LA IGLESIA,
UNA, SANTA, CATÓLICA, APOSTÓLICA. Resumen de sus principales características.
Las
instituciones humanas tienen una finalidad, puede ser económica, política,
filantrópicas, de salud, etc. son siempre de carácter terrenal.
La Iglesia
Católica es diferente. Es extraordinaria porque es Divina, otras han sido
fundadas por hombres que desaparecen, Jesucristo
nunca desaparecerá. Tampoco su Iglesia. A pesar de las persecuciones y ataques
que sufre y ha sufrido desde su fundación.
A San Pedro,
Jesucristo le dijo: sobre ti fundaré mi Iglesia y no prevalecerán sobre ella
las puertas del infierno. Y a los apóstoles: yo estaré con Uds. hasta el final
de los tiempos. Su fin es sobrenatural, conducirnos a la salvación eterna, va
mucho mas allá de la filantropía o humanitarismo, es para la salvación de todos
los hombres. Consiste en un Cuerpo Místico, con cabeza y miembros. La cabeza es
Jesucristo, invisible y tiene a su Vicecristo en el Papa, su cabeza visible, y
los miembros somos todos los bautizados.
Poco antes
de su Ascensión dejó dicho a sus apóstoles …“id y enseñad a todas las naciones, el que creyere
se salvará, y el que no se condenará….
Los medios
para salvarse están en ella. Vino a salvar a todos, los de su tiempo y a los
que ya habían muerto así como los que no habíamos nacido. Cristo la fundó
personalmente como institución jerárquica
con su vicario en la cumbre,
Pedro, y así continúa y permanecerá hasta el final de los tiempos, cuando se de
La Parusía, segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo a este mundo.
En Pentecostés,
se cumplió la promesa que nos hizo antes de la Ascensión de mandarnos al
Espíritu Santo.
A la Iglesia
la forman tres partes: la Iglesia triunfante, la militante, y la purgante.
En este
cuerpo si un miembro enferma los demás lo resienten, y le ayudan.
Las acciones buenas de uno repercuten en los demás, casos como las oraciones , sacrificios, actos de desagravio,
actos fe, etc. así como en los seres humanos hay un cuerpo y un alma
espiritual, la Iglesia además de su cuerpo místico tiene, como nosotros el
alma, al Espíritu Santo, y por extensión este está en todo cristiano,
especialmente en los que se encuentran en gracia de Dios, lo que llamamos
Estado de Gracia, y está también en las personas que se ocupan de las labores
apostólicas como “Gracia de Estado”.
Las células
de este cuerpo pueden estar vivas a la gracia, o muertas a ella, cuando están
en pecado grave sin confesar. Es con el Sacramento de la Confesión como vuelven
a la vida de gracia. La Iglesia nos empuja a una vida coherente entre lo que
nos manda la conciencia bien formada y o que realizamos, para ayudarnos a
obtener esta coherencia está presente entre nosotros Jesucristo que se ha
querido quedar en el Sacramento Eucarístico, y lucha por nosotros aquí y en el
cielo. Lo mismo hace desde el cielo la Santísima Virgen, que como toda madre
nos ama y defiende, es por ello que acudimos a ella como nuestra intercesora
omnipotente.
Como los
apóstoles y los discípulos se distribuyeron por todo el mundo bajo la autoridad
de Pedro. La Iglesia bajo la autoridad del Papa se distribuye en diócesis a cargo de obispos por todo el mundo, en
estas los obispos se ocupan del gobierno de las Iglesias y de las enseñanzas y
prácticas propias de la Iglesia. En la
diócesis que les ha sido asignada. Otra misión importantísima de la Iglesia es
la impartición de los Sacramentos.
Al conjunto
de obispos que están en perfecta armonía con el Papa que los encabeza, se le
denomina el “Magisterio de la Iglesia”, el cual asistido por el Espíritu Santo
es el cuerpo que conserva la pureza mas absoluta de la Fe, nuestras creencias y
Doctrina de Jesucristo. Son los responsables y los que se ocupan de trasmitir
las enseñanzas a los feligreses en cada diócesis siendo asistidos por los
presbíteros, diáconos y laicos preparados debidamente.
La Iglesia
es en tanto institución divina: Una,
Santa, Católica y Apostólica, a ella pertenecemos y la conformamos todos los
bautizados, siendo una jerarquía, sería un error pensar que solo la conforman
El Papa, los obispos y los sacerdotes. En ella todos somos iguales en
cuanto cristianos, pero tenemos
diferentes funciones. Cristo la dotó de la autoridad del Papa, y así la
jerarquía se forma por vocaciones
especiales de algunos miembros de la Iglesia que se entregan a su servicio; así
es como pasan a pertenecer a la jerarquía, estas vocaciones son suscitadas por
el Espíritu Santo.
La Iglesia
es UNA, porque Jesucristo personalmente la fundó, no fundó otras, fue en el
siglo XVI que algunos se separaron de la Iglesia de Jesucristo para formar lo
que ahora son múltiples sectas protestantes, estas por tanto aunque comparten
muchas creencias con la Iglesia Católica, no son la Iglesia que Cristo fundó, no
están dentro de la Jerarquía que Jesucristo quiso y fundó. Se salieron por
acciones humanas, que no tienen que ver con las acciones fundamentales de la
Iglesia que Cristo fundó. Tienen su origen en hombres que eventualmente
desaparecen. Cristo nunca desaparecerá.
La Iglesia
es SANTA, porque su fundador es santo, como lo es su doctrina, y sus
Sacramentos, que la conducen a la santidad. (aunque dentro de nuestra Iglesia
tengamos casos de personas que no viven la coherencia necesaria, (no debemos de escandalizarnos por ello).
La
Iglesia es CATÓLICA, que quiere decir
universal, porque trasmite toda la enseñanza de Jesucristo y del resto de la
Biblia, y lo hace para todos los hombres.
La Iglesia
es APOSTÓLICA, porque se remonta en línea directa e ininterrumpida hasta los
apóstoles, y enseña con la mas absoluta fidelidad sus enseñanzas, estas son un
depósito que la Iglesia conserva intacto. El denominador común de la Iglesia
está en la unión de sus miembros. (Como en toda instancia conformada por
humanos, habrá excepciones).
Los
católicos somos absolutamente libres en cuanto se refiere a las ideas
políticas, a las ciencia humanas, al lugar de residencia etc. somos unidos solo
en cuanto a nuestra fe. En todo lo opinable hay una libertad total. La Iglesia
no tiene “opiniones en materias temporales”. Y cuando algo pertenece a nuestra
doctrina, a la verdad, no podemos obligar a otros a que lo acepten pero si
tenemos el derecho de que se respeten nuestras creencias. Y luchamos porque las
legislaciones de las naciones se amolden a la ley moral natural.
Los
católicos no tratamos de obtener ventajas materiales por el hecho de ser
católicos, no es necesario que manifestemos
nuestras creencias con signos externos, insignias, etc., no debemos
criticar a la Iglesia, sino servirla como ella quiere ser servida, ayudándola
en la medida de nuestras posibilidades. Debemos orar por ella.
Jorge Casas
y Sánchez.
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