REVELACIÓN NEOTESTAMENTARIA.
La Revelación de Dios en el Antiguo
Testamento en general se realiza mediante la Palabra inspirada a
personas a los que en general se clasifica como Profetas a los que Dios escoge
para ello siendo en su conjunto la preparación de la venida a este mundo de
Jesucristo y todo lo que ello implica. En el NUEVO TESTAMENTO es exclusivamente
Nuestro Señor Jesucristo, Él mismo, quien realiza la Revelación
Neo-testamentaria. Mediante
la cual promueve personalmente la comunicación con el
hombre lucrándole, enseñándole, señalando el camino de la
salvación. Y como siempre la virtud teologal de la fe es indispensable para que
ésta sea admitida por la persona humana. Es necesario que haya, aunque sea
incipiente un poco de fe. Y apoya la revelación del Antiguo Testamento en su
totalidad, -Lucas, 24-44.
A mayor fe, mayor provecho se
obtendrá de las enseñanzas de esta maravilla de la cumbre de la Revelación,
notará la persona que la recibe, que la catequesis, cuya labor es precisamente catequizar
para acrecentar la fe de aquellos que son catequizados con el objeto de que se
cumpla, por ambos el crecimiento del diálogo
con Dios. La gran
necesidad de la fe se da porque Dios ha querido revelarse en su pobreza y en su
humildad y a través de los humildes, así fueron los apóstoles, personas
sencillas, sin cultura, pobre fue también Pablo, que trabajaba con sus manos,
aunque si era culto, no solo en lo social de la civilización greco-romana, sino
además en la sabiduría de la revelación de ambos testamentos. En la historia de
estos hombres y muchos más, así como el la tradición ejercida por las mujeres
piadosas con su descendencia es donde encontramos en su praxis la Revelación
Neo-testamentaria, el primer ejemplo lo vemos en la humildad y pobreza de la
Sagrada Familia, en especial al momento del nacimiento de Jesús, es al parecer
el mejor caldo de cultivo para las verdades que Dios nos ha querido revelar,
siendo estas al ser admitidas por la fe, el camino humano de la salvación.
Jesucristo no se limitó en su trato
con los otros solo a los pobres y humildes, había entre sus amistades muy
queridas también hombres con recursos económicos notables, así vemos a José de
Arimatéa, a Zaqueo, al mismo Mateo Evangelista eran personas acomodadas económicamente,
pero contaban con el don de la fe. Don con el que todos contamos pero debemos
aceptarlo primero, después nuestra fe debidamente cuidada, alimentada crecerá.
Los contemporáneos de Cristo, los que
le escucharon y siguieron, o al menos creyeron en Él, tenían fe, nosotros los
que a más de dos mil años le conocemos necesitamos imprescindiblemente el don
gratuito de la fe, y ésta se adquiere mediante la introducción a ésta y la
enseñanza desde pequeños, la catequesis de la primera comunión. Sí aquella que
recibimos de críos pequeños, pero como adultos la seguimos necesitando, la
catequesis nos es imprescindible para seguir creciendo en la fe. Esto es lo que
la constituye en obligación seria para todo católico. Obligación que tiene dos
aspectos uno el de recibirla y otro el de otorgarla a los demás, cierto no
todos somos catequistas en el sentido amplio del término, pero si todos tenemos
la obligación de comunicar de transmitir de alguna manera la fe a los demás.
No fue fácil, para sus
contemporáneos, incluidos los apóstoles y los más cercanos seguidores asimilar
el hecho, de que el inconmensurable poder de Jesucristo, a quien se someten
tormentas y vientos en el mar, que resucita muertos, cura toda clase de
enfermedades, multiplica milagrosamente por miles los alimentos, el hecho de
que amara y enseñara con su propio ejemplo la dignidad de la pobreza, del
despego de los bienes terrenales, de su profunda dedicación a la oración, del
amor por los más humildes y desposeídos. Para nosotros, después de más de
dos-mil años de asimilar la Revelación, por las mentes más pre-claras que hay
entre los hombres, nos es más fácil alcanzar a comprender estas enseñanzas de
Nuestro Señor Jesucristo. Nos acercamos al final de este artículo recordando
algo en lo que el propio Jesús insistió varias veces, y es que lo que Él decía
venía de Dios Padre, ya Él le pedimos que nuestra fe acate las enseñanzas, las
asimile y lleve a nuestra “fe operativa”, camino de nuestra salvación.
Jordi Casas.
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