ALGUNOS TEMAS QUE RELACIONAN AL HOMBRE CON DIOS. (primera
parte)
Para empezar nos podemos plantear dos cuestiones:
El cómo nos debemos
de explicar que la fe, en tanto don de Dios, no nos es dada a todos por igual,
ni entre los bautizados, pues hay bautizados que tienen muy poca o prácticamente
carecen de ella. Sobre la caridad que es
también virtud infusa, es desigual y no solo entre los bautizados, pues hay, no
bautizados que la ejercen muy bien.
Podemos plantearnos como inicio que hay personas
egocéntricas y con tendencia al hedonismo. Hay personas teocéntricas, que se
distinguen por su piedad, caridad, fe, rectitud de vida e/o intención. Si somos
egocéntricos debemos empezar un proceso de cambio, y de ello se trata aquí, de
ayudar a lograrlo. Si somos teocéntricos, ojalá nos ayude a pulir, a mejorar en
ese sentido.
En mayor o menor capacidad, casi todos tenemos alguna
tendencia hacia lo teocéntrico, como cosa natural, porque lo que buscamos es
tener un hogar, con nuestro cónyuge, nuestros hijos, el educarlos, y lograr que
sean autónomos, viviendo en paz familiar, trabajando con constancia en busca de
la seguridad. Lo que no es obra de la casualidad, es búsqueda de las cosas
buenas que nos proporcionan felicidad. Vivir la bonhomía. Y ello cumple con lo
que Dios quiere de nosotros. Por desgracia esto no se da en todas las uniones
humanas que bien pudieran en algún momento haberlo pretendido, pero las
debilidades humanas no siempre se superan.
El sentido del honor, de la amistad, del agradecimiento, el
trabajo honesto y productivo, en el hogar y fuera de él en la sociedad, son la
materia de nuestra vida que colabora al Bien Común, que no solo se enfoca a
cubrir nuestras necesidades familiares, sino que, visto desde un punto de vista
antropológico lo que buscamos es ser todo lo contrario del paria en el que
reina la delincuencia, el vicio, la penuria, la carencia de encaje en la
sociedad. Son muchos otros los valores, aparte de los ya señalados, que se pretende vivir y enseñar con el ejemplo,
en el hogar sano, tan solo a modo de ejemplo podemos mencionar, el orden, la
higiene, la lealtad, el respeto, la compasión, la rectitud de intención, la
laboriosidad, el desprendimiento, la pulcritud, la puntualidad, la piedad, la
veracidad, la responsabilidad, la disciplina, la gratitud, la prudencia,
justicia fortaleza y templanza, y por encima de todas estas virtudes la
del amor. En pocas palabras se trata de vivir y enseñar las virtudes morales,
sociales, propias del buen cristiano, hacerse, luchar por ser persona virtuosa.
Se que esto suena en el mundo de hoy como algo fuera de lugar, no es ese el
caso, la realidad es que el hombre se degrada en tanto persona humana si no vive
intensamente su virtuosismo.
Al satisfacer el hombre sus necesidades sociales vemos que
por ejemplo no nos gusta comer solos, preferimos hacerlo en compañía, con
familiares, amigos, no nos agrada exponernos al frio, pero queremos compartir
el calor del hogar, buscamos la seguridad, pero no solo la personal sino la
gregaria, queremos ser aceptados por los demás y aceptamos a otros, damos amor
y buscamos ser amados, nos agrada el trato con los demás, su compañía., el
compartir, el coexistir pero no de manera simple, sino conviviendo, ejerciendo
esa convivencia de forma humana, humanamente. Eh aquí el amor a las criaturas,
que procede de la virtud de la caridad, virtud del amor en dos dimensiones,
amor a Dios y amor a sus criaturas.
Los que hemos tenido la oportunidad de conocer, aunque no lo
transitemos adecuadamente, el camino de la salvación, y que hemos sido
familiarizados con la Fe, la Esperanza y la Caridad, al poner en acto estas
virtudes, es decir al razonar, al pensar solo en que creemos en Dios, y que le
creemos a Dios, ya estamos amándole, con amor sobrenatural. Al actualizarse la
Fe creemos, al creer empezamos a amar, así actualizamos la Caridad, lo que nos
sitúa en el camino salvífico y allí es donde actualizamos la Esperanza. (Amor a Dios, y por ese amor, amar a sus criaturas,
que Él ama).
