ENTRADA 107, MARAVILLAS DE DIOS CREADOR.
A
las personas humanas nos gusta, nos interesa y nos sorprende el observar la
naturaleza que nos rodea, nos admiramos y es la admiración la que nos impulsa a
perseguir la información, la sabiduría, nos empezamos a formular preguntas,
como el ¿por qué? ¿de dónde?, ya Aristóteles señaló que el inicio de la
filosofía es la admiración, el ser humano no se conforma con la simple
observación, se cuestiona, pretende saber más pues no le satisfacen los
efectos, quiere conocer las causas. Esto
nos lleva hoy día no solo a cuestionarnos las causas de la lluvia que cae, y
hace que la planta crezca y produzca sus frutos, sino todo lo que sucede en
nuestra existencia, todo lo que
observamos es causado por algo, y esto llevado hasta sus últimas consecuencias
desemboca en Dios. No puede ser de otra manera. Causa de todas las causas,
causa primera y sola. Esta especulación
es propia de la inteligencia, no solo de los 5 sentidos, la vista, el oído,
etc. es distinta a estos que son sus informantes, son los que observan,
perciben, pero no piensan, solo examinan.
El
proceso de las ciencias y la Teología incluida como tal, así como otros conocimientos del ser humano recorren
el camino que nos lleva a las conclusiones, a saber: lo primero son las SENSACIONES, los
instrumentos son los sentidos, viene después la MEMORIA, el instrumento es el
cerebro, las cosas que memorizamos en su conjunto (asociación de ideas) forman
la EXPERIENCIA, el instrumento de aquí en adelante es nuestra alma espiritual,
el conjunto de las experiencias nos llevan a concluir con los CONCEPTOS
UNIVERSALES, y de cada principio vamos extrayendo CONCLUSIONES, en pocas
palabras el proceso empieza con el binomio
- observación-admiración - después interviene el juicio o inteligencia.
Como vemos los sentidos no pueden percibir muchas cosas que solo el juicio conoce,
los sentidos ven las realidades físicas, la inteligencia ve estos a través de
los sentidos, pero además conoce la substancia y la esencia de las cosas.
Al
admirarnos de las cosas intuimos a
Dios gracias al Espíritu Santo, aunque los sentidos no participan como en los
conocimientos que adquirimos en el día a día, al contar con la gracia gratuita
de la fe, sí. proponemos y es muy
importante que así sea, para que no
perdamos, y aún ganemos, con Con meditación y oración, y la frecuente comunicación con la Santísima
Trinidad desarrollamos la admiración y la capacidad de asombro ante las maravillas de Dios, creador,
salvador y santificador nuestro, nos proporciona y debemos de apreciar sobre
todo lo demás, lo anterior nos ayuda a su conservación porque es natural
que con el pasar del tiempo se pierda la
capacidad de admiración, pensemos por ejemplo en la llegada del hombre a la
luna, que es algo, que no nos admira ya, como nos admiró y sorprendió
cuando sucedió que no fue algo que solo nos contaran, sino que
lo observamos con nuestros sentidos por la transmisión televisiva. Solo se
necesitó una fe humana para creer que la transmisión no fue trampa sino cosa
real y que estaba sucediendo allá en el espacio sideral. Y que la asombrosa
tecnología nos permitió contemplar personalmente. A algunos nos consta que
sucedió, por la fe humana en la NASA, y los participantes de las transmisiones
televisivas tal como lo vimos, a otros no les consta porque han generado dudas,
lo que es legítimo, pero a Dios por ejemplo
no lo hemos visto crear, y por la fe tenemos la certeza de que él es el
creador, tampoco le hemos visto, no
sabemos cómo es, aunque sabemos que es espíritu puro y los sentidos no captan
eso, es nuevamente la FE DIVINA la que
nos permite conocer de su existencia. Concluimos por lo tanto en la importancia
de la oración y la meditación.
La
certeza que tenemos de las cuestiones reveladas las obtenemos por la fe, sin la fe no resulta comprensible parte de lo
que se relaciona con la Revelación Divina, y esta certeza es mayor, no solo
porque procede de nuestro propio pensamiento sino que sabemos por experiencia
que los sentidos nos pueden engañar, son falibles. Son por tanto tres tipos de
certeza las que tenemos, la intelectual,
la sensible y la fe cristiana.
Las
certezas que tenemos en materia de moral cristiana las hemos obtenido mediante
el proceso intelectivo sujeto a nuestra fe, y dicha moral la consideramos
inalienable y no sujeta a cambios de costumbres sociales o culturales, ¿la
razón? simplemente porque está enraizada en la doctrina cristiana, el relativismo cultural
equivocadamente propone cambios de visión moral con los cambios de las
tendencias sociales, ejemplos son: los permisivismos, que no son
libertad, sino libertinaje, tales como: divorcismo, abortismo, hedonismo,
legalizaciones de la droga, etc.)
