LA GRACIA DE DIOS.
DIOS nos otorga gratuitamente a los hombres La Gracia, es el favor, el auxilio, el don sobrenatural, en orden a que salvemos nuestra alma para la vida eterna. Es mediante la recepción voluntaria que hagamos a este don de Dios que somos capaces de participar en la vida de Dios. Santo Tomás de Aquino nos dice: LA GRACIA HABITUAL O SANTIFICANTE ES ALGO REAL, CREADO, RECIBIDO INTRÍNSACAMENTE EN EL ALMA.
Para los bautizados empieza justamente con la recepción del Sacramento del Bautismo, en la vida adulta se recupera, --si por efecto del pecado se ha perdido,-- gracias al Sacramento de la Confesión. Conviene aquí meditar sobre la enorme importancia que tiene el vivir siempre en GRACIA DE DIOS, lo que es propio de todo buen cristiano, esto es, sin tener pecados graves sin confesar y ser absueltos por el Sacerdote, mediante la absolución del Sacramento de la Confesión, es conveniente que recordemos cuando fue la última vez que recibimos la absolución y por supuesto si tenemos pecados graves desde entonces que no hemos confesado, que, en cuyo caso interfieren con la Gracia Habitual.
Por Gracia Santificante entendemos la que es permanente, es hábito, es aquella que nos perfecciona el alma, la que procede del AMOR QUE DIOS NOS TIENE, que nos ha adoptado como hijos suyos gracias a nuestro Señor JESUCRISTO. Procurar vivir siempre en Gracia de Dios viene a ser el objetivo de todo católico con miras a la salvación eterna.
La Gracia Actual es la que las intervenciones divinas nos otorga, la recibimos en el camino de nuestra conversión en el de nuestra salvación. Sin embargo podemos rechazarla y de hecho lo hacemos mucho, en aquellos pequeños deberes que dejamos pendientes, por ejemplo. La gracia la tenemos que pedir a Dios; de hecho el pedirla ya es gracia de Él, es obra de su misericordia, previa a toda intención propia, siempre es iniciativa de Él, y que exige respuesta nuestra, libre y amorosa. Así obra en nosotros el Espíritu Santo, sus mociones nos unen por medio de la fe y del bautismo a la vida, pasión y resurección de Jesucristo. La gracia es la que nos proporciona la moral evangélica, está en la infusión de las virtudes teologales.
SAN PEDRO en su Primera Epístola nos enseña que salvación es GRACIA TRAIDA POR LOS PADECIMIENTOS, MUERTE Y RESURECCIÓN de nuestro de nuestro Señor Jesucristo, que nos regenera.
SAN PABLO la menciona como FAVOR DE DIOS que se nos manifiesta en los beneficios que otorga Dios Padre al hombre en su HIJO.
LA VIRGEN SANTÍSIMA, Nuestra Señora, nace con la Gracia Santificante, y vive toda su vida terrenal llena de gracia, nosotros perdimos la gracia de la que gozaron Adán y Eva, y nacemos con el pecado de origen, sin gracia, y la adquirimos en el Bautismo.
Jorge Casas y Sánchez.
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