ANTROPOLOGÍA CATÓLICA.
Para explicar la antropología a
la que nos vamos a referir es indispensable recurrir a la filosofía, y como
ésta no es ampliamente conocida, me propongo exponerla en términos legos, en la seguridad que será
fácilmente comprendida.
Los seres vivientes son entes
móviles, conocemos a simple vista a las plantas, con la movilidad solo
inmanente, la llamamos vida vegetativa, los animales y el hombre, constituyen
la vida sensitiva, que posee además de los sentidos, las características de la
vegetativa, y a esta se añade la locomoción, pero el hombre va más allá pues
tiene además de los sentidos de los animales superiores, la vida intelectiva,
lo que hace la enorme diferencia, gracias a la consideración de que contamos
con el ALMA ESPIRITUAL E INMORTAL de que nos dota nuestro Creador en el
instante en que somos concebidos en el vientre de nuestra madre. (Hay muchos entes que poseen las características
animales, algunos extintos otros
microscópicos de los que NO nos ocuparemos aquí), por entes móviles entendamos que siguen el
ciclo de nacer, crecer, reproducirse y morir. En otras palabras hablamos de
biología. Santo Tomás de Aquino define con esa maravillosa capacidad de síntesis
que lo distingue: --SUSTANCIA A LA QUE CONVIENE, SEGÚN SU NATURALEZA, MOVERSE A
SI MISMA--. Como término que muestra la
movilidad y vitalidad usamos el de “ánima”, incluso para para el hombre en su
consideración como ente viviente, y el término: “ALMA” lo reservamos para el
alma espiritual del hombre, incluyendo las almas del purgatorio.
En acepción impropia se califica
de “agua viva” aunque carece de ánima a la de la fuente, rio, cascada, etc. en
contraposición de agua quieta aplicada a la del estanque, tanque, etc. esto lo
menciono para distinguir la movilidad y locomoción propia de la ajena, el agua
necesita agente externo para cambiar de
localidad. Considerándolo como ejemplo. Es muy importante para ser
contemplativos de las inconmensurables bondades y sabiduría divinas, la
observación de estos asuntos que pertenecen a la naturaleza, procedentes de la
voluntad creacional divina, que al hablarnos de Dios nos acercan agradecidos y
admirados a Él. De las máquinas, I.A. y otros artilugios hechos por el hombre
se dice de igual manera de las cosas con locomoción, pues ánima no tienen, que necesitan ser cambiadas de lugar por algo
externo e ellas.
Es una realidad que estamos
hablando de Psicología filosófica, que es totalmente diferente a la psicología en
tanto ciencia médica, lo que aquí nos interesa es la “organización” necesaria
para su movilidad, o sea los organismos, (partes). Para que un ente sea vivo le
es necesario ser un organismo, siendo por tanto la estructura u organización de
sus partes y su cometido es lo que le anima. Este es un punto importante de
meditación sobre el conocimiento, sabiduría y poder del Creador. Y esto nos
lleva al caso de la persona humana, que aparte del ánima que organiza u
movilidad cuenta con un ALMA ESPIRITUAL, que es mucho más importante que el
resto de su movilidad humana. De esta ALMA hablaremos después del comentario
del ánima
humana, de la cual podemos decir que supera a todos los otros entes
vivos, con enorme diferencia.
Dios al crear a nuestros primeros padres los dotó,
en tanto a sus ánimas de grandes cualidades ausentes en el resto de la
Creación, destacan su maravilloso cerebro y sus manos. Esa es claramente la
enorme diferencia, en lo animal, con todos los otros entes móviles, incluso los
que gozan de los cinco sentidos. Pero no queda ahí el asunto; al ser hecho a su
imagen y semejanza nos dotó de la enormidad del ALMA. Esta no es parte somática
de nuestro ser, en tanto no es orgánica,
es absolutamente inútil buscarla en entre las partes integrantes de nuestro
organismo, en tanto que es ESPIRITUAL, lo
que la dota de la inigualable característica de la INMORTALIDAD, es lo más
activo que poseemos, nos permite ejercer nuestra libertad, es el principio
radical de que Dios nos dota. Hay entre algunos académicos equivocados una
argumentación que por un lado sostiene que el hombre piensa porque tiene manos
y por otro que tiene manos porque piensa, ambas posturas son falsas de toda
falsedad, el hombre tiene manos porque así lo creó Dios y alma espiritual y
pensante porque estamos hechos a su imagen y semejanza, contamos con la
capacidad de pensar porque nos dotó de lo necesario para ejercerlo: un alma
espiritual, al crearnos a su imagen y semejanza. (Conviene no dejarse influenciar
por el darwinismo, de donde provienen tantas ideologías equivocadas).
Siguiendo a Santo Tomás y a San
Agustín son tres las potencias del alma y orientan nuestra vida, estas son auxiliadas por nuestro cerebro, la
MEMORIA, la que se auxilia del cerebro en la creación de imágenes y otros
aspectos. Las otras, ENTENDIMIENTO que proviene de nuestra semejanza con el
Creador y la VOLUNTAD, que es el libre albedrío, que como don único es con el
que regimos lo que somos. Cuando nuestra voluntad es la de cumplir con los
deseos de Dios y coincide con nuestra razón, estamos utilizando de la mejor manera posible
esta potencia de nuestra alma, la cual ha sido informada por nuestro señor
Jesucristo nuestro Redentor.
Solo en el hombre rigen los actos
vitales con motivos y finalidades, en los demás entes con locomoción lo que obra
es instinto, no pueden sino seguirlo fatalmente. En nosotros la libertad de
acción, nos permite escoger el bien del mal, somos entes morales, capaces de
obrar de acuerdo a nuestra libertad, implícita en la potencia del alma de la
voluntad. Es por ello que somos capaces, al obrar el bien y agradar a Dios, u
obrar el mal y así ofenderle.
Cuando un fin es bueno sus medios
deben serlo también, porque un fin bueno se puede buscar con medios malos. Por ello
tenemos para seguir la frase: “El fin NO justifica los medios”. (Lo contrario a
lo que afirmó Maquiavelo). El hombre busca el fin final, el fin mayor que es su
salvación, con actos buenos. Pidamos a nuestra Madre del Cielo la ayuda
necesaria para vivir de acuerdo a la moral cristiana, viviendo los valores
eternos como medios para lograr nuestro esplendoroso fin final.
Jordi Casas.ANTROPOLOGIA CATÓICA
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