LOS HIJOS PEQUEÑOS, Y LA VOLUNTAD DE DIOS.
Continuando con los comentarios
sobre la familia, y con el objetivo de que la apreciemos más, que recordemos
los valores tradicionales que en ella se gestan en la prole, y así la
fortalezcamos, lo que en estos difíciles tiempos para la iniciación y
conservación de los mencionados valores, cuya importancia es vital , se ha tornado especialmente difícil y
crítico, dadas las confusas, extensas, y en ocasiones perjudiciales redes
sociales, aclarando que por ser tan variopinto su contenido, no dejan de
contener valiosísimas comunicaciones, que debemos de aprender a utilizar y enseñar a nuestros
hijos.
Hacerles entender, de acuerdo a
sus diferentes edades, lo que es
natural, y que lo natural pertenece a lo que nuestro Creador quiere,
relacionándolo con la familia, tratar de que comprendan así, la relación
materno-paterno filial, y de allí el
hecho educativo.
GENERACIÓN Y EDUCACIÓN DE LA
PROLE. De acuerdo a la Divina Tradición
y varias menciones en ambos Testamentos, el Creador lo que espera de los
progenitores es: no solo que los traigamos al mundo, sino que los eduquemos. Toda
persona humana aprende de lo que observa de los otros, y el buen ejemplo es por
tanto de vital importancia, ya que los sentidos infantiles están más atentos a
los hechos, dichos, actitudes de sus padres que a ninguna otra cuestión.
La COMUNICACIÓN tiene una grandísima importancia, es imperativo que sepan cómo pensamos, y que, nosotros como progenitores sepamos lo que piensan ellos, esto y lo
anterior se logra pasando tiempo valioso con ellos, nosotros aprendemos a ser
padres y les enseñamos todo lo que saben, hasta que empiezan a relacionarse en
la educación que llamamos “kínder”. Aquí empieza la necesidad de observar los
aprendizajes que van obteniendo, generalmente son buenos, pero por desgracia
hay ocasiones en que les faltan criterios adecuados a las o los profesores, lo
que nos pone en condición de intervenir. La relación de los progenitores con
los centros educativos de nuestros hijos es de gran importancia, se trata de un
punto que jamás debemos de descuidar. Por ello el aprender a ser padres es una
tarea inacabable.
Las comparaciones son odiosas, dice
el proverbio; recordemos que cada
persona es irrepetible, cada hijo tiene su propia personalidad, por ello cada
uno necesita ser tratado acorde a sus necesidades, en el caso de los menores
las comparaciones pueden ser perjudiciales, bastará con los comentarios
pertinentes, no comparativos entre personas, ellos en su fuero interno y por
cuenta propia establecerán sus personalísimas comparaciones. Esto lo saben bien
ambos progenitores, lo importante es que lo lleven a la práctica. Hay aspectos
que se atraviesan en el trato con nuestros hijos, se trata de sus pequeños
fracasos y éxitos, y de ambos es importante ocuparnos; en cuanto a sus fracasos
conviene reconvenirlos con amor, sin gritos ni castigos exagerados, hacerles entender
que de estos tenemos que aprender. En cuanto a los éxitos no olvidemos el
elogio que merecen, sin exagerarlo, no es conveniente, ni en estos casos ni el
resto, caer en sobreprotección, pero, SI, buscando que ello colabore a su
autoestima.
Al explicarles cuales son las cosas que no pueden hacer debemos
darles las razones, no simplemente prohibir, sino que les ayudemos a razonar
los ¿por qué?, debemos mostrarles el interés que tenemos sobre sus propios intereses
siendo cautos de no sobreexigir, no reprimamos abrámonos a sus intereses, hagámoslos
nuestros. Comentemos sus expectativas enseñándoles
a ser coherentes. Fomentemos el respeto mutuo y reconozcamos sus y nuestros
errores, admitir los nuestros abiertamente y señalar los suyos educa. No nos obsesionemos
con ser padres perfectos ni con tener hijos sin tacha alguna, pero si seamos
pacientes, y no les quitemos la libertad que les corresponde. Hagamos lo mejor
que nos sea posible.
Eduquemos en la libertad, es
conveniente que recordemos que la libertad y la responsabilidad son
inseparables por lo que el educar en la responsabilidad es imprescindible, en
cuanto tengan edad deberemos ponerles sus obligaciones, eso educa en
responsabilidad y sentido del deber, induciéndolos al convencimiento que son
obligaciones que deben hacer “suyas” así
su libertad no se menoscaba, pues les estamos enseñando a responsabilizarse
libremente. En este rubro destacan dos aspectos, primero el que sean muy
conscientes de la importancia de cumplirlos, que su “tarea” escolar sea a hora
fija, o de acuerdo a las circunstancias, es posible que necesiten ayuda, y ello
debe ser oportunidad de completar las enseñanzas escolares, NO el hacerles las
cosas, SI el enseñarles a llevarlas a cabo. Esta es excelente
oportunidad para educar en las virtudes de: esfuerzo, responsabilidad, seriedad
y disciplina.
Entre las riquísimas enseñanzas
de la Divina Tradición revelada, se nos
enseña que ante Dios los padres somos responsables de la formación católica de
nuestros hijos, san Pablo nos dice en
Gálatas 6, 10 “. .. trabajemos por el bien de todos, especialmente
por el de la familia de la fe”. Y en
Colosense 3,21, “Padres, no provoquéis la ira a vuestros hijos, para que no se
desanimen”. Nada es más fuerte, en materia de defensa de la familia que la
generación y educación de la prole. En otras palabras la familia cristiana bien
formada. Es el muro donde se rompen los cuernos sus enemigos. Es nuestro gran
bastión y su sólida permanencia corresponderá en su momento a nuestros hijos,
esa es otra de las necesidades que
cubrirán, gracias a la educación que reciban. El introducirlos en la fe, el
resaltar la importancia que tiene el que reciban su catequesis de Primera
Comunión y Confirmación. Y cuando sea apropiado el llevarlos a la santa Misa
dominical.
Sus oraciones de cada día son
otro aspecto de una gran importancia, deben de saber oportunamente aquello por
lo que tienen que pedir diariamente, y no descuidemos el que en su habitación
tengan un Cristo Crucificado y una imagen de María santísima.
Nosotros debemos de poner de
nuestra parte nuestro mejor esfuerzo en todo y tenerlos muy presentes en
nuestras oraciones.
Jordi Casas.
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