miércoles, 26 de mayo de 2021

SACRAMENTO DEL MATRIMONIO,- primera parte.

  SACRAMENTO DEL MATRIMONIO. (Primera parte)

El matrimonio de la Iglesia es Sacramento,  debido a que las naturales uniones matrimoniales, que existían antes de Jesucristo, fueron elevadas por Él a Sacramento. Por lo cual, en tanto “Gran Sacramento”, como lo califica San Pablo, es,  para los que lo viven acorde a la Voluntad Divina, camino de santidad. Lo que tiene una explicación muy lógica y sencilla: Dios creó al hombre y le dijo “creced y multiplicaos, poblad la tierra”, (Génesis 1, 28), recordemos que ya que DIOS ES AMOR; todo lo que existe se le relaciona, es así como, en nuestra naturaleza, nos da la capacidad de amar, por lo que una mujer y un hombre se unan para,  conservar a la humanidad, es lo más natural que hay. Debido a que por obra de la virtud de la caridad, o sea la capacidad de amar que Dios Creador nos da en nuestra naturaleza  humana no solo nos amamos los unos a los otros, sino que entre hombre y mujer, misteriosamente nace un amor muy diferente a otros amores que tenemos, como lo son, el filial, el maternal, el de la amistad, agradecimiento, admiración etc., este conlleva una mutua atracción que nos invita al matrimonio. Dios Creador en la naturaleza de la mujer al igual que la del hombre,  ha establecido en nuestros espíritus, haciéndonos personas que se aman y atraen en los dos diferentes sexos, tanto las mujeres se enamoran de los hombres como los hombres de las mujeres, y no queda en ello la cuestión, sino que del enamoramiento surge este amor especial, y el deseo de unir sus vidas permanentemente, en busca de la mutua felicidad. Pero como veremos mas adelante, no es este el único fin del matrimonio.

Esto, en estos tiempos conviene tenerlo muy claro en nuestra mente, dado que los enemigos de Dios, de la Iglesia Católica, de la familia, de la sociedad y de nuestra naturaleza, están sosteniendo teorías equivocadas que van en contra de esto, un ejemplo vergonzoso lo tenemos en la “Ideología de Género”, que trata de demostrar (vaya estupidez) que nacemos sin sexo, es mas no les gusta esta palabra, y hablan de “genero”, arguyendo que es el convencionalismo social el que decide lo que somos en materia de hombre o mujer, y no el que nos otorga la naturaleza. (para ellos la naturaleza está equivocada). Siendo la verdad que en el ser humano se nos proporciona, nos da, nos hace, somos,  en una palabra, hombres o mujeres, lo que se comprueba fehacientemente al nacer, o sea el sexo que tenemos, que somos, nos clasifica, nos denomina,  nos señala, nos dice lo que somos, hombre, si tiene al nacer pene, y a la mujer, la hace serlo el tener vagina. (que raro que de los animales, que es lo mismo que entre nosotros, no dicen nada los amigos de la I.de G.).

Y no contentos con sus pérfidos intentos de dejar de reconocer la naturaleza que Dios nos otorga a cada quien, pretenden controlar la natalidad en el mundo a sus conveniencias, apoyando la homosexualidad masculina y el lesbianismo femenino, pues en estas uniones no hay procreación, aparte de otras barbaridades y perversiones, como las mencionadas y peores. Aquí conviene hacer la aclaración que la Iglesia, reconoce la  diferencia entre homosexualidad y homosexualismo, siendo el primero en raros casos algo con lo que se nace, algo en nuestro genes, que no podemos controlar, una espacie de falla en la naturaleza cuya causa se desconoce, y a la homosexualidad como la práctica de las relaciones entre personas del mismo sexo, lo que es antinatural, y por lo tanto pecaminoso. Esto nos permite entender que la bendición católica de las uniones homosexuales y lésbicas no se puede permitir en nuestra Iglesia, como lo están ya llevando a cabo algunos clérigos en Alemania, con anuencia de ciertos obispos, que es probable que sean excomulgados por tal acto, de desobediencia a la Doctrina de Jesucristo. A DIOS NADIE LE PUEDE ENMENDAR LA PLANA.

