N.T. -6- LA
REDENCIÓN DE LOS HOMBRES POR NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
El
significado de redención es el de rescatar algo por algún medio, como ya hemos
visto, el ser humano, después de la caída de nuestros primeros padres estaba en
un estado de pecado que nos imposibilitaba el poder participar de la felicidad
eterna del cielo. Este rescate solo Dios nos lo podía otorgar y para ello nos
mandó a su hijo, la segunda persona de la Trinidad, que tomando carne humana,
haciéndose hombre como nosotros, igual en todo excepto en el pecado, vino a
este mundo, hijo de mujer, para pagar el rescate.
Jesucristo
no solo vino a pagar el rescate, sino que el amor trinitario de que el hombre
goza en tanto criatura de Dios , obtuvimos, además muchas cuestiones
adicionales, como son, el ejemplo de vida del propio Jesucristo, la Iglesia que
fundó y de la que es cabeza invisible, preparó, formándolos con su catequesis
personal a un grupo reducido de hombres que llamó sus apóstoles, , quienes nos
legarían dos de los cuatro Evangelios, estos contienen junto con la tradición que
también nos deja su maravillosa doctrina Cristiana, dentro de la que se encuentran
los Sacramentos que la propia Iglesia administra para nosotros los fieles, con
sus sacerdotes consagrados, que son los autorizados para llevarlos a cabo.
Al librarnos
del pecado e instituir su Iglesia, Doctrina y Sacramentos nos deja la Gracia
Santificante, que podemos recibir abundantemente, una vez reparados del pecado original. Esta
Gracia nos hace hijos de Dios,, filiación que Él nos lucra también y que es
indispensable para salvarse.
Su doctrina
nos enseña que los males y bienes terrenos, como la enfermedad, la salud, el
dolor, el bienestar, los contratiempos, los éxitos terrenales, las carencias, o
la propia abundancia, son si los sabemos vivir cristianamente, elementos
salvíficos, SON PARTE DE LA REDENCIÓN OBRADA POR JESUCRISTO, que vividos
acordes a la voluntad del Padre, que Él mismo nos ha comunicado son camino de
salvación.
..”mi reino no es de
este mundo” , nos deja dicho el Señor, y
declara: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
Con estas
palabras Jesucristo hace referencia a la vida eterna no a una vida terrenal
comodona y regalada. Vino a liberarnos principalmente de lo que nos impedía
alcanzar, la vida definitiva, siendo el causante el pecado, que es el único mal
absoluto, y por lo tanto el que nos impide obtener la salvación. Y además nos
otorga con sus enseñanzas la posibilidad de de superar otras consecuencias que
el pecado conlleva en este mundo, como son: la angustia, las injusticias, la
falta de caridad o de amor al prójimo. Nos enseña también a llevar las cargas,
incomodidades, contratiempos con alegría, cuando no se pueden evitar, y así
convertirlas en ocasiones de sufrirlas por Él, lo que es vida de santidad. Él
sufrió voluntariamente dolores extremos, insultos, injusticias, pobreza y
trabajos, y lo hizo gustosamente porque lo hizo por amor los hombres. El precio
que quiso pagar incluyó su propia vida. San Pablo nos dice: “ habéis sido
comprados a gran precio”, añadiendo a
continuación: “glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo”. Es esta una
clara indicación de que tenemos que ser santos. No hay demostración mayor de
amor que aquella que da la vida por el otro. Jesús la dio por ti y por mi. Por todos
y cada uno en particular, esto nos muestra la gravedad del pecado, y lo que
vale nuestra salvación.
Los jefes
del pueblo judío, el sanedrín, la clase sacerdotal, los que manejaban al
pueblo, no quisieron creer en Él, incluso viendo palpablemente su poder divino al
realizar milagros delante de ellos, era tal su cerrazón al ver amenazadas sus
canonjías, que quisieron su muerte. Esto nos viene a demostrar que para creer,
hay que quererlo, quien no quiere creer, quien no quiere tener fe, quien no
pide a Dios que le aumente la fe, es imposible que crea, es un rechazo al don
divino que se nos ofrece por Dios, pero que podemos rechazar. Antes de su
pasión quiso cenar con sus apóstoles para despedirse de ellos, el apóstol San
Juan en su evangelio nos deja dicho;”viendo Jesús que llegaba la hora de
pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el fin. En esta ocasión sencilla pero
solemnísima y para perpetuar en la historia posterior su Sacrificio, y
presencia entre los hombres instituyó la Sagrada Eucaristía, y el Orden
Sacerdotal. El Sacramento eucarístico que nos lega es de una dimensión inconmensurable.
(de enormidad lo califica el padre Cantalamessa).
Jesucristo
tiene el poder de librarse de toda esta ignominia, pero no lo realiza, porque
aceptado libremente, latigazos, bofetadas, escupitajos, insultos, coronación
con espinas, su cruz a cuestas, nos está redimiendo, y lo hace sin oponer
resistencia, sufriendo por nosotros, para abrirnos las puertas del cielo. Fue
la hora de pagar por nuestro rescate, con su sangre y su vida. Abandonado y
negado por su discípulo predilecto, Pedro, solo el mas joven de ellos, Juan, le
seguirá hasta el pié de la Cruz, los demás atemorizados se han escondido.
Ante Jesucristo hay dos reacciones
encontradas, se le ama o se le odia, y estos judíos le odiaron a tal grado que
lo acusaron usando falsos testigos ante el procurador Pilato, buscando que se
le condenara a muerte.
