jueves, 5 de mayo de 2022

IN-HABITACION TRINITARIA

 


IN-HABITACIÓN TRINITARIA.

 

Llamamos "in-habitación trinitaria al estado por el cual la  Trinidad Santísima  inhabita en  la persona que está en Gracia de Dios. Este estado lo obtenemos por medio de los Sacramentos del Bautismo, de la Confesión, y de la Eucaristía.
 Jn 14,23: Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. Y San Pablo: Ef 3,17: Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones.  Del Apóstol San Juan: 1 Jn 4,12-13, 15-16: A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros. El que dice que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Él y Dios en él.

Podemos decir que la presencia del Hijo, o del Espíritu Santo; incluso la del Padre está en nosotros,  Evidentemente que el hablar de una de las divinas Personas entraña la referencia a las otras dos, se nos enseña en la fe católica,  que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir ni separar las sustancias. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra también la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad.

Los Santos Padres insistieron en la presencia de Dios Trino en el alma del justo; aunque a veces sólo refiriéndose a una de las personas. Ignacio de Antioquía gustaba en llamarse “Theóforos”, portador de Dios; o también “Cristóforos”, portador de Cristo. San Ireneo frecuentemente nos recuerda que el Hijo enviado por el Padre, nos revela al Padre en nuestro interior.

 Las tres Personas se hacen presentes al alma por,  el Padre, principio de todo absolutamente, no puede ser enviado por nadie y, por tanto, se nos dona a Sí mismo a nosotros; el Hijo, tiene al Padre por principio, luego es “enviado”  por el Padre; finalmente el Espíritu Santo, al tener como principios al Padre y al Hijo, es enviado por la primera y la segunda Personas de la Trinidad.

Santo Tomás explica: “Las Personas divinas no pueden ser poseídas por nosotros sino o para gozarlas, de modo perfecto, lo cual se da en el Estado de la Gloria del cielo; o para gozarlas de modo imperfecto, lo cual se da en esta vida por la gracia santificante”. Para que gocemos de su presencia y con su presencia y posesión.

 

Qué impresionante y qué riqueza extraordinaria significa esto. Si cada una de las divinas Personas son nuestras ¡y para gozarlas! ¿cómo no lo será todo lo demás? ¿qué podemos temer? ¿qué nos puede faltar? De modo muy hermoso San Juan de Ávila ponía en boca de Cristo algo semejante: “Yo (soy) vuestro Padre por ser Dios, yo vuestro primogénito hermano por ser hombre. Yo vuestra paga y rescate, ¿qué tenéis deudas, si vosotros con la penitencia y la Confesión pedís perdón de ellas? Y se os concede. Yo soy Cristo, vuestra reconciliación, ¿qué teméis ahora? Yo el lazo de vuestra amistad, ¿qué teméis enojo de Dios? Yo soy vuestro defensor, ¿qué teméis a contrarios? Yo vuestro amigo, ¿qué teméis que os falte cuanto yo tengo, si vosotros no os apartáis de Mí?. Vuestro es mi Cuerpo y mi Sangre, ¿qué tenéis hambre? Vuestro es  mi corazón, ¿qué teméis olvido? Vuestra mi divinidad, ¿qué teméis miserias? Y por accesorio, son vuestros mis ángeles para defenderos; vuestros mis santos para rogar por vosotros; vuestra mi Madre bendita para seros Madre cuidadosa y piadosa; vuestra la tierra para que en ella me sirváis, vuestro el cielo porque a él vendréis; vuestros los demonios y los infiernos, porque los hollaréis como esclavos y cárcel; vuestra la vida porque con ella ganáis la que nunca se acaba; vuestros los buenos placeres porque a Mí los referís; vuestras las penas porque por mi amor y provecho vuestro las sufrís; vuestras las tentaciones, porque son mérito y causa de vuestra eterna corona; vuestra es la muerte porque os será el más cercano tránsito a la vida. Y todo esto tenéis en Mí y por Mí; porque lo gané no para Mí solo, ni lo quiero gozar yo solo; porque cuando tomé compañía en la carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo trabajase, ayunase, comiese, sudase y llorase y en mis dolores y muertes, si por vosotros no queda. ¡No sois pobres los que tanta riqueza tenéis, si vosotros con vuestra mala vida no la queréis perder a sabiendas!”

 

La manera mas  sublime de obtener la In-habitación Trinitaria, es cuando nos acercamos a los Sacramentos de la Confesión y cuando comulgamos estando en Estado de Gracia, al recibir a Jesucristo en nuestro cuerpo,  Él nos abarca, nos inunda con su Gracia Santificante. Él es la Gracia, y nos visita, viene a nosotros y conlleva la In-habitación Trinitaria, la que conservamos mientras no pequemos mortalmente, y la cual reforzamos con la frecuencia de la recepción de los Sacramentos mencionados. Pidamos a nuestra Madre del Cielo, que nos acompañe cuanto tenemos o estamos buscando la In-habitación Trinitaria

 

Preparó: Jorge Casas y Sánchez.

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