 

Pero siguiendo el hilo conductor de esta ENTRADA,  que es el matrimonio católico, consideremos sus enormes ventajas: ya dijimos que se trata de una unión natural, entre varón y mujer y ahora examinamos su VÍNCULO INDISOLUBLE, este trata, de que el matrimonio es permanente en nuestra vida terrenal, mientras ambos cónyuges vivan, y esto  ofrece muchas ventajas, podemos considerar algunas de ellas, da al hombre la seguridad de su paternidad, (aquí olvidemos de momento las pruebas del ADN). (Recordemos que en la prehistoria antes del matrimonio solo había una promiscuidad, ya que  habían olvidado, o desatendían sus dictados de la conciencia), ya que el primer matrimonio fue el de Adán y Eva, pero su descendencia, desestimó eso).

Es ahora con la claridad de la Revelación de Jesucristo, que el matrimonio católico se define en el Canon 1055 de Código de Derecho Canónico así:

1005.- “La alianza matrimonial por la que el varón y la mujer constituyen entre si un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor la dignidad de sacramento entre bautizados.

*Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento”

Aquí vemos la importancia que se da al binomio: generación y educación, y es necesario que hagamos el comentario adecuado. La educación de los hijos no termina nunca, incluso la manera de morir no es la última lección que una madre o padre da a sus hijos, pues permanece en cada uno de nosotros, el ejemplo, los consejos, las enseñanzas que nos han dado nuestros progenitores y que nos los llevaremos a la tumba, esta es una poderosísima razón para que el matrimonio perdure, pues los hijos seguirán aprendiendo de nuestro ejemplo, de nuestra forma de vida incluso después de que hayamos pasado a la otra vida, porque permanecen los recuerdos, los consejos, los ejemplos. Mi experiencia personal es de recuerdos muy constantes de  mis progenitores, aunque nunca llagaron a tener vidas longevas, como la mía. Esto prueba que existe una retro-educación perdurable, de allí surge la importancia de nuestro legado espiritual para ellos. Y la importancia de la educación.

Para “la sociedad en que vivimos”, el matrimonio es absolutamente básico, ya que siendo este el núcleo de la familia, y esta la célula indispensable de la sociedad, no es posible tener una buena sociedad que no se constituye por buenas familias, y las buenas familias se sustentan en los buenos matrimonios. La vida familiar va directamente a favor de los valores clásicos, de la comunión de vida, de la fraternidad, de la integración humana, y directamente en contra de las malas costumbres, los vicios, la deshonestidad y los crímenes de muchas índoles. Además de que la integración entre familias, produce por lo general la buena influencia de aquella que es mas amiga de lo moral, sobre la que lo es menos, ya que se trata de dos entes de una misma institución, la institución familiar, y al ser una más preservativa que la otra, derrama su buena influencia. Recordemos que pertenecemos a varias familias, la de sangre, de la que provenimos, la de cada uno de nuestros progenitores, la nuestra la  que iniciamos, formamos, hacemos, que es la compuesta por nuestro matrimonio y nuestra prole, la de nuestro cónyuge (familia política para nosotros y de sangre para nuestros hijos), y después se nos unirán y nos uniremos a las de los matrimonios de nuestros propios hijos.

La familia es al individuo lo que la familia es a la sociedad, el pertenecer a una familia nos da identidad, derechos, obligaciones y la gran oportunidad de aprender lo mas importante de la vida, pues en ella aprendemos a amar, a hablar, a caminar, a comer, a tener higiene, a comunicarnos, a tener buenas costumbres, como la disciplina, obediencia y respeto, por solo mencionar algunas. Así como en la sociedad las familias, se unen bajo una misma legislación, bajo la protección de los “Derechos Humanos”, van logrando su  desarrollo, gracias al Bien Coún, pertenecemos a una cultura, recibimos seguridad, y ejercemos libremente nuestra religión, somos aceptados y festejados, la sociedad a la familia la cobija, la respeta, la ayuda de mil maneras, y sobre todo cooperamos y recibimos cooperación del “Bien Común”. (Termina la primera parte).

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