lunes, 28 de marzo de 2022

VIRTUD TEOLOGAL DE LA ESPERANZA

 

  VIRTUD TEOLOGAL DE LA ESPERANZA.

Podemos comenzar por las definiciones de lo  que vamos a tratar, a la virtud en general la consideramos como la actitud existencial que forma parte de nuestra estructura mental en cuanto a su aplicación a nuestras formas de: actuar, juzgar, de apreciar la belleza, bondad, justicia, etc. delante de  nuestra vida ética y moral y consideramos sus opuestos, a los que calificamos de vicios. Los clásicos, con toda razón mencionan cuatro VIRTUDES CAPITALES HUMANAS, prudencia, justicia, fortaleza y templanza, siendo estas las virtudes necesarísimas para ser personas que al vivirlas en su praxis nos convierten en personas de buena voluntad, y las adquirimos al ser educados y auto-educados.

En cuanto a LAS VIRTUDES TEOLOGALES, al referirnos a ellas no podemos sino considerar que son infusas, en el Sacramento del Bautismo, nos son infundidas por Dios, que  Él, además las da a los hombres como dones que podemos admitir y vivirlas prácticamente, o rechazarlas, y privarnos de su extraordinario valor existencial. Son: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Forman parte de nuestra conciencia. Toda estructura mental humana sin distinción de época, lugar, raza, cultura, se da en la conciencia de los hombres que las admiten, y así gozan de sus incomparables beneficios. Esto nos lo demuestra la historia, al contemplar al hombre en busca de una o varias divinidades, es fe. El respeto a sus muertos, sus diversas maneras de entierros, y respeto de sus tumbas, En algunas culturas como la egipcia con espectaculares muestras. Nos muestran que había una esperanza, y al llevarlo a cabo, sin duda lo hacían por caridad, amor a sus difuntos. Además a los católicos la infusión bautismal de estas nos refuerzan de una manera muy abundante, al proceder del Sacramento. La Revelación Cristiana, s la que les dará el rango de teologales.

Vistas estas seis virtudes, podemos dar la definición clásica de virtud:” HÁBITO OPERATIVO BUENO”.  Por lo que es de esperarse que sean hábitos que se repiten en  multitud de ocasiones, y son parte de nuestras más íntimas convicciones. Las virtudes son muchísimas, sería fuera de lugar tratar de hacer aquí un listado, pero si me permito mencionar algunas más, como ejemplos, tanto de virtudes morales como simplemente humanas, el criterio personal sabrá cuales pertenecen a cada una de estas dos clasificaciones. Desde luego hay varias maneras de clasificarlas adicionalmente, las virtudes son estas: generosidad, mansedumbre, bonhomía, paciencia, humildad, sabiduría, perdón, gratitud, perseverancia, respeto, higiene, educación, constancia, y un largo etc.

 LA ESPERANZA, en tanto Teologal, (porque hay una esperanza humana) que es de la que trataremos hoy,  consiste en la plena certeza que tenemos de que recibiremos los bienes prometidos, por Jesucristo al ser nuestra actitud la de católicos obedientes a la voluntad divina, lo que nos  proporciona la expectativa de la salvación eterna    al actuar con la libertad que nos proporciona la omnipotencia divina, su bondad y el auxilio de su  gracia.  Pues contamos con la certeza de que Dios siempre cumple sus promesas, y su justicia  es de una perfección absoluta.

Esta virtud teologal de la Esperanza es consoladora en el dolor, en los casos en que los sufrimientos necesitan que se  nos proporcione la paz en nuestro corazón, es lucha en contra de la idea de que el cielo de la vida eterna es algo muy lejano, veamos algunos ejemplos de cómo se ha vivido la Esperanza: Moisés se mantuvo y a ayudó a su pueblo, durante 40 años de peregrinación por el desierto, esperó poder controlar la fragilidad de muchos y en años por venir. En nosotros actúa esta virtud ante nuestros grandes problemas. Sin ella ¿cómo podríamos aguantar las situaciones verdaderamente difíciles?

Mucho nos preocupamos por la Fe y la Caridad, a la Esperanza la tenemos un poco olvidada y es la que nos mantiene alerta ante las vicisitudes de la vida, con ella vencemos el miedo a la condenación y sabemos que las promesas de Dios siempre se cumplen. Abraham vivió de la esperanza en múltiples formas su esperanza reforzó su Fe y su Caridad, sus muestras de la invencible y grandiosa Esperanza en Dios, la vemos en multitud de casos y actitudes, baste recordar el sacrificio de su propio hijo, que estaba decidido a realizar, solo una enorme Esperanza en Dios, motivaba sus acciones. Y así lo llevó toda su larga vida.

Jesucristo es maestro en Esperanza, ejemplos como el  de su agonía de Getsemaní, toda su vida de entrega a la voluntad del Padre, la formación de los Apóstoles, fundación de su Iglesia, la intensidad de su predicación, la institución de los Sacramentos, todos son hechos que se fundaban en la salvación de muchos, la Esperanza Divina en Él, fue su motivación, además a sabiendas de que los hombres practicamos esa virtud.

La Virgen y su Esperanza vivida es una muestra incomparable de vida de esperanza en Dios, tantos acontecimientos en los que su vida transcurrió, que nos pueden dar lugar a meditaciones sobre ello. Y José su castísimo esposo, el hombre de las soluciones, nos es también ejemplo de Esperanza al igual que innumerables casos como los que nos han dejado san Pedro y san Pablo.

La Esperanza nos da felicidad, tranquiliza nuestra alma cuando nos entregamos al Señor, con amor, con sencillez.  Es sin duda parte de su misericordia, aliento que recibimos para servir a su Iglesia, como esta quiere ser servida. Iglesia que es  la nuestra también y somos de ella.

 Sin Fe no puede haber Esperanza y el ejercicio de esta  es parte de nuestra Caridad, he allí la unión de las tres inseparables virtudes teologales. Cuya base es la Fe operativa, siendo la Caridad y la Esperanza operativas también. San Josemaría, nos anima con su santa visión a echar mano de la Esperanza a la hora de las tentaciones, los obstáculos, etc. (Camino 12 – 139 y muchos puntos mas.

Para terminar hoy veamos lo que se nos dice de acuerdo al: CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA  La Esperanza es la virtud teologal, por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo”.

Pidamos a Jesucristo y a la Santísima Virgen que nos auxilien para vivir cristianamente, la entrega que la vocación nos exige, que nos ha sido dada y nos sigue incrementando Dios Padre,  esta virtud teologal.    (JCS.)

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