.-ALGO SOBRE SAN AGUSTÍN.
San Agustín, Doctor
de la Iglesia nació en Tagaste, (del Imperio Romano) el año 354 d.C. y murió en
Hipona, también del imperio, el 430, fue un gran pensador que se convirtió tardíamente,
después de haber llevado una vida que fue una combinación de lo mundano con lo
intelectual, hijo de santa Mónica, quien fue ejemplo de oración y a cuyas
peticiones incansables y durante muchos años se atribuye que el Señor le haya
concedido la conversión al cristianismo de su hijo, que una vez dentro de la Iglesia
fue de gran santidad, autor entre otros escritos, de dos libros fuera de lo común: COFESIONES y LA
CIUDAD DE DIOS. Se le nombra como doctor de la gracia, fue la gran eminencia de
su siglo y dejó un legado insustituible para toda la vida de la Iglesia.
En San Agustín
tenemos al más grande teólogo hasta la Escolástica de Santo Tomás, es el lazo
que une a los Padres de la Iglesia con la
gran síntesis cristiana de todos los tiempos, la Summa Teológica del
Doctor Común, como la historia ha designado a este gran santo teólogo y filósofo.
Es conveniente la mención de Santo Tomás porque nos aclarará mucho sobre S. Agustín,
explicando amorosamente sus inexactitudes.
Son
muchas las enseñanzas de San Agustín, cuya vida como es sabido se trata de una
conversión tardía, pero tan fructífera que la Iglesia nunca dejará de recurrir
a sus enseñanzas doctrinales y teológicas, para él la razón es usada por la fe
para desarrollar nuestras creencias, lo que da a la razón una entidad eminente
y no debe ser despreciada pues es
necesaria para desarrollar la propia fe. El ve en la filosofía un camino hacia
Dios, a la felicidad plena la encuentra en el propio Dios, fuera de Él no hay
felicidad completa, el verdadero filósofo es el que ama a Dios, es el que ha
encontrado la verdad y la posesión de la verdad, es el conocimiento, hasta
donde esto nos es posible, de Dios. Por
ello nos enseña que nadie puede ser más feliz que el buen cristiano, que es
quien ha encontrado, a Dios, lo conoce y lo ama. Todo el significado del mundo
y el universo señalan al conocimiento de Dios.
La razón nos
enseña, puede conocer todas las verdades
naturales de Dios, con la fe podemos conocer las sobrenaturales, de ahí que la razón debe ayudar a la fe, y
así el cristiano halla la suprema
felicidad en el conocimiento de Dios. San Agustín tuvo una influencia platónica
fuerte, que le llevó a concebir a Dios como una esencia inmutable, idea que más
tarde cambiará por la de el “ser subsistente”, no podemos considerar la
filosofía de San Agustín como una filosofía completa y perfecta, tiene algunas fallas que se corregirán con el tiempo, es necesario
comprender que toda teología y filosofía en tanto ciencias de procedencia
humana son perfectibles, la filosofía ha tenido que irse afinando como toda
ciencia humana, del estoicismo, por
ejemplo, él sostenía que las ideas estaban todas en Dios y que Él las sembraba en el mundo material, lo que es
herencia de un error de Platón.
A pesar de sus pocas fallas se le considera el
gran sintetizador de la Filosofía Patrística es el gran maestro, de cuya
grandiosa producción se alimentará la civilización occidental, veamos algunos
de sus conceptos, los que hoy día no nos parecerán novedosos pero que en su
tiempo su influencia fue aportación de nuevo cuño.
PERSONA.- En
cuanto a la persona humana y la unión
del alma y cuerpo sus ideas no fueron completas, pues consideraba al alma como
algo que usa un cuerpo, lo que es también platónico, y en ello nos muestra un
desconocimiento de lo que ya Aristóteles había explicado con su teoría de que
el alma es la “forma” del cuerpo (hilemorfismo) según esta teoría todo lo que
existe está compuesto de “materia” y “forma”, siendo que no puede existir una sin la otra, el
filósofo los llama principios, y al alma la considera la forma del cuerpo, esta
es la teoría aceptada por la Escolástica. A la materia se le llama “materia
prima” y no tiene forma es un sustrato en el que la forma se da solo con este
otro principio. Aquí lo complicado de entender consiste en que en el lenguaje
común que todos utilizamos estos dos vocablos de materia prima y forma nos dan una idea
física siendo que en filosofía cristiana los “principios” son conceptos abstractos,
propios de la metafísica aristotélica y escolástica.
