quinta parte: UNA PEQUEÑA
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA.
El Dogma fundamental del cristianismo es la proclamación de la existencia
de Dios, uno es esencia y trino en personas. Esto resplandece en la predicación
de Jesucristo que como hemos ya repetido
consuma plenamente la Revelación del Antiguo Testamento, y añade su
característica trinitaria, es de notarse que cuando Jesucristo es bautizado en
el Jordán por san Juan Bautista se da la teofanía en la que se escucha la voz
del PADRE, el HIJO que es bautizado y el ESPÍRITU SANTO que se posa en la
cabeza de Jesucristo.
El Concilio Vaticano primero reafirma: “La santa Iglesia católica,
apostólica y romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo,
Creador y Señor….” Y el Concilio
Vaticano segundo nos reafirma la mismísima doctrina: “Creemos que este Dios
único es tan absolutamente uno en su santísima esencia como todas sus demás
perfecciones: en su omnipotencia, en su creencia infinita, en su providencia,
en su voluntad y caridad. Él es el que es, como Él mismo reveló a Moisés, y Él
es Amor como el apóstol Juan nos lo enseña…”
Es de especial interés la expresión de estos dos nombres: Amor y Ser pues
son una misma realidad lo que nos da una muy peregrina idea, dada la suma
imperfección de nuestros conocimientos de lo que Dios es, lo que sabremos al
terminar nuestro peregrinaje en esta tierra y le contemplemos cara a cara en la
vida eterna. Santo Tomás de Aquino nos enseña que es más lo que sabemos que
Dios no es, que de lo que es. Si una criatura no tuviese imperfecciones y
poseyera todas las perfecciones humanas posibles, no se parecería a Dios, pues
seguiría siendo criatura y Él es Creador. De aquí deducimos que todas las
criaturas de alguna manera reflejan al Creador, y las humanas mas que las
otras, por ser creadas a su imagen y semejanza.
La esencia de Dios nos la ha revelado Él mismo a través de Moisés cuando le
dice como informar a los hijos de Israel esclavos en Egipto, para que supieran
quien lo enviaba:
YO SOY me ha enviado a vosotros.
Es allí donde nos informa lo mas íntimo de su esencia divina, el ser que
existe por si mismo, no por otro como las criaturas. Es la perfección mas
absoluta del ser, plenitud sin limitaciones, sin imperfecciones ni
contingencia. Es ser al mismo tiempo conocimiento y voluntad, espíritu puro,
sin partes, distinto a todo lo demás. Todo lo que los humanos podamos pensar es
de alguna forma limitado, al ser Dios un ser sin límites nos resulta impensable
en su realidad.
Cuando en el catecismo se nos enseñó que Dios está en todas partes se hacía
referencia a su trascendencia, y es que todo tiempo y espacio Él los
trasciende, son creación suya, de allí su omnipotencia e inmensidad ilimitada,
Él no está ni en el espacio ni en el tiempo sino como causa creadora.
Dios es omnisciente es decir todo lo conoce, pasado, presente y por venir,
no hay pensamiento por mas secreto que
sea en nuestra alma que no conozca aún mejor que nosotros mismos, ni en la
naturaleza, el inmenso universo y todo lo que existe hay algo por grandioso, raro
o pequeño que no sea para Él conocido. Y todo funciona porque está en su mente,
lo que dejára de estarlo volvería a la nada.
Dios es omnipotente, todo está sujeto a su divina voluntad, nuestra
libertad incluido el pecado, pues nos ha creado libres para escoger nuestros
propios caminos, si pecamos es por esa libertad que nos concede, como también
le agradamos al cumplir su voluntad, la que nos comunica en la Divina
Revelación. En ejercicio de su bondad quiere que nos salvemos todos los seres humanos,
y nos proporciona elementos maravillosos para ello, resalta el envío de la
Segunda Persona de la Trinidad a pagar con su vida, pasión y muerte nuestros
pecados personales y el pecado de origen heredado de Adán y Eva.
Dios es misericordioso y paciente, nos espera a que el arrepentimiento nos
lucre su perdón y así no perdamos la salvación eterna.
JCS.
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