SEPTIMA PARTE. Una pequeña
introducción a la Teología.
La Segunda Persona de la Trinidad, el Verbo, o Logos (en griego) como
también se le conoce es Dios que se piensa a si mismo, contempla desde la
eternidad, aparte de la Creación que es lo que nos permite atisbar e ir
conociendo poco a poco en sus estructuras intimas. En su inconmensurable poder
no sabemos que otras cosas sean de su voluntad infinita, pueden existir
cuestiones de las que no tenemos el más pequeño vestigio, pero de la Creación
positivamente sabemos que es Cristocéntrica, dado que en su infinito
conocimiento sabía como actuaríamos cada cual en el uso de la libertad que nos
otorgó, y que necesitaríamos un Redentor, luego es el centro del cosmos y todo
lo demás: historia, reflejo de las
cosas, etc. En la “Encíclica Redemptor Hominis”, san Juan Pablo II empieza
afirmando, “El Redentor del hombre Jesucristo, es el centro del cosmos y de
la historia” lo que alude directamente al sentido Cristológico de la
Creación. Y en su Evangelio Juan (Io.1,3) dice : “….por Él fueron hechas todas
las cosas y sin Él no se ha hecho cosa alguna…..”
En la cuarta petición del Padre Nuestro, hay teólogos que ven un doble
propósito al decir: “danos hoy nuestro pan de cada día”, resalta el pronombre
“nuestro” lo que nos habla de la compenetración humana con Dios Padre, al que
consideramos que su providencia está presupuesta en nosotros, le
pedimos el Pan Espiritual, de la Comunión de los Santos, y el pan que alimenta
nuestro cuerpo. En el Antiguo Testamento vemos en PROVERBIOS 30,8 “No me
des ni miseria ni riqueza, concédeme el pan necesario, no sea que llegue a
hartarme y te niegue diciendo ¿Quién es Yahwéh?, o que en la indigencia robe, y profane
el nombre de Dios”.[JCyS1] Y en los
Evangelios: MT. 6-11 y
LC. 11-2 lo que menciona el Padrenuestro. Esto nos lleva a la
consideración del trabajo que debemos de realizar en nuestros tiempos, y a
pesar de las circunstancias, dificultades, trastornos, crisis, etc. no faltará
pan material en nuestra mesa, y acorde a nuestra piedad personal el Pan
Espiritual siempre estará dispuesto para nosotros, al estar en las condiciones
de gracia que manda nuestra doctrina.
En la Profesión de Fe, de Paulo VI en el CREDO DEL PUEBLO DE DIOS, decimos:
“Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador de las cosas
visibles, como es este mundo en el que transcurre nuestra vida pasajera, de cosas
invisibles, como los espíritus puros que reciben el nombre de ángeles, y
en el demonio, de cuya existencia y malignas acciones que intenta sobre los
hombres no podemos dudar. Así como es Creador en cada hombre de su alma
espiritual e inmortal”, (n.8). los espíritus puros de que se nos habla, los
ángeles son por tanto de dos categorías, los buenos y los malos. Estos últimos
de los que Luzbel encabezó cayeron de la gracia de Dios al pecar de soberbia,
el peor de los pecados espirituales. La Doctrina nos dice que el pecado
consistió en prevaricación contra el orden establecido, llevado a cabo por este
ángel traidor. De los ángeles buenos se sirve Dios para el gobierno del mundo y
para otorgar su providencia. Cada hombre recibe uno de estos ángeles para su
custodia. Veamos Hechos 12,15. Y en el
Antiguo Testamento: Tobías 5,4 ss. esta narración es explícita de lo
anteriormente comentado. Los demonios constantemente, sin descanso prevarican
contra el orden sobrenatural, san Pablo nos advierte en Eph. 4, 27 “No deis
lugar al diablo”. Y, es que como lo advirtió claramente su santidad Paulo VI,
en la medida en que el hombre se sustrae de las enseñanzas de Cristo, el
demonio gana influencia sobre el hombre.
Debemos siempre de recordar por la forma en que hemos sido creados que Dios
consideró en su sabiduría que necesitaríamos defendernos de los demonios, que
lo acontecido a Adán y Eva, debido a que no usaron de su fe en mayor forma y
cayeron en la soberbia, por lo que nos dota de las herramientas de defensa,
dándonos la libertad de usarlas pera vencer al diablo o para no hacerlo, caso
por desgracia tan visto en nuestra existencia global histórica. Es penosísimo
pero todas las desgracias que sufrimos
como familia humana de allí vienen, siendo lo que debemos procurar el encontrar
y practicar nuestro papel de criaturas hechas de manera especialísima por
nuestra semejanza divina y no, o bien creernos como dioses o incluso como seres
que fatalmente no nos queda mas camino que el de nuestra propia voluntad,
veamos los tremendos ejemplos del nacismo, los bolcheviques, el comunismo, las
dictaduras y otras maneras ilícitas de ejercer el sometimiento de los otros al
nuestro propio, y por supuesto, equivocado criterio.
Hemos sido dotados cada uno de un alma espiritual con las facultades de
inteligencia, voluntad y libertad. La Doctrina cristiana nos enseña que son
para amar y servir a Dios y allí radica la verdadera felicidad del hombre, que
es lo que todos buscamos, (la felicidad) muchos por desgracia confundidos con que
se encuentra en el poder, la fama, la fortuna, el mercado, etc. debemos de
recordar siempre la dignidad del hombre, descubrir en nosotros la imagen y
semejanza recibidas por todos y cada uno, y acordes al nuevo Mandamiento de
amarnos los unos a los otros y no en uso de nuestra soberbia buscar nuestras realizaciones por
sobre la dignidad de los demás. De allí surgen los odios que producen las
sangrientas e ilegítimas guerras que asolan partes de la humanidad.
La REDENCIÓN Y LA VIDA DE GRACIA, nuestras convicciones operativas
católicas nos sitúan en un plano superior al natural, lo llamamos porque lo es,
sobrenatural y lo obtenemos y conservamos gracias a los Sacramentos. Es con la
ayuda de Dios que nos encamina a la más grande finalidad, es acertado decir
que: “es por Dios y únicamente en Dios que el hombre se realiza plenamente”. No
es ir contra nuestra naturaleza, sino todo lo contrario, aquí la virtud teologal
de la Esperanza nos colma cuando la Vida de Gracia nos mantiene unidos a
Jesucristo y ello por la Caridad que nos intima con la Trinidad, gran lazo de
unión Creador-criatura. Cristo nos predestina a ser hijos suyos al darnos los
Sacramentos. En cuanto a la venida de Jesucristo al mundo hay desde luego la
poderosa razón del amor de Dios por sus criaturas predilectas, que necesitábamos
la Redención, y los teólogos se plantean el si hubiese venido Cristo al mundo
si Adán y Eva no hubieran pecado y Duns Scoto y Francisco Suárez dicen que sí,
en cambio Tomás de Aquino dice que no, que se decretó porque había pecado y lo
sostiene con lo que dice la Escritura: “Cristo vino para salvar lo que había
pecado” (Lc 19-10). San Agustín sentencia :” Si el hombre no hubiese perecido,
el Hijo del Hombre no hubiese venido”. Lo cierto es que su encarnación nos
enriquece enormemente dándonos fuerzas espirituales más intensas. De allí el
canto litúrgico O Felix Culpa.
JCS.
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