BREVE CURSO DE FILOSOFIA CRISTIANA –XXIV-
LOS BIENES DEL SER
HUMANO.
Lo primero que corresponde es examinar la diferencia entre
conocimiento y voluntad, ya hemos visto que el hombre va conociendo desde su
primera infancia a través de los sentidos, y conforme va conociendo su
apetencia por lo conocido se da, a esta apetencia se le puede considerar como
pasión que viene a ser una tendencia sensitiva hacia algo, a ese algo se
tiende, una vez hecho el juicio intelectual del conocimiento, por la libre voluntad,
en otras palabras lo que se conoce por el intelecto se desea , se rechaza, o se
es indiferente por la voluntad en uso de nuestra libertad , siendo lo
intelectivo y lo volitivo, las cualidades del alma. Se dice que la voluntad es ciega, apetece
pero esa apetencia es la que debemos de someter a nuestro CRITERIO INTELECTUAL
y dar a la voluntad opción de lo bueno y rechazo de lo malo. Es así como
logramos vencer a las tentaciones del Demonio. O sea que podemos, está en
nuestra naturaleza caída, desear cosas impropias del buen cristiano en
diferentes campos como el sexual, el económico, el hedonista, el materialismo,
y ayudados por nuestra fe y amor a Dios Trino, rechazamos lo impropio y así
cumplimos con la voluntad divina, rechazar lo malo y desear lo bueno es lo
apropiado del cristiano bien formado, dominando sus pasiones bajas y sublimando
sus actos buenos. Son estas potencias del alma Intelecto y voluntad las que
definen a la persona humana, pues no actúan solas, es la integridad del ser
humano el que al poseerlas las usa para su bien o para su mal.
La apetencia puede ser de carácter sensitivo y se divide en
bien agradable al que se llama
concupiscible, y en el bien difícil de obtener al que se llama irascible.
Los bienes concupiscibles, se captan por lo sensitivo y lo
intelectivo, en el aspecto sensitivo tenemos los que los sentidos nos señalan
como ”BIENES”, tales son el saciar el
hambre o la sed, el refrescarse si hace calor o calentarse si hace frío,
satisfacer el ímpetu sexual (por el
deseo que existe), obtener algo que no nos pertenece o ganarlo
legítimamente. Y en el terreno
intelectivo los BIENES que no tienen nada que ver con lo sensitivo como: la sabiduría, el honor, la buena fama, aquí
podemos apreciar la apetencia de los
BIENES SUBLIMES como el amor a Dios, el deseo de salvación, la pureza, la
piedad. Algunos de los bienes deseados por el intelecto son irascibles como el
deseo de la salvación que nos lleva a querer pasar bien calificados a la otra
vida, trascender, el ejemplo es el de la búsqueda de la salvación que como nos
enseña el Santo Evangelio de Jesucristo que nos dice que la puerta es
angosta. En cuanto a los BIENES
concupiscibles, los ilegítimos o pecaminosos, solo con el dominio de nuestras
pasiones logramos no caer en la pretensión de satisfacerlos, y solo apoyándonos
en la fe y la caridad lo podemos lograr. Así es como el intelecto se debe de
sobreponer a lo que la voluntad señala, en este rejuego que existe entre ambas
donde la inteligencia le presenta los objetos a la voluntad, esta a su vez le señala los que apetece, la inteligencia en
concordancia con la conciencia, señala los buenos y los malos. Aquí lo
importante es seguir a los buenos evitando los malos.
Nos conviene aclarar lo que la voluntad nos señala y a los
que llamamos “bienes” y lo son, en
cuanto son ordenados adecuadamente, por ejemplo la satisfacción del deseo
sexual dentro del matrimonio es un bien
al realizarse ordenadamente, el comer o beber llevados a cabo ordenadamente
de acuerdo a la naturaleza de cada persona, es la satisfacción de un deseo
natural, la obtención de BIENES MATERIALES es bueno , llevado a cabo con el
orden debido, y el criterio sobre lo que es orden en la obtención voluntaria de
los bienes, se fundamenta en la doctrina de Jesucristo. Así es que se realiza
la moral en el cristiano.
La obtención de los “bienes” es el constituyente de la
felicidad, de allí que los que obtienen los bienes que han identificado como
agradables a NUESTRO SEÑOR, en su práctica
encuentran la felicidad de la vida terrenal, ya que su visión está
puesta en el bien que es superior a todos los bienes, La Visión Beatífica. El
hombre en esta vida terrenal a la que ha accedido sin poner nada de su parte,
accederá a la otra Vida a la que trascendemos al separarse nuestra alma del
cuerpo, con lo que lleva a cabo en esta vida, de las dos vidas que el Señor nos
ofrece es a la que trascendemos la verdaderamente importante pues es a la que accedemos si esa
es nuestra voluntad, en la vida terrenal, lo de vital importancia se desprende
de la Vida Eterna, así que con estas dos potencias del alma, que nos permiten,
a veces con verdaderos esfuerzos en el
uso correcto de nuestra voluntad guiada por el intelecto, el enfocar todas las
acciones de nuestra vida hacia la
salvación y el conocimiento directo de Dios eternamente, esfuerzos gustosos
pues como Santo Tomás nos enseña el hombre tiene una inclinación natural a amar y la orienta
hacia Dios.
El hombre tiene muchas inclinaciones y por tanto elige lo que considera bueno, (bien) aquello
por lo que siente amor, inclinación, preferencia, que son finalidades, fines
que desea obtener, cuando estas son dirigidas ordenadamente teniendo presente
que estas deben de dirigirse en relación a FIN FINAL, la vida se perfecciona, ante los ojos de
Dios, en cambio cuando aquellas finalidades no llevan esta dirección sino que
se orientan a satisfacciones personales, e incluso comunitarias que nada tienen
que ver con el fin final, un ejemplo es
la FILANTROPIA que sin duda es un BIEN pero que se puede realizar, lo que sería
muy raro, pero se da, sin tomar a Dios en cuenta para nada, como si se
estuviera montado en la propia soberbia , los bienes que sean que NO estén orientadas a cumplir con la
voluntad de Dios, al incluirlas en nuestra existencia nos pueden desviar del
buen camino. Todas nuestras acciones serán motivo de examen en nuestro juicio
particular en el que se decide nuestro destino eterno, de allí su importancia
incomparable.
Cuando San Pablo nos enseña que ya no es él, el que vive en
sí, sino que es Cristo quien vive en él,
lo que nos está diciendo es que ha sometido sus pasiones al amor de Dios, y sus
actos a la búsqueda de los mas sublimes BIENES, los del apostolado, que su
inteligencia ayudada por supuesto por la fe y obrando con caridad, ha sometido
a sus pasiones malignas, ofreciendo toda su vida al cumplimiento de la divina
voluntad, que todos los BIENES que busca, y en ello encontró, y vivió con la
Virtud de le Esperanza en la seguridad de su salvación, lo que en sus miserias
de la prisión e injusticias terrenales le debió de proporcionar la mas intensa
felicidad. No en vano se ganó el nombramiento de Apostol de los gentiles.
Jorge Casas y Sánchez.
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