El que solo
había hecho el bien y había predicado el amor, curado enfermos, resucitado
personas, para aliviar el dolor de sus deudos, y todo lo había hecho bien es
condenado como si hubiera sido un vil criminal, se le condena a la crucificción
que era la manera mas ignominiosa y cruel de morir. Después del vil proceso le
crucifican en presencia de su madre que nos corredimía con su inmenso dolor. Al
estar crucificado pendiendo de la cruz, en medio de los dolores, perdona a sus
verdugos, y nos da a su Madre, por Madre Nuestra. Después de exclamar “todo
está consumado” haciendo referencia a las profecías que siglos antes se
habían realizado, anunciándolas por escrito y con lujo de detalles, entregó su
alma al Señor.
Jesucristo
murió en cuanto hombre, pues en cuanto Dios es eterno y no puede morir, su
cuerpo fue enterrado, y su alma fue a donde le esperaban las almas de los
hombres justos, que le habían precedido, para llevarlas al cielo. Su sepulcro
fue cerrado lo que sucedió ante numerosos testigos y a petición del Sanedrín
custodiado por una guardia romana ordenada por Plilato.
Estos
últimos sucesos tuvieron lugar antes de la puesta del sol del Viernes (ahora
Viernes Santo, para su Iglesia), el sábado pasó en la tranquilidad que la Ley
Mosaica prescribía, y el Domingo, primer día de la semana, tercer día de su
muerte, resucitó por su propio poder en presencia de los guardias que
custodiaban el sepulcro, y que a la sazón dormían, dando la prueba de su
divinidad, la mas decisiva, y que es fundamental, como el milagro cumbre de
nuestra fe, este hecho histórico tiene numerosísimos testimonios.
Durante
cuarenta días se apareció a los apóstoles y a numerosos discípulos, en una
ocasión a mas de quinientos, y les dejó el encargo de ser misioneros y enseñar
por todo el mundo su doctrina y de
comunicar los méritos de su pasión por medio de los Sacramentos. Estableció la
jerarquía de su Iglesia con Pedro a la cabeza, como primer Papa, y a su otros
diez apóstoles como obispos y primer Magisterio de la Iglesia.
Los méritos
que Jesucristo nos obtuvo deben de ser refrendados por nosotros mismos, Él nos
los brinda gratuitamente, pero los debemos de aceptar con su Revelación y su
Doctrina, cumpliendo la voluntad del Padre, para que obteniendo su gracia
santificante, sus méritos nos salven.
Pasados los
cuarenta días subió por su propio poder a los cielos, pero no es una persona
que pasó solamente, no es solo un personaje histórico , sigue estando con nosotros
sacramentalmente, con toda su divinidad, humanidad, y nos visita en el
Sacramento de la Comunión, viene a nosotros inundándonos verdaderamente con su
gracia santificante, presencial, sin que hayamos hecho nada para merecerlo, es
su perfectísimo amor el que lo realiza. El poder infinito de Dios le permite
estar con Dios Padre y también en la Eucaristía, San Pablo nos o dice: Jesucristo,
ayer, hoy y siempre (“!Iesus Chistus heri et hodie ipse et in saecula”).
De allí que
el cristianismo no es solo una doctrina, es: SEGUIR A UNA PERSONA DIVINA, VIVA,
GLORIFICADA.
La Pasión de
nuestro señor Jesucristo es modelo para nuestras vidas, nos enseña San Agustín.
Por ello los cristianos no debemos buscar una vida comodona, regalada, debemos de tomar nuestra cruz de cada día, ,
esforzarnos por cumplir su voluntad, , dándole significado a todos nuestros
actos, siendo auténticos incluso en el dolor. Es la fe la que nos otorga la capacidad de sufrir con y por
Cristo, quien no tiene fe no entiende el valor del dolor y lo quiere suprimir a
toda costa. En el católico tiene pleno sentido, en el nos unimos mas a Cristo,
le imitamos, nos identificamos mas con Él. Es Dios quien permite que haya dolor
en nuestras vidas, de múltiples formas distintas, pero en cualquier caso lo que
Él espera es que lo ofrezcamos con las mismas intenciones que Él ofreció su
pasión, en reparación de nuestros muchos pecados, los personales y los de los
otros. Esta es la forma de unirnos a María Santísima como corredentores. Ella
sufrió muchísimo al ver sufrir a su hijo antes y en la Cruz.
El camino
del calvario es muestra de lo que debe ser nuestro propio camino, Él mismo nos
lo enseña”:...”QUIEN QUIERA VENIR EN POS DE MI, NIÉGUESE A SI MISMO, CARGUE CON
SU CRUZ Y SÍGAME”. Y ben vistas las cosas esto no es un camino triste, por el
contrario, en el sacrificio ofrecido a Dios no solo en esta vida, sino en la
eterna, está la felicidad, tomemos en cuenta estas palabras evangélicas; “QUIEN
PERDIERA SU VIDA POR MI, LA HALLARÁ, PUES: ¿DE QUE APROVECHA AL HOMBRE GANAR
TODO EL MUNDO SI PIERDE SU ALMA”?.
Para
terminar veamos y meditemos sobre los siguientes puntos de CAMINO:
.—607 “La
humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior, “Él lo ha
dicho: aprended de mi que soy manso y
humilde de corazón, y encontraréis paz para vuestra alma”
.—299
“Cristo ha muerto por ti,---Tu, ¿Qué debes hacer por Cristo”?.
.---155
“Jesús no se satisface –compartiendo—lo quiere todo”.
.---495 “A
Jesús siempre se va y se –vuelve—por María”
Jorge Casas
y Sánchez..
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