VERDAD.- Los escépticos de su época, que
tenían mucha aceptación decían:
“no existe verdad, de
todo se puede dudar”
A lo que San Agustín replica:
“se podrá dudar de todo los que se quiera; de lo que no se puede dudar
es de la misma
duda”.
Así refuta al escepticismo y demuestra que
si existe la verdad, que es aquello de lo que no se puede dudar, y añadirá:
“no busques a la verdad fuera de ti con los sentidos y el mundo
sensible, búscala en tu interior, allí la encontrarás allí reside”.
Esto lo sustenta
en que usamos la experiencia como herramienta pero la fuente interior de la
verdad es una iluminación. Esta es su teoría de la iluminación, que no debemos
confundir con la Gracia Divina, para San Agustín es: Índole natural de nuestro
espíritu que cuenta con esta y otras capacidades naturales.
DIOS.- Dios es
la verdad, esa verdad gracias a la cual todo lo verdadero es verdadero, todo lo
bueno es bueno, el ser es todo ser, todo lo creado es símil es imagen, todos
los arquetipos. Toda imagen y ejemplo tienen su sede en Dios.
CREACIÓN.-
Refuta la teoría de la emanación, a la que considera panteísta y que algunos
Padres de la Iglesia siguiendo a Plotino habían sostenido, porque ello
significaría mutabilidad en Dios, y el asegura que Dios es inmutable y sostiene
que la Creación es un acto libre de la voluntad de Dios, y no es por tanto una
procesión necesaria, -- que ¿Cuándo
ocurrió ello?-- Evidentemente fuera del
tiempo, ya que el tiempo no surge sino de la Creación, y expone no literalmente
sino como un símil el relato bíblico de
la obra de los seis días. Y nos completa esto con la belleza de este
pensamiento, “ la decisión divina puede ser eterna pero no la realización” lo
que viene a refutar la teoría panteísta de la existencia eterna del universo, y
a demostrar que el universo es finito. Y ve a la eternidad como algo distinto
del tiempo.
ALMA.- Lo que San Agustín sostuvo fue la primacía
del alma sobre el cuerpo, y nos dejó dicho cosas como esta: “a Dios y al alma
deseo conocer” para él el hombre es propiamente el alma, un alma que tiene a su
disposición un cuerpo mortal, trabajó mucho en la inmaterialidad e inmortalidad
del alma. Estas especulaciones tienen hoy día gran actualidad a pesar de los
siglos que han pasado.
EL BIEN.- Cuando
San Agustín habla del bien se refiere a la voluntad de Dios y lo relaciona con
la Ley Eterna, que son las ideas eternas en la mente de Dios, y dice también
que todos los hombres tenemos impresa en nosotros esa ley, y que es bueno el
que actúa conforme a dicha impresión en su propia mente. Allí ve la honda razón
metafísica de la razón humana, y la voluntad de Dios conocida por nuestra
conciencia, lo que tiende a voluntarizar el orden moral a veces hasta el
extremo de que Dios viene a ser mas voluntad que razón y sabiduría, con el
podemos contar, mas no con las leyes de la razón sino sometiéndose a Él por la
fe.
El alma no solo
piensa, y nos ensaña, sino que ama y suspira por el bien, él ve en ella un
instinto por el bien y todo errar y afanarse ocurra por el concepto objetivo y
universalmente vigente de la felicidad, lo que tiene al hombre desasosegado
hasta que llega a dominar este afán y errabundeo y alcanza la verdadera
felicidad. El corazón humano tiene su LUGAR NATURAL, y hacia él gravita hacia el UNO, que es la
verdad y el bien en una palabra. “NOS HAS CREADO PARA TI SEÑOR Y NUESTRO
CORAZÓN ESTÁ INQUIETO HASTA QUE DESCANSA EN TI” cuando el ser humano es capaz
de amar a Dios y este es verdaderamente de gran calado, encuentra a Dios y lo adora encontrándose con
Él y su verdad. Estas eran las convicciones más sólidas de este gran doctor de
la Iglesia.
Jorge Casas y Sánchez.
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