LA VIDA SIN
DIOS.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“LA VIDA SIN
DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA –TENER-.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia, significación y que
nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el
verdadero sentido humano que esta debe tener
y con tan solo a búsqueda de satisfactores materiales que no
proporcionan la verdadera felicidad, aunque estemos rodeados de cosas de alto
precio, de valor artístico, poseamos poder, influencia, “amigos”, sirvientes,
tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal,
sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a
Dios y a sus criaturas, precisamente por amor a Él, pues si Dios ha creado por
amor, como es en realidad, ya que no cabe otra explicación de la razón de
crear, manifestándose en ello su amor. Se deduce que un amor sano, bueno,
abundante, de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, al amarle, por
extensión debemos amar a sus criaturas, pues Él las ha creado por amor. Otras
actividades del espíritu son de gran importancia, pero si su base de sustento
no está en la relación de criatura con su creador pierden importancia, su
entidad es terrenal solamente y en cambio se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento. Este es el tema
sobre el que pretendo expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro “fin final” que es la Visión
Beatífica, en este caso el “tener”, si carecemos del alimento de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma y su vida consiente, es la expresión mas alta de nuestra libertad,
libertad de pensamiento, de nuestro libre albedrío.
Vale aquí
como ejemplo la anécdota que el Manco de Lepanto narra sobre Sancho Panza, como
gobernador de la Ínsula Barataria, que
juzga y condena al reo a dormir una
noche en la cárcel, siendo la respuesta de este: me condena a pasar una noche
en la cárcel, pero en cuanto a lo de dormir, dormiré si quiero y si no, no.
Buen ejemplo de la libertad de espíritu en un cuerpo privado de libertad.
Las personas
humanas, nunca debemos dejar de considerar que somos un compuesto de cuerpo y
alma, equivalente a materia y espíritu, , nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, pero no solo somos eso y punto, al ser el
compuesto mencionado somos espíritu creado para la eternidad, , por lo que lo
apropiado es considerar que somos espíritu y cuerpo, esta es la naturaleza de
la persona humana, la que se modifica cuando se separan una del otro, a lo que llamamos muerte terrenal, ya que el
cuerpo sigue las leyes de la materia, y el alma
las del espíritu. En otras palabras nuestra muerte terrenal se da al
tiempo que nuestra vida espiritual empieza. La resurrección que consistirá en
la reunión que se dará, de nuestro cuerpo y alma, lo que es dogma de fe para nosotros los católicos es
asunto que meditaremos extensamente en otra ocasión. Pero aquí podemos concluir
que hay preeminencia de nuestra alma espiritual, inmortal, sobre nuestro cuerpo
mortal.
El hombre es
insaciable por naturaleza, hasta que la posibilidad de sus funcione se lo
permite, en la niñez, en la pubertad o en la ancianidad no se pretende lo
mismo, o con la misma intensidad , o de la misma manera que en la vida
productiva de la juventud, y no me refiero a los placeres superficiales del comer,
el beber, el disfrutar de lo que se nos
ofrece de múltiples maneras, como las
actividades, artísticas, políticas, familiares, financieras, u otros placeres como la sexualidad, la
creatividad, así como otras facetas, la
literaria por ejemplo, las diferentes
formas de meditar, orar o realizar obras piadosas, lo que conviene al
practicarlas es distinguir como y cuales son las que alimentan nuestra alma,
cuales son exclusivas del cuerpo y sus sentidos. Las que son ordenadas y
benéficas de las que son lo contrario,
distinguiendo los beneficios o perjuicios de aquellas que son de uno solo o de ambos ámbitos.
Algunas consideraciones
pertinentes son las distinciones entre los actos humanos y los actos del
hombre, por la razón moral de los primeros.
Al considerar
los alimentos del cuerpo se nos viene a la mente, primero el de tantos seres
humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento, techo,
agua potable, salubridad y servicios de salud, educación ropa adecuada, y que
no obtienen las ventajas de la tecnología, lo que gravita sobre todos los que
no carecemos de ello, como “hipoteca social”. En especial sobre aquellos que
nos sobrealimentamos, y que gozamos de muchos aspectos superfluos. Esto afecta
la posibilidad de una formación espiritual sobre los pobres, y es caso de
conciencia sobre nosotros.
Consideremos
como estamos alimentando nuestro propio espíritu, si los actos de caridad que
debo de llevar a cabo, los estoy realizando, lo que son opciones maravillosas
de llevar a cabo, en lo material y en lo espiritual. Cuando cumplimos, ¡que
grata tranquilidad! En especial si lo hemos hecho prescindiendo de algo, a
contrapelo, por amor al prójimo, lo que requiere una serie de virtudes humanas
a poner en práctica: justicia, bondad, rectitud de intención, deseo de colaborar al Bien Común, aparte de la
virtud teologal, valiosísima, de la caridad. Recordemos la enseñanza de Nuestro
Señor Jesucristo: -lo que hicisteis por ellos, lo hiciste por mi-.
El gran
alimento de nuestra alma, lo encontramos en nuestra relación con Dios, es allí
al hablar con Él, al meditar, que podemos lograr el desprendernos de algo en
favor de los mas necesitados, se trata del “tener” nosotros un poco menos, con
tal de que otros, muy necesitados lo obtengan. Es en esta relación con Dios que
encontramos mas sentido a nuestra vida, que somos mas humanos, sencillamente
porque nos hermanamos a los mas necesitados. Esta es vida coherente con la
divina voluntad, VIDA CON DIOS, que nos
identifica mas íntimamente con Él y las criaturas humanas del Señor. Enriquece
nuestra vida espiritual, en comunión con Jesucristo.
Obra de
caridad sublime es la de enseñar la doctrina cristiana a los demás, dar de
nuestro tiempo para formar, para catequizar, a los que lo requieren, es así como
cumplimos el mandato evangélico de: …id a todas las naciones…
Jorge Casas
y Sánchez.
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