MARAVILLA DE LA GRACIA DIVINA .
La Gracia de Dios es un don gratuito, sobrenatural, es un don en tanto que podemos prescindir de
él y no aceptarlo, lo que sería verdadera locura, pues es la Gracia Divina la
que nos salva, dicho escuetamente, SIN LA GRACIA DE JESUCRISTO NO HAY
SALVACIÓN. Por lo que es importante meditar sobre esta maravilla de la Gracia
de Dios. Y conviene recordar que Jesucristo vino a este mundo y se ofreció ,
todo Él, en la totalidad de su existencia humana, con su ejemplo, su doctrina,
la Iglesia que nos fundó y en pasión dolorosa
hasta la muerte, derramando por TODOS los hombres, los que ya habían muerto,
los que estaban vivos en su tiempo y los que no habíamos nacido, hasta la última gota de su sangre divina y
humana, y ofreciendo entre otras muchas cosas maravillosas la Gracia
Santificante a aquellos que la acepten.
Para los cristianos católicos la Gracia, en nuestra vida de
fe, juega un papel de primera importancia junto con la Doctrina,
y la Caridad para cumplir con la
voluntad de Dios pues es precisamente la Gracia
la que nos ayuda en un vivir recto con intención de realizar lo que Dios
espera de nosotros. Es por la Gracia que obtenemos las Virtudes Teologales, que las hacemos nuestras. La vida en unión con
Dios se nos dio por la Gracia desde nuestros primeros padres a quienes revistió
de Gracia que ellos rechazarían al pecar contra Él. A nosotros nos la ofrece y
además debemos saber obtenerla en especial a través de los Sacramentos, que son
como verdaderos canales que nos la lucran en forma superabundante.
Al aceptar la Gracia de Dios, aceptamos la filiación divina,
nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo para que nosotros nos podamos ir al
Cielo, para ello nos dejó su vida ejemplar, fundó su Iglesia, con su Doctrina y
Sacramentos, canales de gracia abundante, nos lucró la adopción como hijos de la
Trinidad Santa y nos dejó a su Madre como Madre Nuestra, “LA LLENA DE GRACIA”.
Para que nosotros fuéramos merecedores
de la Gracia, sufrió su Pasión dolorosa hasta la muerte, para que la podamos recibir nos dejó fundada su Iglesia, instituyó los Sacramentos, y así que podamos recibirla renovadamente, y nos elevemos sobre
el resto de la Creación, al ser templos trinitarios, por estar en Gracia de
Dios, meditemos en la grandeza de ello, contemplemos la Misericordia de Dios
que nos brinda semejante distinción, que nos señala: Camino Verdad y Vida, como
Él mismo nos lo sentenció.
Para que la Gracia sea habitual en nosotros, es preciso que
nos esforcemos, no es tarea fácil requiere de la virtud de la Caridad, para
desearla, de la virtud de la Fe para obtenerla, de la Esperanza para saber que
está a nuestro alcance de, de la Piedad
y varias virtudes humanas como la fortaleza, la constancia, que nos permite conservarla
y ser morada digna del tesoro que es la
Gracia Santificante la Iglesia nuestra maestra, al ser la
encargada por Jesucristo de administrarnos los Sacramentos actualiza esa oferta maravillosa del Salvador.
Dios nos ha creado para dos vidas, una en este cosmos, para
la cual no ponemos nada de nuestra parte, la llamamos nuestra vida terrenal, y
otra que se denomina Vida Eterna a la que accedemos de acuerdo a nuestros actos
humanos, los buenos y las malos de nuestra vida terrenal, llevados a cabo en
uso de nuestro libre albedrío, y cuya valoración ante Dios depende de dos
aspectos uno el del cumplimiento de los mandatos de la
sana conciencia, y el otro el de la obediencia de la CONCIENCIA FORMADA del cristiano.
El hombre siempre
necesita de regenerarse,
de reconvertirse en el caso de
los cristianos, la venida a este cosmos de nuestro Señor Jesucristo fue para
lograr una verdadera reconversión de los todos los seres humanos, a la
humanidad pre-cristiana le hacía falta una regeneración, pues el politeísmo y
las costumbres contrarias a la moral de la conciencia de todo hombre, lo necesitaban de urgencia, la generalidad de
las naciones estaban en decadencia y la
doctrina de la incipiente Iglesia Católica vino a penetrar poco a poco las
conciencias de los pueblos y comunidades a donde iba llegando, logrando
conversiones que en algunos casos convirtieron en verdaderos santos a algunas y
algunos. Las principales religiones europeas pre-cristianas, la de los romanos
y griegos no aportaban nada bueno al espíritu del hombre, y el cristianismo
colmaba de Fe, Esperanza y Caridad a las almas de todos los que estaban
dispuestos a abrir su corazón a la palabra divina.
