LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTO ESPIRITUAL.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.
LA VIDA SIN
DIOS Y
EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.
Deseo
comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA
SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta
expresión llena de: sabiduría, contundencia, importancia,
significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una
vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la
búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad
aunque estemos rodeados de cosas con
alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”,
sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío
interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en
materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por
amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su
Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es
concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién
nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos
da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas
y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina,
pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la
realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose
en eso, su amor, se deduce que un amor
sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si
así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras
actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no
está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad
es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad
espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento, este es el tema sobre el que quiero expresar
algunos puntos de meditación.
De nada nos
sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión
Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu
que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma
espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a
su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de
pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de
Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a
una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel
esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo, “ me podrá condenar a pasar la noche en la
cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo
de la libertad de espíritu en un cuerpo
privado de libertad.
Las personas
humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y
alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra
contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales,
así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial
del compás, nosotros debemos de dar
sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores
diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el
de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual
inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros
quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta
enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el
Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”.
No es que seamos un equivalente a materia
y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas
las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que
tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto
mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la
eternidad, está en nosotros o mejor
dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:
- yo soy mi espíritu y mi cuerpo -
esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica
con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida
Eterna. Pues el cuerpo al
ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo
que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son
las de la existencia eterna. El cuerpo muere y
sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas,
inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y
humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y
para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene
aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y
alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra
oportunidad.
Pero el
hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en
la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque
nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo
son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para
dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución
de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende.
Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra
existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma
intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me
refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar,
(mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus
múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y
conviene que veamos cuales constituyen los alimentos del cuerpo solo, los del alma
sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados,
útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o
intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de
nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en
el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el
evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el
hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un
sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los
alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos
seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de
alimento, que están infroalimentados,
que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente,
recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las
ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando
como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos
y que gozamos de alimentos de sobra, que
en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y
les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él
ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este
párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el
espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de
que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos
que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de
nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro
le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente
alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de
las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra
capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos
millones de nuestros congéneres.
Recordemos a
Juan 6,63 “ ..el espítitu es el que da
vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y
son vida..”
Lo anterior
en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la
alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy
alimentando el propio y examinando como
puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a
otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes
preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de
solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas
de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple
posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o
inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es
diametralmente opuesta, pues la del
espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato
digestivo, y no la tenemos que considerar en tres horarios al día.
Es dudosa
esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero
que “”somos lo que pensamos, si lo
llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien
formada la conciencia, pues es del
dominio público que: en el ser, así o
asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de
fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de
acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas
buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado
debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de
bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello.,
empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la
disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común,
el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro
espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones que se relacionan, una del Evangelio de San
Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la
famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa
en ti”. En esta vemos a un alma inquieta
que a lo largo de muchos años busca con
gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la
obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con
Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.
Si el gran
alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración
meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa
Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la
manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa
relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el
como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde
estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la
manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu
Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e
íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como
y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de
nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la
riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que
veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los
quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles
dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad,
expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR
SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener”
y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que
no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas
y Sánchez.vv
No hay comentarios:
Publicar un comentario