado a redimir a la
humanidad entera. Lo que tenía que suceder se llevó a cabo, María tenía
preparados pañales con los que envolvió al hijo de Dios, y el aliento de las
bestias, dió calor al lugar. ¡cómo no
maravillarnos de qué el acontecimiento mayor de la humanidad, se haya dado en
esas, aunque pobres amables condiciones!. Pues el amor reinaba
esplendorosamente en el lugar. Lecciones maravillosas de humildad, de
humanidad, de lo básico para la vida, sin necesidad de lo superfluo.
¿Por qué Belén de Judá?, las
escrituras nos dicen que el Mesías, en tanto de la descendencia del Rey David,
nacería en la ciudad natal de este, en efecto la estipe del mencionado Rey procede
de esta vieja ciudad llamada así por el origen de su primitivo nombre hebreo
“bet léjem” cuyo significado es: lugar
donde se hace el pan, y José era de linaje procedente de tal lugar,
así mismo lo sería la Virgen María, pues los matrimonios entre los judíos de
esa época se realizaban entre miembros de las mismas Tribus. Aquí vemos
nuevamente el designio de Dios, pues la presencia de la Virgen en Belén de Judá
en ese lugar se debió a dos circunstancias, a saber, se había publicado un
edicto que para la realización del censo, que los romanos llevaban a cabo, todo
ciudadano se debía ir a registrar a su lugar de origen natal, José en tanto
nativo de Belén decidió ir, para cumplir con esa obligación, y no pudiendo
dejar sola a la Virgen decidió que ella le acompañara en el viaje. Estas dos
razones los tenían a la sazón en dicha ciudad. Y el nacimiento de Nuestro Señor
Jesucristo, tuvo lugar como sabemos en cuanto habían llegado. Es así como la
mujer, la Criatura más perfecta que Dios ha creado, cuyo milagrosísimo y virginal embarazo fue de procedencia
divina, vino a dar a luz a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, en
tanto hombre perfecto, y por supuesto sin dejar de ser perfectísimo Dios,
conservando Ella su Santa Virginidad. Dios reviste a la Santísima Virgen de una hermosura
tan grande, que otra mejor, no es posible, las gracias y dones con que su alma fue
agraciada, son insuperables, pues fueron en orden a la Maternidad Divina, su
sino principalísimo. Dios actuó de manera especialísima para que así fueran los
primeros días de la vida de nuestro Redentor y el resto de su vida.
No existe en el mundo celebración
más grande que la de la Navidad, por desgracia en pocos casos esta celebración es
como debe de ser, una alegre época en que nuestra piedad cristiana se debía de
desplegar en la celebración del nacimiento de nuestro Salvador y Redentor,
realizando los ritos propios del suceso, con la debida devoción, oraciones y
alegría cristiana, por supuesto con la Santa Misa como celebración central y
mas importante, las reuniones familiares con la cena de la Noche Buena que se
celebra el 24 de Diciembre, y la comida propia de la Navidad (Sin olvidar la
venerable costumbre de montar la escena del “Nacimiento”), que es del día 25, son ocasiones de gran comunicación
familiar y social, en ocasiones se intercambian regalos, se preparan manjares
para la cena y la comida, se brinda y se
desean parabienes. Todo esto debe de ser, con la presencia de lo que se está
celebrando. En los EEUU. esta celebración se denomina Christmas, palabra que
proviene de Christ y Mass, Misa de Cristo, y tiene una gran relevancia en ese
país, superándose en algunos aspectos año con año en adornos públicos y
privados en las fachadas de las casas, la tradicional cena con pavo, muchos
adornos y mensajes multicolores, etc.
Pero volviendo al ADVIENTO, que
es el tiempo de preparación de esta gran celebración, debemos recordar que hay
que vivirlo con una devoción especial, acercándose a los Sacramentos del Perdón
y la Comunión, a escuchar con mucha atención las homilías de las Santas Misas,
y a meditar sobre el gran acontecimiento cuyas características extraordinarias
nos deben de llevar a la oración de agradecimiento a Dios Padre, que nos manda
a su hijo unigénito para salvarnos con su Pasión y Muerte, nos concede la
maternidad de la Santísima Virgen cuando agoniza clavado a la Cruz en la que
muere por nosotros, para abrirnos las puertas del Cielo, a dejarnos su
maravillosa Revelación Cristiana, con su Doctrina maravillosa, sus Santos
Evangelios, su Iglesia, y la institución de sus Sacramentos, su lección de vida
ejemplar, la formación de sus apóstoles, lucrarnos la filiación divina y mandarnos
a su Espíritu Santo, que nos acompañará en su Iglesia hasta el fin de los
tiempos.
Les deseo una muy Santa y Feliz
Navidad y que Nuestra Señora nos auxilie en el camino de nuestra salvación.
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