Todo lo realizado por la Divina Voluntad al mandarnos a su
hijo para instaurar aquí su Reino y alejarnos de la situación generalizada en
que estábamos viviendo, por el hecho de
ser algo proveniente de la Misericordia Divina y para beneficio del hombre, enseñándolo con diáfana claridad en el camino
a seguir para obtener la salvación, cuanta Gracia no derramaría sobre los
apóstoles, los conversos, los discípulos, los Padres de la Iglesia, que
lograron la conversión del mas grande, culto
y poderoso imperio de la tierra. Los Sacramentos que Jesucristo
instituyó son, desde que existen, canales riquísimos de Gracia Santificante, a
través de ellos como los sarmientos alimentan al fruto de la vid, la Gracia
alimenta la Fe, la Caridad, la Fortaleza, y demás virtudes del hombre
cristiano. Los Sacramentos al ser administrados por los sacerdotes a los
fieles, lo hacen como instrumentos de Jesucristo, siendo Él el que los
confiere, es Jesús el que perdona los pecados, es Jesús el que se da como
alimento espiritual en la Comunión, es Jesús el que bautiza y perdona el pecado
original e infunde las Virtudes Teologales. Es su Gracia otorgada gratuitamente
por su Divina Misericordia, a las parejas de casados por el Sacramento del
matrimonio, y en forma abundante a través de sus Sacramentos, de allí su gran
importancia.
Es claro que antes de la venida de Jesucristo, Dios ya
derramaba su Gracia sobre los hombres, basta mencionar las nobles actitudes de
los justos, que siguiendo las indicaciones de los Patriarcas, Profetas, la Ley
Mosaica, y sus propias conciencias, nos ofrecen ejemplares comportamientos, ahora
bien, con su venida Jesucristo quiso
dejar patente la gran necesidad de la Gracia en la vida terrenal del hombre,
para asegurar su otra Vida, la eterna.
Todo lo realizado por la Divina Voluntad, al mandarnos a su
hijo para instaurar aquí su Reino y alejarnos de la situación generalizada que
la humanidad estaba viviendo es acto misericordioso para el mayor beneficio del
hombre, por encima de cualquier imaginativo, y con la diáfana claridad que señala
al camino de
la salvación, que
nos cambia de
seres terrenales en
espirituales, sin menospreciar la tradición que procede de nuestro padre
Abraham, es claro que antes de la venida de Jesucristo, la Gracia, en especial
en el pueblo judío existía como Gracia Santificante y fuera de este como Gracia
Actual, misma que otorga el Creador a los hombres que viven de acuerdo a los
mandatos de su conciencia, aquellos con la congruencia de existencia a que
hemos aludido en otras ocasiones, y que son los que le son fieles a los
mandatos internos que a través de la conciencia Dios comunica a todo ser
humano. Jesucristo es el gran medio por el que recibimos la Gracia , su entrega
a la voluntad divina del Padre, al vivir ejemplarmente, al padecer nos ha
convertido de seres terrenales en seres espirituales, si antes solo veíamos al
suelo ahora vemos hacia el cielo.
Con la sola Gracia Actual, todos los hombres se pueden
salvar, pero los cristianos a la Gracia Actual debemos añadir la Gracia
Santifcante, siendo lo mas indicado la frecuencia en la recepción de los
Sacramentos, la devota participación en la Santa Misa, las buenas obras, la rectitud
de intención, y la oración diaria.
El tema de la Gracia de Dios es mucho mas amplio que esta
breve meditación y a manera de conclusión meditemos los siguientes puntos:
GANAMOS LA GRACIA DE DIOS, cumpliendo cabalmente su divina
voluntad.
CONSERVAMOS LA GRACIA DE DIOS, evitando pecar después de ser
absueltos en el Sacramento de la Confesión
SE NOS AUMENTA LA GRACIA DE DIOS, pidiéndola fervorosamente
y cultivándola, se nos aumenta su infusión por parte de Dios, evitando el
conformismo y luchando, en las cosas pequeñas de todo el tiempo de nuestra
vida.
PERDEMOS LA GRACIA DE DIOS, parcialmente pecando venialmente, y si el pecado es grave, la perdemos totalmente,
caso en el que es de extrema urgencia recurrir al Sacramento del perdón.
NOS RESISTIMOS A LA GRACIA, si no nos esforzamos en
aumentarla, siendo esta Don de Dios, Él espera que en uso de nuestra libertad y
con la Caridad Cristiana la procuremos.
Jorge Casas y
Sánchez.
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