LO QUE TODO CRISTIANO DEBE SABER PARA COMULGAR.
TRES JUEVES HAY EN EL AÑO QUE RELUMBRAN MAS QUE EL SOL:
JUEVES SANTO, CORPUS CHRISTI Y LA ASCENCIÓN, se dice con gran respeto, amor y devoción
en la Iglesia Católica, desde hace muchos años. Y hoy es uno de estos jueves, Jueves
de Corpus Christi. Día en que se conmemora la Eucaristía. Me he
permitido preparar estos renglones.
Empecemos por aclarar lo que es
COMULGAR. Se trata de recibir real y verdaderamente a Jesús Sacramentado, o sea
a Jesucristo Dios y Hombre verdadero. Al recibir su cuerpo o la Sangre, o Ambas
a través de una o las dos especies que eran pan y vino y han cambiado su substancia al ser consagradas por
el sacerdote en representación de Jesucristo, en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor. A
este acto sagrado se le llama TRANSUBSTANCIACIÓN. Las apariencias de textura,
sabor, aroma, imagen, etc. permanecen en las especies, pero no son ya lo mismo.
El milagro que Dios realiza con su inconmensurable poder ha convertido lo que era
pan en su Santísimo Cuerpo, y lo que era vino en su Preciosísima Sangre y ello
se realiza durante el Santo Sacrificio de la Misa, precisamente en el momento
de la Consagración Eucarística.
Lo anterior nos permite entender la enorme
importancia del Sacramento Eucarístico por lo que al acercarse a recibir la
Santa Comunión durante la Misa, o en otra circunstancia requiere ante todo el estar
en ESTADO DE GRACIA. Solo podemos comulgar cumpliendo con este requisito
indispensable. Y ¿de qué trata este requisito? Pues de que seamos recinto digno
de recibir tan grande gracia, como es el que Jesucristo venga a inhabitar
nuestra alma, que su venida que nos visita en nuestra totalidad corpórea y
espiritual, pues no somos nosotros los que lo asumimos a Él, al comulgar, sino
que Él quien nos abarca en nuestra totalidad, con su presencia.
He mencionado que se trata de un
milagro la transubstanciación, y lo es, es más, se trata de un milagro de amor,
que al recibirlo adecuadamente nos llena de gracia santificante, la gracia que
nos salva y que es don de Dios que por méritos nos otorga. Por lo que depende
de nosotros, del trato que le demos, el que permanezca en nosotros, lo que nos sucede
es lo que intento explicar a continuación; cuando nos alimentamos
materialmente, los alimentos se convierten en parte de nuestro cuerpo, podemos
decir que el alimento se transforma en nosotros, pero en la Comunión no es la
Eucaristía la que se transforma en nosotros, la gran diferencia es que la
Eucaristía nos transforma a nosotros en uno con Cristo, por ello hablo arriba
de que nos abarca. En lo que si hay símil es en que nos alimenta
espiritualmente nos vigoriza espiritualmente, nos da fuerzas para conservar la
gracia santificante, como el alimento material lo hace en nuestros cuerpos.
Comulgar sin estar en gracia de
Dios es pecado gravísimo, consideremos que Jesucristo muere en medio de
dolorosísima pasión, derrama hasta la última gota de su sangre para redimirnos,
es víctima y oferente en ello, y precisamente lo celebramos en la Santa Misa, en
conmemoración suya a deseo expresado por Él mismo. En su pasión redentora, se separan sangre y cuerpo como en el rito de la Eucaristía, muere en la Santa Cruz, siendo
ello su primera Misa, a la que previamente se adelantó en su última Cena con
sus apóstoles, instituyendo el Sacramento Eucarístico, y diciéndonos que lo
hagamos en conmemoración suya. Por lo tanto al acercarnos a comulgar debemos de
asumir lo que en compañía de sus apóstoles realizó. Comemos su Cuerpo y/o
bebemos su Sangre, pues Él está real y verdaderamente, vivo, glorioso,
resucitado en las especies consagradas.
El estar en gracia de Dios
consiste en no tener pecados graves sin confesar y que se nos perdonen en el
Sacramento de LA CONFESIÓN, por lo que adquirimos el estado de gracia al
confesarnos y este estado se conserva mientras no pequemos gravemente. Aquí me veo obligado a recordar a
aquellos que lo han olvidado o que lo sabían y no lo valoraban adecuadamente o
desconocían el caso, consiste en que el no ir a Misa en Domingo o fiesta de
guardar es pecado mortal. O sea que si me he perdido la misa dominical, fuera
de caso de fuerza mayor o enfermedad, estoy sin gracia de Dios y no debo
comulgar hasta haber sido perdonado, pues el comulgar no estando en gracia de
Dios es un grave pecado llamado sacrilegio.
San Pablo en Corintios, 11-27,
nos dice: ……--“quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será
reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor”--, ….solo quien tiene sincera
conciencia de no tener pecado mortal sin confesar puede recibir el Cuerpo de
Cristo, nos aclara el Concilio de Trento, y lo recuerda el Magisterio.
El amor a Dios, nuestro
agradecimiento, y nuestra piedad nos impulsan a comulgar, pero es necesario de
toda necesidad el estar en la condición adecuada, en estado de gracia. De no darse esta ello, es mejor
no comulgar.
Jordi Casas.
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