Como nuestro Creador nos ofrece la vida eterna, y por
supuesto la vida de aquí, en la que nos deja en total libertad, de modo que la
decisión de la eternidad esté en nuestras manos, es una decisión
particularísima en la que escogemos si buscar o no la parte salva de esa vida
eterna, aquí lo decidimos, se trata de la decisión mas importante que se nos
pueda presentar, con una gran diferencia.
La Creación la realiza Dios para el hombre. No se explica
esta sin el ser humano. Esta está para el hombre y el hombre está en el centro
de ella. Independientemente del tamaño del universo y de los muchísimos ángeles
del Cielo. Somos libres de admitir esto o no, pero si lo queremos lograr
debemos empezar por pedir la Gracia de Jesucristo, que es la que nos salva.
Necesitamos en nuestros fines mas importantes primero poner a Dios, esto consiste
en el cumplir su voluntad, lo que además nos proporciona la mayor felicidad
posible en esta tierra, por lo que, si es fin del hombre, la búsqueda de la
felicidad, como nos lo enseña también la filosofía, resulta que quien busca,
encuentra y sirve a Dios, viviendo su vida acorde a su divina voluntad, cumple
con los dos fines mas importantes de nuestra existencia: lograr la salvación y
ser feliz en esta tierra.
Dios nos ama, con el
amor mas perfecto que puede haber, lo que nos muestra de la manera mas eminente
y sublime que puede haber, mandando a su hijo unigénito, la Segunda Persona de
la Trinidad Santísima, para que realice todo lo necesario para que podamos
salvarnos: nos funda la Iglesia, Santa, Católica, Apostólica, Única y Jerárquica,
nos deja con su vida personal el ejemplo mas perfecto para los hombres, la
Doctrina mas maravillosa posible, en su Iglesia instituye los Sacramentos, que
nos proporcionan abundante Gracia salvífica. ¿puede haber algo mas grandioso?.
Desde luego que no. A este divino amor solo podemos responder con nuestro amor
humano, veamos:
¿Qué es el amor?, podemos empezar diciendo que es parte de
la esencia de las personas humanas. Y que es lo que queremos amar, sino lo que
nos es mas amable, lo que nos ha amado antes incluso de nuestra existencia,
pero lo evadimos en muchas ocasiones. Las veleidades del mundo, esa oferta
enorme de cosas, posibilidades, y en estos tiempos en que la tecnología tiene
tantísimas cosas que ofrecer, el amor por la posesión de cosas parece
incontrolable y ocupa el primer lugar incluso por encima del amor a los demás.
Hay por desgracia, y para ejemplo basta un botón: un padre de familia quiere
mas el poseer un cierto automóvil por encima de la educación del hijo o hijos.
Persona humana y amor
son incluyentes, no se pueden excluir. Vivir es estar amando es algo
integrante, el amor es el vivir. Hemos dicho que hay que conocer para amar aquí se trata de que conozcamos mas a Dios,
para amarle mas, las relaciones que el hombre tiene, lo opuesto a la soledad,
son basadas en el amor. La total soledad en el hombre no existe. Al menos no
debe de existir. Si existiera sería la absoluta soledad y se daría la carencia
de amor, situación de gran sufrimiento. Mientras el ser humano no caiga en esta
situación de sufrimiento algo hay de
amor. Cuando el ser humano no tiene amores humanos, cae en el amor a las cosas
materiales, puede tener ambos también, que es lo mas normal, lo mas usual, pero
cuando carece de ambos solo le queda el mas grande de los amores el de Dios y
Nuestra Madre del Cielo, por lo que no está solo nunca, ni puede estar mejor
acompañado.
Ahora bien la relación de las personas con los objetos o con
otras personas nunca es perfecta, lo que no es algo perfecto al amar, lo
incompleto está en la falta de perfección en la relación, que causa
imperfección en el amor. El amor de Dios hacia nosotros, si es perfecto, es un
amor enorme porque lo es para cada uno de todos los hombres, no unos escogidos,
es prolongación del amor del Padre Celestial al Hijo, que se entrega por amor a
esos hombres. Es el amor de las personas humanas es el que sufre de
imperfecciones. Cuando Jesucristo en la última cena con sus apóstoles nos participa
el Nuevo Mandamiento, diciéndoles, que os améis como yo os he amado, nos enseña
la perfección de su amor.
