ENTRADA 133, SOMOS CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS.
Por su enorme importancia se
dice, se recuerda, se repite y se repetirá miles de veces todos los días que el hombre está
hecho a imagen y semejanza de Dios, y en forma constante lo comprobamos en
nuestra vida diaria, es algo que le tenemos que agradecer al Señor, es una
distinción tan grande dentro de la enormidad de la Creación, y debemos de
obtener de ello todas las ventajas, en primer lugar las espirituales, cuando
tenemos experiencias traumáticas, cuando las experimentamos de gran felicidad,
y en toda situación de estabilidad
normal, no dejemos de considerar que en casi todas las situaciones la importancia
personal; son, conjuntamente lo práctico y lo espiritual, que se nos presentan.
La imagen y semejanza con Dios de que gozamos es de carácter espiritual, siendo
que Dios es Espíritu Puro. La imitación de Cristo ocupa un lugar, con toda su
gran importancia, diferente al de la imagen y semejanza.
Se me dirá: ¿Cómo es posible esta
semejanza, si entre nosotros mismos somos tan diferentes? En uso de nuestras
capacidades de razonamiento, como conglomerado humano, debemos de tener una
respuesta, y esta proviene del análisis del resto de la Creación, por lo que podemos concluir que los seres humanos tenemos
rasgos propios y que nos distinguen del resto de todo lo demás, pues somos
libres, capaces de pensar, tenemos voluntad propia y personal, somos los únicos
capaces de intuir a la Divinidad, de distinguir el mal moral del bien moral, y en
nuestra conciencia esto está grabado en todos los seres humanos en uso de sus
facultades, solo situaciones de padecimiento mental permanente, (padecimiento
mental) o pasajero (estados de: drogadicción borrachera, inconciencia por
accidente, etc.) nos sacan de: el estado consiente. Lo anterior nos lleva a
pensar en la desgracia que es el perder la conectividad con Dios, nada se puede
comparar con el estar conscientes de nuestra permanente relación con nuestro
Creador.
Adjunto a nuestra capacidad de
pensar tenemos, siendo los únicos en la Creación, otras capacidades como el
poder expresar nuestros sentimientos, necesidades, deseos, preferencias ideas y
de manera sublime nuestros amores. Esto por medio de la palabra, sea escrita, leída,
hablada o expresada de otro modo. Distinguiéndose entre estos las expresiones del
amor a Dios Trino y Uno, a nuestra madre del Cielo, la Santísima Virgen, para
desembocar en nuestros otros amores, al prójimo, a los familiares, a la patria,
a nuestras tradiciones y cultura, y muchos otros, algunos legítimos y
positivamente buenos o, por desgracia otros de signo negativo. La capacidad de
amar es la facultad más diferenciada de otros seres creados por lo que es
necesario saber distinguir entre instinto, que es propio de animales y humanos
y capacidades que nos vienen de la imagen y semejanza con que hemos sido
creados. Hay, no se pueden negar ideas y conceptos que son meramente
instintivos y que contrastan con la imagen de Dios que nos quedó después del
pecado de nuestros primeros padres. A esta idea, Dios con su Divina Revelación,
nos fue completando el conocimiento que la teología, en tanto ciencia humana
nos va proporcionando.
El saber de esta imagen y semejanza
la conocemos desde el libro del Génesis 1-11 podemos ver la referencia en Génesis
1, 26-28, ello sitúa al hombre por encima del resto de la Creación, y por
añadidura esto implica responsabilidades, la primera es la relación de
Creador-criatura, donde podemos y debemos meditar la enorme diferencia entre el
Creador y sus criaturas, en especial en nuestras oraciones, actos de adoración,
contemplando la razón de la existencia de estos atributos, de los que destacan
razón y voluntad humanas, que no solo nos distinguen en la Creación, sino que
nos permiten la cercanía, la comunicación, el entendimiento con Dios, gracias a
la acción sobre nosotros del Espíritu Santo.
Demos gracias a Dios a través de
la Virgen Santísima, de esta maravillosa donación que nos confirma como sus
criaturas predilectas.
Jordi Casas.
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