SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN. (DEL PERDÓN).
He querido, rompiendo el orden
usual, que meditemos en el Sacramento de la Confesión. El orden usual pone al
Sacramento de la Eucaristía antes que este, porque así une los tres Sacramentos
de la Iniciación, Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Pero precisamente porque
el Sacramento eucarístico (Comunión) requiere previamente el de la confesión
porque este confiere la Gracia Santificante, o sea el perdón de los pecados, y estar
en estado de Gracia, que es requisito indispensable para comulgar. A Este
Sacramento se le conoce con varios nombres, así se le menciona como sacramento
de: el perdón, o de la penitencia, o de la reconciliación, o de conversión, el
caso es que es uno de los Sacramentos de Curación, junto con el de la Unción de
los enfermos.
Las diferentes denominaciones corresponden a su objetivo
principal, que es obtener la Misericordia del Señor, que perdona los pecados
cometidos contra el propio Dios, nos reconcilia con su Iglesia, nos mueve a
amar mas a Dios benevolente, nos convierte al aceptar la llamada de Jesucristo,
es considerado penitencia, por el
proceso de arrepentimiento, reparación y propósito de no pecar mas, por parte
del penitente, por lo tanto nos cura, en él confesamos los pecados ante el
sacerdote, lo que consiste en una declaración en la que manifestamos aquello
que en nuestra conciencia no ha cumplido con la voluntad divina, además nos
reconcilia con la Iglesia, en pocas palabras por la misericordia divina
quedamos limpios de los pecados cometidos hasta ese momento, y aptos para
recibir a Nuestro Señor Jesucristo.
La Confesión es un Sacramento
importante del Reino de Dios en este mundo, y repercute en el cielo, cada vez
que un ser humano arrepentido de sus pecados acude al Sacramento, hay alegría
en el Cielo, con absoluta seguridad nuestra Madre la Virgen se alegra y pide
porque la gracia conferida no se pierda, en el confeso, la Trinidad Santísima,
que siempre espera que libremente confesemos, nos viene al alma, ello es lo mas
reconfortante que podemos tener aquí en la tierra. Recordemos que Jesucristo claramente
explicó que venía, no más por los justos, sino por lo pecadores. Que alivio
contar en nuestro corazón con la Gracia Salvadora, y estar libre de las cadenas
del demonio, porque eso es el estar en pecado, sujeción diabólica y ausencia de
Gracia.
Son varias las gracias que
necesitamos para realizar una buena confesión, y debemos pedirlas a Jesucristo
para prepararnos debidamente al Sacramento, necesitamos la gracia del
arrepentimiento, del propósito de no volver a ofenderle, en otras palabras de
la conversión, o reconciliación, lo que además nos acerca a su Iglesia. Solo
Dios perdona los pecados, lo que se realiza con su poder, nos lo da a conocer
(Marcos 2, 10) “Sepan pues que el Hijo
del Hombre tiene en la tierra el poder de perdonar los pecados”. Jesucristo
instituye el Sacramento de la Confesión, al decir a Pedro:
“A ti te daré las llaves del
Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos” lo
que vemos en (Mateo, 16, 19) queda claro que el resto del colegio de los
apóstoles recibió también la función del mandato, y por ende la Iglesia lo
hereda y ejerce a través de sus sacerdotes. La significación de las palabras
atar y desatar hacen referencia a la comunión, o estas atado o estás separado,
lo que la Iglesia ata o desata, Dios lo considera en los cielos y en la tierra.
Dios instituyó este Sacramento por ser nuestra naturaleza caída desde el pecado
de nuestros primeros padres y por lo tanto susceptible de pecar. Por ello la
Iglesia nos presenta este Sacramento como la tabla de salvación al náufrago,
para recuperar la justicia que recibimos en el Bautismo. Todos pecamos, todos
necesitamos del Sacramento de la confesión, no hay hombre por justo que sea que
no necesita la gracia incrementada que nos proporciona el Sacramento, aunque no
hayamos perdido el estado de gracia es necesario que nos acerquemos con
frecuencia al confesionario, la gracia del Sacramento nos incrementará, nos
solidificará la que poseamos. La Iglesia en nombre de Jesucristo concede el
perdón de los pecados, tal y como si el propio Jesucristo hubiere escuchado
nuestra confesión y el mismo nos hubiese dado la absolución, no es el poder del
sacerdote quien perdona, es Dios mismo.
De los “actos” La contrición debe
ser en el penitente acto primordial, detestar el pecado cometido y tener la
intención, para lo que contamos con la ayuda de Jesucristo y de María
Santísima, nuestra Madre del cielo.
Otro acto es el de llevar a cabo la preparación de la recepción, del mismo,
para lo cual debemos de hacer el mas profundo examen de conciencia. Nuestro
siguiente acto ya en presencia del confesor empezar confesando las faltas mas
graves, estar muy pendientes de la penitencia que se nos impondrá, y cumplirla
a la mayor brevedad posible. Como acto final en adelante con la ayuda de Nuestro Señor y
nuestra Madre María Santísima, procurar no volver a pecar y tratar de vivir lo
ms santamente posible.
Preparó Jorge Casas.
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