Las culturas socialistas de estos tiempos que son totalmente
materialistas, toman lo anterior de la Religión Católica, (en el fondo a lo que recurren es a la capacidad de amar que es parte de
la naturaleza del ser humano), lo que es de vital importancia, pero lo distorsionan
quedándose solo con el sentido de pertenencia, que es también humana, que es
sucedáneo del sentirse bien, tan solo por el hecho de pertenecer a un clan (camarada,
se llaman entre ellos). Algo distinto es la verdadera comunidad, donde se decanta
la naturaleza gregaria de la persona humana. Es parte de nuestra naturaleza y
en la comunidad, se va mas allá de la conveniencia personal, se da el hombre, a
los demás, por amor se sabe requerido y necesario, ayuda a los demás por amor y
por amor es ayudado por los demás. Es el amor que nos predicó Jesucristo y que la ideología materialista dice que ello
es mito, que a través de los siglos se han tenido que inventar para cubrir la
necesidad de pertenencia, religiones que han satisfecho dicha necesidad. Esto
es una gran mentira, las religiones en general, aparte de los fundamentalismos
que son perniciosos, le otorgan cierta mejora al hombre, y la religión católica
llevada como es debido le confiere una grandeza humana notable, buena para el
propio ser y para la sociedad.
La realidad es que ellos ofrecen una vinculación social, una
especie de protectorado, que es generalmente aceptada, pero que es esclavitud
disfrazada, es un caer en la manipulación, el colectivismo que mata la libertad
personal. La historia nos ha mostrado que esa oferta del Estado socialista no le ha convenido a
las comunidades. Veamos su problema antropológico: se propone al hombre una historia falseada,
arreglada a cada cuerpo de ideologías, además, de aceptación obligatoria.
En nuestras reuniones, o escritos, no creo que alguien haya
dicho, hasta ahora, que es “obligatorio” que se crea o que se sostenga algo.
Nos hemos concretado a decir lo que enseña la Doctrina de Cristo acorde al
Magisterio, lo que son nuestras mas íntimas convicciones, lo que creemos
firmemente, y por lo tanto quisiéramos compartir, al considerarlo de vital
importancia, pero en entera libertad. La Divina Revelación nos indica a
nosotros y a ustedes: ID Y ENSAÑAD A TODOS LOS PUEBLOS, la vigencia de esta
enseñanza evangélica es permanente, hasta el final de los tiempos, para todo
católico.
Antes de asentó, que
la persona humana y el amor son incluyentes, por lo que creo que un ejemplo de
esto que nos ilustra lo vemos en Santa Teresa de Calcuta, de la que esta
anécdota ha quedado en sus biografías. “DALE MUCHO AMOR” le dice la madre
Teresa a quien la viene a sustituir en la atención a un enfermo que estaba
atendiendo personalmente, porque un asunto muy urgente le obliga a cambiar de
lugar intempestivamente. Se trataba de un moribundo que sufría mucho. ¿De donde
viene, en donde se inspira este amor?,
por personas desconocidas, que se encuentran en las peores condiciones
que se puedan dar en un ser humano, es el amor que Jesucristo nos ha enseñado.
No hay mas que un amor, y este es extensivo, es el amor a Dios y por extensión
a sus criaturas, pues Él las ama, las ha creado por amor, este amor extensivo
lo tenemos que identificar, y
familiarizarnos con él, su práctica debe ser constante, incluso en forma
inconsiente, por inercia, pero si lo sublimamos, lo tenemos siempre presente,
le damos el rango que merece, si lo anteponemos a todos nuestros actos, tomará
una dimensión mayor, que no solo nos dará mayor peso en nuestro actuar con los
demás y con la naturaleza, haciéndonos mejores personas, sino que nos eleva al
plano sobrenatural. Cuando nuestro actuar se nutre en el hacer, por amor a
Dios, la rectitud de intención se eleva a la máxima calidad humana, quizás sea
invisible para los otros, pero en nuestro fuero interno, estaremos sobre naturalizándonos.
(fin de la primera parte).
Jorge Casas y Sánchez.
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