viernes, 1 de julio de 2022

LA CASTIDAD, EL CELIBATO, Y LA ABSTINENCIA EN LA PERSONA HUMANA.

 

 LA CASTIDAD, EL CELIBATO Y LA ABSTINENCIA EN LA PERSONA HUMANA.

Podemos comenzar por examinar lo que los Evangelios nos enseñan de estas virtudes cristianas.

                Mt 18, 6-9      Mt 5, 27.   Están  además  los mandamientos  6*- y 9*-

La  distinción entre CELIBATO Y CASTIDAD, es también importante de aclarar.

LA CASTIDAD, es una virtud adquirida, (se le conoce también por PUREZA). Es virtud moral que regula rectamente toda expresión voluntaria de placer sexual, dentro del matrimonio, siendo esta no solo corporal sino de carácter espiritual, por ser signo de amor conyugal, lo que perfecciona el acto en su integralidad. La religión católica excluye toda relación sexual fuera del matrimonio, y la considera pecado grave. Es ley dura, pero recordemos que el premio es muy grande.

Para los amantes de la filosofía damos esta definición, la cual se interpreta acorde a la fe que cada quien profesa: virtud sobrenatural moderadora del apetito genésico.

EL CELBATO Y ABSTINENCIA, aquí hay otro aspecto que aclarar que es el de la abstinencia, se trata de dos situaciones diferentes, la abstinencia se define por su temporalidad, mientras que el celibato se define por ser existencial, o sea un modo permanente de vida sin sexo. Ambos obedecen a distintas decisiones personales, la abstinencia puede darse, por ejemplo,  porque se está en espera de contraer matrimonio, o dentro del matrimonio porque se sigue un programa de espaciamiento de la prole, o por motivo de enfermedad u otra causa.

En los casos, abstinencia, celibato o castidad, siempre será necesario que recurramos a varias virtudes adquiridas, que en tanto hábitos operativos buenos las adquirimos con nuestras fuerzas naturales. Son de lucha existencial, lucha que ejercemos contra nosotros mismos, contra esa parte de nuestra naturaleza caída que heredamos por el pecado de nuestros primeros padres, pero que a su vez cuenta con la ayuda inmensa que nos lucró nuestro Señor Jesucristo, al dejarnos su doctrina, y el conocimiento de la voluntad de Dios Padre. Esta lucha se define por su permanencia, pues es permanente la tentación, aunque va y viene, de la que tenemos que defendernos con oración, mortificación y fe muy sólida. Es lucha contra enemigos fuertes, como la tendencia al hedonismo, a la lujuria y a la sensualidad, vicios a los que estamos inclinados. Pero Jesús nos ha dado las armas para vencerlos. Si damos la batalla, venceremos. A Nuestro Señor le mostramos nuestro amor si las tentaciones que Él permite, las vencemos por el amor que le debemos profesar.      

En otras ocasiones hemos comentado que las virtudes, tanto teologales como humanas están encadenadas entre sí, por lo que no está por demás que recordemos a cuales, principalmente, debemos de recurrir. A la PRUDENCIA, porque esta se dirige al entendimiento práctico en nuestras determinaciones, la castidad y las otras dos, son de convicción intelectual, se sustentan en la moralidad del buen cristiano, y el temor de ofender al Creador. La JUSTICIA que perfecciona nuestra voluntad que es la de dar siempre a cada quien lo que le corresponde, y a Dios le tenemos que dar lo mejor de nosotros, estas  virtudes son de entrega. La FORTALEZA que en este caso nos ayuda a reforzar el apetito por lo bueno, y nos hace poder tolerar lo desagradable y luchar contra lo inmoral. La TEMPLANZA, que nos ayuda a hacer uso recto de las cosas placenteras y agradables.

Es deber de conciencia el poder resolver los planteamientos de esta materia, y para ello tenemos que llevarla a lo más profundo de nuestra oración, un consejo inmejorable es la consulta con un sacerdote de la Obra, ellos están muy preparados, y de todas las dudas nos sacarán, con explicaciones clarísimas, en especial aquellas que se refieren a la castidad dentro del matrimonio, y a la abstinencia de la soltería. Con el sacerdote podemos tratar otros tópicos como el CONSENTIMIENTO, el reduccionismo de la capacidad sexual a instrumento de placer, el vivir las virtudes que nos ayudan en la castidad, se nos explicarán los diversos modos de ofender a Dios con: acciones, palabras, recuerdos, ensoñaciones, ya que como es sabido en estos casos no hay parvedad de materia, si se consienten son pecados graves,  que nos quitan la gracia salvífica. Por otro lado estamos frente a un don de Dios, el más sagrado de los dones físicos, expresión del cariño conyugal, y por estar relacionado con la supervivencia humana, acto creacional de Dios Padre, es fuente de vida humana, y no se le puede manipular impunemente como está sucediendo en estos tiempos. Los que lo practiquen lo pagarán en la otra vida, en contra-natura.

Una pena muy grande que está sufriéndola humanidad es la MANIPULACIÓN GENÉTICA, que usa los embriones humanos de manera científicamente salvaje, no se puede degradar,  reducir o suplir el acto sexual con situaciones como la fecundación in-vitro, los vientres de alquiler y otros sistemas pecaminosos que las ciencias están estudiando, como la creación de “seres perfectos” gracias a la genética, o las clonaciones, etc.

Demos la batalla, pidamos ayuda a Nuestra Señora, en los momentos de debilidad, ella purísima, inmaculada, es nuestra gran aliada.

JCS.

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