SACRAMENTO DEL MATRIMONIO (segunda parte).
LA BENDICIÓN EN EL MATRIMONIO
El amor no es una emoción pasajera
no es un enamoramiento temporal
Sino una decisión responsable y libre de
Entablar un lazo eterno “en las
buenas y en
Las malas” a la pareja… el regalo de darse
Uno mismo al otro.
He querido empezar esta ENTRADA
con una reflexión de San Juan Pablo II, que se relaciona al vínculo
indisoluble, tratado en la primera parte de este título, y que nos da paso a
las meditaciones sobre otros aspectos del matrimonio, me parece apropiado tratar sobre el amor
marital. Lo primero que podemos decir es que nace en su inmensa mayoría en los
adultos, muchas veces llega inesperadamente, conoce uno a otra persona de cuya
existencia es probable, que no tuvieras
antecedentes, y de diversas maneras irá surgiendo el amor, en ocasiones
intempestivamente, en otras en forma paulatina, el caso es que de una u otra
manera surgen, el trato, los afectos, el
interés, los sentimientos por esa otra persona, que como el dicho nos recuerda,
del cielo baja. El caso es que nos va conduciendo al deseo de compartir nuestra
existencia con dicha persona, podemos decir con certeza que estamos enamorados
de él, si somos mujer o ella, si somos
varón. Este amor, llamémosle inicial, debe de atesorarse, pues a lo largo del
tiempo de casados, recurrimos al mismo, en las crisis, en el pasar del tiempo a
lo largo de los años, no debemos olvidar que es el fundamento de nuestro
matrimonio, ya que los sentimientos hacia nuestro cónyuge con las décadas
tienen nuevo aspectos, algunos positivos, otros que podemos considerar, (con
razón o sin esta) negativos, y el gran arma que tenemos para que nuestra unión
perdure debe de considerar siempre, aparte de las demás consideraciones, ese
amor inicial que fue causa de nuestro matrimonio.
Cuando hablamos de matrimonio,
siempre debemos vivir las experiencias del noviazgo, en este período las
personas deben de tratar de conocerse una al otro y viceversa, aquilatar las
posibilidades de la formación de un hogar, y formarnos una idea de lo que este
puede llegar a ser. Muchas veces es, en este período, en el que se ven
incompatibilidades irreconciliables, que dan fin al noviazgo, o surge un amor
sincero y verdadero, dispuesto a ceder y conceder, por ambas partes, que
acompañando de la decisión conjunta de hacer frente a los problemas inherentes,
gracias al amor, que todo lo vence, se llega al matrimonio católico, en el que
buscamos mas la felicidad del ser amado que la nuestra propia.
Hablar del amor matrimonial es
importante y necesario, y tiene muchas consideraciones, de las que veremos aquí
solo unas. Lo primero a comentar es que es “necesario”, nadie es tan estúpido
de casarse cristianamente, con una persona a la que no se ama, si solo hubiera
de por medio intereses de otra
naturaleza, se estaría cometiendo un error mayúsculo, desde el punto de vista
humano. En el matrimonio el amor debe de ser dativo, esto es que cada cónyuge
lo que debe de procurar, es la felicidad del ser amado, cuando esto es recíproco
el matrimonio resulta perfecto, y en los casos de egocentrismo, o de otra
índole de uno de los cónyuges, tan frecuente, no es que el matrimonio vaya mal,
pero como que cojea, no es perfecto, quizás con el amor sincero de uno de ellos
basta, pues el del ego se siente satisfecho.
Pasando a otro punto que es el de la entrega
mutua que debe ser fin característico en el matrimonio, este se extenderá a la
descendencia, los padres nos entregamos también a los hijos de mil maneras. Para
el matrimonio se tiene vocación, mucha o poca, pero alguna debe haber, y cuando
esta es como, debe de ser, incluye la intención de procrear, de complementar el
hogar con la descendencia, y esto nos lleva a uno de los aspectos mas
interesantes al que se titula: PLANEACIÓN NATURAL DE LA FAMILIA, que me
gustaría tratar el punto en esta “entrada”, pero por su tamaño y especialidad,
aquí no es adecuado. En adelante haremos
una ENTRADA, especial para el tema. Aquí por ser del Sacramento de lo que se
está tratando, continúo con el tema, es la fe la base de las decisiones
relativas al casamiento, es necesario meditar en la nobleza que representa el
matrimonio, es tal su importancia, que por ello
en la piedad cristianase nos enseña que la Iglesia es la esposa de
Cristo, o que María la Santísima Virgen, es esposa de Dios Espíritu Santo, en
estos casos el de los esponsales es de significación diferente, pero se basan
en ambos casos a las mismas virtudes
como lo son la fidelidad, la entrega, la unidad, el amor.
Otro aspecto y que quede
constancia que todos estos, son de importancia en todo matrimonio, es el de la
entrega mutua, esta consiste en, digámoslo en lenguaje común, en la decisión de
ser de exclusividad entre ambos, uno para la otra y ella para él en la forma
mas exclusiva, pero no solo la corporal sino la de nuestro afecto, sexualidad, interés,
ayuda, auxilio, compenetración anímica, la Doctrina de la Iglesia nos lo dice
con una claridad extrema: serán una misma carne. La relación
marital tiene aparte de su condición natural, la sobrenatural, lo que lo hace
la mas grande relación de todas, por encima de la paterno-filial, nada hay mas
grande para el ser humano que unir su vida voluntariamente a otro, bajo la ley
y voluntad divinas.
Preparó Jorge Casas.
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