jueves, 3 de agosto de 2023

LOS HIJOS PEQUEÑOS

    LOS HIJOS PEQUEÑOS, Y LA VOLUNTAD DE DIOS.

Continuando con los comentarios sobre la familia, y con el objetivo de que la apreciemos más, que recordemos los valores tradicionales que en ella se gestan en la prole, y así la fortalezcamos, lo que en estos difíciles tiempos para la iniciación y conservación de los mencionados valores, cuya importancia es  vital , se ha tornado especialmente difícil y crítico, dadas las confusas, extensas, y en ocasiones perjudiciales redes sociales, aclarando que por ser tan variopinto su contenido, no dejan de contener valiosísimas comunicaciones, que debemos  de aprender a utilizar y enseñar a nuestros hijos.

Hacerles entender, de acuerdo a sus diferentes  edades, lo que es natural, y que lo natural pertenece a lo que nuestro Creador quiere, relacionándolo con la familia, tratar de que comprendan así, la relación materno-paterno  filial, y de allí el hecho educativo.

GENERACIÓN Y EDUCACIÓN DE LA PROLE.  De acuerdo a la Divina Tradición y varias menciones en ambos Testamentos, el Creador lo que espera de los progenitores es: no solo que los traigamos al mundo, sino que los eduquemos. Toda persona humana aprende de lo que observa de los otros, y el buen ejemplo es por tanto de vital importancia, ya que los sentidos infantiles están más atentos a los hechos, dichos, actitudes de sus padres que a ninguna otra cuestión. 

La COMUNICACIÓN  tiene una grandísima importancia,  es imperativo que  sepan cómo pensamos,  y que, nosotros  como progenitores  sepamos lo que piensan ellos, esto y lo anterior se logra pasando tiempo valioso con ellos, nosotros aprendemos a ser padres y les enseñamos todo lo que saben, hasta que empiezan a relacionarse en la educación que llamamos “kínder”. Aquí empieza la necesidad de observar los aprendizajes que van obteniendo, generalmente son buenos, pero por desgracia hay ocasiones en que les faltan criterios adecuados a las o los profesores, lo que nos pone en condición de intervenir. La relación de los progenitores con los centros educativos de nuestros hijos es de gran importancia, se trata de un punto que jamás debemos de descuidar. Por ello el aprender a ser padres es una tarea inacabable.

Las comparaciones son odiosas, dice el proverbio; recordemos  que cada persona es irrepetible, cada hijo tiene su propia personalidad, por ello cada uno necesita ser tratado acorde a sus necesidades, en el caso de los menores las comparaciones pueden ser perjudiciales, bastará con los comentarios pertinentes, no comparativos entre personas, ellos en su fuero interno y por cuenta propia establecerán sus personalísimas comparaciones. Esto lo saben bien ambos progenitores, lo importante es que lo lleven a la práctica. Hay aspectos que se atraviesan en el trato con nuestros hijos, se trata de sus pequeños fracasos y éxitos, y de ambos es importante ocuparnos; en cuanto a sus fracasos conviene reconvenirlos con amor, sin gritos ni castigos exagerados, hacerles entender que de estos tenemos que aprender. En cuanto a los éxitos no olvidemos el elogio que merecen, sin exagerarlo, no es conveniente, ni en estos casos ni el resto, caer en sobreprotección, pero, SI, buscando que ello colabore a su autoestima.

Al explicarles  cuales son las cosas que no pueden hacer debemos darles las razones, no simplemente prohibir, sino que les ayudemos a razonar los ¿por qué?, debemos mostrarles el  interés que tenemos sobre sus propios intereses siendo cautos de no sobreexigir, no reprimamos abrámonos a sus intereses, hagámoslos nuestros.  Comentemos sus expectativas enseñándoles a ser coherentes. Fomentemos el respeto mutuo y reconozcamos sus y nuestros errores, admitir los nuestros abiertamente y señalar los suyos educa. No nos obsesionemos con ser padres perfectos ni con tener hijos sin tacha alguna, pero si seamos pacientes, y no les quitemos la libertad que les corresponde. Hagamos lo mejor que nos sea posible.

Eduquemos en la libertad, es conveniente que recordemos que la libertad y la responsabilidad son inseparables por lo que el educar en la responsabilidad es imprescindible, en cuanto tengan edad deberemos ponerles sus obligaciones, eso educa en responsabilidad y sentido del deber, induciéndolos al convencimiento que son obligaciones que deben hacer “suyas”  así su libertad no se menoscaba, pues les estamos enseñando a responsabilizarse libremente. En este rubro destacan dos aspectos, primero el que sean muy conscientes de la importancia de cumplirlos, que su “tarea” escolar sea a hora fija, o de acuerdo a las circunstancias, es posible que necesiten ayuda, y ello debe ser oportunidad de completar las enseñanzas escolares, NO el hacerles las cosas, SI el enseñarles a llevarlas a cabo. Esta es excelente oportunidad para educar en las virtudes de: esfuerzo, responsabilidad, seriedad y  disciplina.

Entre las riquísimas enseñanzas de la  Divina Tradición revelada, se nos enseña que ante Dios los padres somos responsables de la formación católica de nuestros hijos, san Pablo nos dice en  Gálatas 6, 10  “. ..  trabajemos por el bien de todos, especialmente por el de la familia de la fe”.  Y en Colosense 3,21, “Padres, no provoquéis la ira a vuestros hijos, para que no se desanimen”. Nada es más fuerte, en materia de defensa de la familia que la generación y educación de la prole. En otras palabras la familia cristiana bien formada. Es el muro donde se rompen los cuernos sus enemigos. Es nuestro gran bastión y su sólida permanencia corresponderá en su momento a nuestros hijos, esa es otra de las necesidades  que cubrirán, gracias a la educación que reciban. El introducirlos en la fe, el resaltar la importancia que tiene el que reciban su catequesis de Primera Comunión y Confirmación. Y cuando sea apropiado el llevarlos a la santa Misa dominical.

Sus oraciones de cada día son otro aspecto de una gran importancia, deben de saber oportunamente aquello por lo que tienen que pedir diariamente, y no descuidemos el que en su habitación tengan un Cristo Crucificado y una imagen de María santísima.

Nosotros debemos de poner de nuestra parte nuestro mejor esfuerzo en todo y tenerlos muy presentes en nuestras oraciones.

Jordi Casas.

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