LA CASTIDAD, EL CELIBATO Y LA ABSTINENCIA EN
LA PERSONA HUMANA.
Podemos comenzar por examinar lo
que los Evangelios nos enseñan de estas virtudes cristianas.
Mt
18, 6-9 Mt 5, 27. Están además los mandamientos 6*- y 9*-
La distinción entre CELIBATO Y CASTIDAD, es también
importante de aclarar.
LA CASTIDAD, es una virtud
adquirida, (se le conoce también por PUREZA). Es virtud moral que regula
rectamente toda expresión voluntaria de placer sexual, dentro del matrimonio,
siendo esta no solo corporal sino de carácter espiritual, por ser signo de amor
conyugal, lo que perfecciona el acto en su integralidad. La religión católica
excluye toda relación sexual fuera del matrimonio, y la considera pecado grave.
Es ley dura, pero recordemos que el premio es muy grande.
Para los amantes de la filosofía
damos esta definición, la cual se interpreta acorde a la fe que cada quien
profesa: virtud sobrenatural moderadora del apetito genésico.
EL CELBATO Y ABSTINENCIA, aquí
hay otro aspecto que aclarar que es el de la abstinencia, se trata de dos
situaciones diferentes, la abstinencia se define por su temporalidad, mientras
que el celibato se define por ser existencial, o sea un modo permanente de vida
sin sexo. Ambos obedecen a distintas decisiones personales, la abstinencia
puede darse, por ejemplo, porque se está
en espera de contraer matrimonio, o dentro del matrimonio porque se sigue un
programa de espaciamiento de la prole, o por motivo de enfermedad u otra causa.
En los casos, abstinencia,
celibato o castidad, siempre será necesario que recurramos a varias virtudes
adquiridas, que en tanto hábitos operativos buenos las adquirimos con nuestras
fuerzas naturales. Son de lucha existencial, lucha que ejercemos contra
nosotros mismos, contra esa parte de nuestra naturaleza caída que heredamos por
el pecado de nuestros primeros padres, pero que a su vez cuenta con la ayuda
inmensa que nos lucró nuestro Señor Jesucristo, al dejarnos su doctrina, y el
conocimiento de la voluntad de Dios Padre. Esta lucha se define por su
permanencia, pues es permanente la tentación, aunque va y viene, de la que
tenemos que defendernos con oración, mortificación y fe muy sólida. Es lucha
contra enemigos fuertes, como la tendencia al hedonismo, a la lujuria y a la
sensualidad, vicios a los que estamos inclinados. Pero Jesús nos ha dado las
armas para vencerlos. Si damos la batalla, venceremos. A Nuestro Señor le mostramos
nuestro amor si las tentaciones que Él permite, las vencemos por el amor que le
debemos profesar.
En otras ocasiones hemos
comentado que las virtudes, tanto teologales como humanas están encadenadas
entre sí, por lo que no está por demás que recordemos a cuales, principalmente,
debemos de recurrir. A la PRUDENCIA, porque esta se dirige al entendimiento práctico
en nuestras determinaciones, la castidad y las otras dos, son de convicción
intelectual, se sustentan en la moralidad del buen cristiano, y el temor de
ofender al Creador. La JUSTICIA que perfecciona nuestra voluntad que es la de
dar siempre a cada quien lo que le corresponde, y a Dios le tenemos que dar lo
mejor de nosotros, estas virtudes son de
entrega. La FORTALEZA que en este caso nos ayuda a reforzar el apetito por lo
bueno, y nos hace poder tolerar lo desagradable y luchar contra lo inmoral. La TEMPLANZA,
que nos ayuda a hacer uso recto de las cosas placenteras y agradables.
Es deber de conciencia el poder
resolver los planteamientos de esta materia, y para ello tenemos que llevarla a
lo más profundo de nuestra oración, un consejo inmejorable es la consulta con
un sacerdote de la Obra, ellos están muy preparados, y de todas las dudas nos
sacarán, con explicaciones clarísimas, en especial aquellas que se refieren a
la castidad dentro del matrimonio, y a la abstinencia de la soltería. Con el
sacerdote podemos tratar otros tópicos como el CONSENTIMIENTO, el reduccionismo
de la capacidad sexual a instrumento de placer, el vivir las virtudes que nos
ayudan en la castidad, se nos explicarán los diversos modos de ofender a Dios
con: acciones, palabras, recuerdos, ensoñaciones, ya que como es sabido en estos
casos no hay parvedad de materia, si se consienten son pecados graves, que nos quitan la gracia salvífica. Por otro
lado estamos frente a un don de Dios, el más sagrado de los dones físicos, expresión
del cariño conyugal, y por estar relacionado con la supervivencia humana, acto
creacional de Dios Padre, es fuente de vida humana, y no se le puede manipular impunemente
como está sucediendo en estos tiempos. Los que lo practiquen lo pagarán en la
otra vida, en contra-natura.
Una pena muy grande que está sufriéndola
humanidad es la MANIPULACIÓN GENÉTICA, que usa los embriones humanos de manera
científicamente salvaje, no se puede degradar, reducir o suplir el acto sexual con
situaciones como la fecundación in-vitro, los vientres de alquiler y otros
sistemas pecaminosos que las ciencias están estudiando, como la creación de “seres
perfectos” gracias a la genética, o las clonaciones, etc.
Demos la batalla, pidamos ayuda a
Nuestra Señora, en los momentos de debilidad, ella purísima, inmaculada, es nuestra
gran aliada.
JCS.
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