La
certeza de lo que sabemos se basa en la
“autoridad” o en la evidencia, si por ejemplo se me dice que Italia tiene forma
de bota, es la autoridad, sea de mis profesores, de los geógrafos de varias
generaciones, comentarios de mis padres, de los libros y sus mapas, de la
fotografía de los satélites y de otras fuentes, más no hay evidencia directa a través de mi sentido de la vista
para hacer tal afirmación, (a menos que sea yo astronauta y lo haya comprobado personalmente), pero ante la certeza de que 3 + 2 = 5 está
claro que ello me es evidente, o sea que la certeza de lo evidente es mayor que
la de la autoridad, pero estamos hablando de la AUTORIDAD HUMANA, cuando
hablamos de la AUTORIDAD DIVINA se produce la mayor de las certezas, porque
Dios en su perfección no puede equivocarse como nos equivocamos los humanos,
Dios es infalible. SU REVELACIÓN ES LA
VERDAD MAS CERTERA, a las certezas vamos llegando por el llamado
RAZONAMIENTO-DISCURSIVO, que consiste en ir paso a paso conociendo primero a
través de lo sensible a lo inteligible, es decir razonando. Aquellos
conocimientos que adquirimos desde niños generalmente, al memorizar
las enseñanzas del Catecismo, y que son verdades, con la fe
y nuestro razonar se van convirtiendo en nuestras más íntimas
convicciones, es decir en las más perfectas de nuestras certezas .
Como
no admirarnos ante el poder creador de
nuestro Señor, ante su providencia que mantiene el orden en el universo, que para describirlo, aunque debe de ser toda
proporción guardada, es comparado con los más perfectos relojes, nosotros
simples humanos no podemos conocer toda la creación, debemos sentir una gran
admiración por esta, incluido, su ser más perfecto, el hombre. Creado a imagen y semejanza del propio creador, por
su bondad al darle el poder de la salvación de los humanos, después de la grave
ofensa, con la donación de su propio hijo, de su encarnación y nacimiento
virginal, vida, pasión agonías y dolorosísima muerte, para lucrarnos la posibilidad de la Visión
Beatífica en la Vida Eterna, y además obtenernos la adopción como hijos suyo. Como no
admirarnos de la obra redentora de Jesucristo, donando hasta la última gota de
su sangre divina y humana, por todo lo que nos lega para nuestra salvación: la fundación
de su Iglesia y sus Sacramentos, en especial, el del PERDÓN
y el de la EUCARISTÍA mediante
los cuales podemos acceder a la Comunión donde se nos
da, Él mismo, como alimento de nuestra alma y fuente de gracia santificante, y
por virtud de la presencia real y verdadera de toda la divinidad, toda la
humanidad su alma humana, que nos une a
todos los cristianos que en Gracia de Dios nos acercamos al Sacramento
Eucarístico, gracias al propio
Sacramento, en la Comunión de los Santos.
Nada
puede ser más admirable que la misión del Espíritu Santo que cuida y guía a la
Iglesia y la vivifica, con su
Magisterio, y el Papa, que lo encabeza, como cúspide de la jerarquía que
permite el tener una Curia Cardenalicia, una Santa Sede, obispos en las
diócesis que literalmente cubren el planeta habitado entero, en fin son muchas
las cosas que deben de causarnos admiración, no
debemos caer en situaciones carentes de admiración ante todas estas
grandezas y muchas más que no menciono aquí.
Es penoso en ocasiones darse cuenta de que muchos católicos a los que
podríamos llamar “de etiqueta” que en su ignorancia asisten a la SANTA MISA,
con un talante de distracción, como tan
solo cumpliendo con una costumbre social, en
actitud inapropiada, en diferentes aspectos, como el de la forma de
vestir, el cuchicheo, las salutaciones con carácter más bien de relaciones
sociales que de la devoción propia del momento, “menos mal que van a Misa”,
comentará alguien, sí, por supuesto pero cuan preferible fuera que lo hicieran apropiadamente,
con devoción, con la ropa apropiada, y
con un comportamiento que mostrara el asombro que debemos experimentar ante la grandeza de lo que en
cada Santa Misa sucede, asombro que debe de combinarse con la adoración, amor,
sumisión a Dios, propias del católico con formación.
Esto
nos debe de llamar a dar el mejor ejemplo posible, ciertos de que éste enseña,
pero además deberíamos de involucrarnos en el apostolado necesario para
que salgan de la ignorancia, tengamos la seguridad de que si supieran, lo que todo católico debería de conocer sobre
lo que está sucediendo en cada celebración, su comportamiento en misa sería
diferente. Empecemos por recuperarlo nosotros, si lo hemos perdido o no lo
hemos logrado ante la ENORMIDAD (así la
llama el padre Cantalamessa) de la EUCARISTIA que en cada misa tiene lugar,
JESUCRISTO OBRA EL MILAGRO DE LA TRASUBSTANCIACIÓN, las especies por su divino poder cambian su sustancia y lo
que era pan ya no lo es aunque lo parezca y lo propio sucede con el vino, ha cambiado
su SUBSTANCIA aunque conserven sus apariencias ante nuestros sentidos, pero son
el cuerpo y la sangre divinos de nuestro Señor Jesucristo. Pan bajado del Cielo que por amor se hace
presente entre nosotros para que podamos
morar sacramentalmente en Él, en esta vida mediante el Sacramento de la
Comunión, como signo de que podremos
estar con Él en la otra Vida. Fuente, manantial de Gracia salvífica.
Si
se carece de este conocimiento no se puede dar en uno el sorprenderse, inicio
de la intelección necesaria para profundizar en el conocimiento de la
Revelación.
El
propósito debe de ser el de ayudarnos a
perder el desconocimiento de las maravillas de la Revelación procurándonos la experiencia religiosa que a través del
propio razonamiento nos llevará al
conocimiento necesario, en la seguridad que no dejaremos de
asombrarnos, y obtener las certezas que
desembocan en la devoción, la admiración, el amor a Dios, pues somos dueños de la propia reflexión y conciencia.
Pidamos
a la Santísima Virgen su intercesión para que a través del incremento de
nuestra caridad, nuestra admiración nos lleve a ser mejores católicos, mejores
apóstoles en este que podríamos llamar el “apostolado del combate a la
ignorancia”.
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