CALAMIDADES PROCEDENTES DE ERRORES HUMANOS. (Primera parte).
A la vista de muchas situaciones
de la vida actual, vista con criterio verdaderamente humano, cristiano, justo,
civilizado en verdad, cuando se entiende
como es debido y sin enmascararla, prostituirla, la vida actual, en general, tiene aspectos muy
criticables que proceden de errores que
se han venido cometiendo desde que el hombre fue creado, pero que, en lugar de aprender a corregirlos, los
seguimos cometiendo y hemos inventado otros garrafales que pueden socavar aún
más aquello bueno que nuestra naturaleza y educación cristiana contiene. Hay
grupos que se benefician económica o políticamente de estos errores, es por
ello que tratan de insertarlos en la vida de los hombres. Con el objeto de que
recapacitemos en ello es que los trataré en este opúsculo, del que ésta es su
primera parte.
La falta de conocimiento de lo
que hay que creer, o sea la ausencia apostólica de las cosas que Nuestro Señor
Jesucristo vino a enseñarnos y a revelarnos a este mundo, con indicaciones de
Dios Padre, son la causa de las más trágicas calamidades que sufre el mundo
actual. No podemos dejar de mencionar en primer lugar la mayor de nuestras
calamidades, la práctica extendida del aborto, que nos indica que son millones
de personas humanas, cuyas vidas antes
de su gestación completa y nacimiento son truncadas, son criminalmente
asesinados en las entrañas de sus propias madres, son seres concebidos con alma
inmortal, con todo el derecho a vivir, pero el error humano de desconocer lo
que verdaderamente es la vida pre-natal, la falta de fe en las enseñanzas de la
Revelación Divina, la falta de temor de Dios, la incredulidad del castigo
eterno en la otra vida, una absoluta carencia de la virtud de la caridad, que
son fruto podrido del no haber recibido o admitido los sanos y deliciosos
frutos de la formación cristiana. Como es de esperarse aquí la mención de la
falta de la virtud de la caridad (amor), se hace indisensable.
Las tres cosas más importantes en
nuestra vida, que estando llena de finalidades, tiene en su cumbre la finalidad
mayor, con una gran diferencia respecto a las demás, que es la de la salvación
de nuestra alma en primer lugar, y la ayuda a otros a que lo logren, las
podemos definir brevemente como:
1.-
Conocimiento de lo que hay que creer.
2.-
Lo que se ha de desear.
3.-
Lo que hay que poner en práctica.
LA PRIMERA la encontramos en el
Símbolo de la fe (Credo). Esto es algo sobre lo que es conveniente meditar, no
solo en la Misa dominical, sino a lo largo de la semana, las repeticiones de
temas sagrados nos son necesarios para estar más alertas en lo que nuestra vida
cristiana debe de ser, para acentuar nuestras creencias, meditando en ellas,
para acercarnos a la Trinidad Santa, de Dios Padre, Jesucristo, el Espíritu
Santo, y también a la la Santísima Virgen, ya nuestra Iglesia.
LA SEGUNDA trata ni más ni menos
que de nuestra salvación eterna, ¿qué se puede desear más que esto? la
respuesta es muy simple, NADA, es la visión beatífica por toda la eternidad. La
más perfecta felicidad, que nuestra mente humana no es capaz de conocer. San
Pablo nos dice después de una visión celestial que Dios le infundió: …..Antes como está escrito……( Isaías 64:4
(65:17)“ ni ojo vio, ni oído oyó, ni
pasó por la mente de ninguna mujer, de ningún hombre, lo que tiene Dios
preparado para los que lo aman”: 1
Corintos 2,9.
LA TERCERA siendo la voluntad de
Dios Padre lo que Jesucristo no solo nos revela, sino que con su ejemplo de
vida nos muestra, y sus enseñanzas contenidas en la letra escrita y en la
Divina Tradición, en su doctrina, su apostolado personal, su Iglesia --maestra
nuestra--, sus mandamientos del Antiguo y del Nuevo Testamento, en especial el
mandamiento nuevo del amor al prójimo. En éste sobre todo nos apoyamos para
sostener que en él están las soluciones del mundo actual y futuro.
Seguimos con nuestro tema, otra
atrocidad que el mundo está sufriendo proviene de las guerras, en el caso
actual la que nos está afectando sobremanera es la que el mandamás de Rusia ha
desencadenado al invadir Ucrania, sus consecuencias son globales, y como
siempre sucede sus principales víctimas los pobres.
Nunca son legítimas las guerras,
sino las de defensa, cuando estas lo que pretenden defender es lo justo, la
propiedad legítima, el honor, el Bien Común cuando es atacado, hoy por
desgracia se está sufriendo tremendamente por muchos, implicados directamente,
otros que no tienen la más mínima injerencia entre los países involucrados, y
que están sufriendo, cuando lo menos, en sus economías y planes de desarrollo.
Países como los EEUU. que tienen
una población, en general, NO POBRE, al hacer los enormes gastos en prepararse
para la guerra, que ahora por estar tan sofisticada con la alta tecnología
hacen mal, pues sus profundas
investigaciones y grandes gastos en alta tecnología podrían mejorar muchos
aspectos del bienestar ciudadano, en lugar de destinarlos a mantener los
grandes gastos bélicos. Pero los países como Rusia que en general, SI TIENEN
UNA ABUNDANTE POBLACIÓN POBRE, al entrar a esa competencia armamentista tan
cara, les es IMPERDONABLE, dejar de atender a sus pobladores pobres, en lugar
de involucrarse en esa carrera, carísima y super-sofisticada de los armamentos.
La realidad es que los esfuerzos
humanos, lo que es encomiable por un lado, es penoso que en ocasiones se
dediquen a preparar elementos de muerte, que son diseñados para atacar instalaciones,
personas, equipos, etc. en realidad son destructivas, y toda destrucción es
pérdida, por donde se le vea, por un lado de vidas humanas, lo más apreciable de
todo, pero en lo económico es contrario a todo progreso y desarrollo, por la
sencilla razón que es “destrucción”. Las guerras modernas tratan de destruir
los valores del contrario, los religiosos, los económicos, los culturales, las
normas, sus códigos, la organización social, tierras de cultivo, centros de
trabajo y producción, van en contra de la biodiversidad. Al analizar las causas
de las guerras siempre nos encontramos con el ingrediente PODER, ya sea para
obtener más, propio, o para disminuir el ajeno. Son muestras de odios en
ocasiones ancestrales, como el caso de Medio Oriente, podemos repetir, por su
triste y profunda realidad aquel comentario que se hace sobre los viejos que se
conocen, se odian, se declaran la guerra, pero no se matan, mandan a jóvenes
que NO se conocen, NO se odian y se matan entre ellos. ¡Que triste realidad!
(fin primera parte). JCS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario