¿SOMOS REALMENTE LIBRES?
En la ciudad alemana de Colonia, con motivo de la Jornada
Mundial de la Juventud en 2005, el entonces cardenal Ratzinger, al dirigirse a
ellos, y cito, les dijo “..la libertad no quiere decir gozar de la
vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de
la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos,
verdaderos y buenos”. El Papa Francisco escribirá sobre esta tema “Para
ser protagonistas de los acontecimientos del mundo es indispensable comenzar
por ser protagonistas de nuestra propia vida”.
El Señor al crear al hombre le
permite ser dueño de sus propios actos, nos dio el libre albedrío, somos
nosotros los que conducimos en medio de los temporales y de los problemas que
la vida nos va presentando siempre. Bien vista la vida consiste en continuas y
permanentes soluciones, a cada paso tenemos que dar remedio a algo, mucho de
ello muy sencillo, a veces con ciertas dificultades que hay que vencer, y otras
enfrentando libremente problemas de muy ardua solución, algunos nos acompañarán
el resto de nuestra existencia… son los riesgos de la libertad, la aventura de
nuestra propia e individual vida personal.
Es parte de nuestra formación personal el conocernos, tomando
en cuenta lo siguiente: ¿Cuáles son nuestros principales defectos?, ¿Qué estamos
haciendo para corregirlos?, ¿escuchamos y tomamos en cuenta las correcciones
que nos hacen familiares, amigos, profesores, etc.?, ¿tenemos algún talento en
especial, algo en lo que destaquemos por alguna capacidad que nos ha concedido el
Creador?, ¿tratamos de sacarle partido a ello de usarlo positivamente, sobre
todo si sirve para ayudar al prójimo?, ¿somos
poseedores de algunas virtudes?, y ¿las practicamos?, hacer uso apropiado de nuestra
libertad es hacer uso de estas y evitar aquellos, libremente conformamos
nuestra personalidad, todos los hombres somos creados diferentes, y al vivir
hacemos uso libre de nuestras capacidades, buscamos la felicidad en nuestro
actuar tras los objetivos que nos planteamos a nosotros mismos, debemos tomar
decisiones, involucrarnos en cuestiones arduas, nos vamos planteando metas a
resolver, en lo familiar, en lo social, lo económico, lo profesional, las
amistades, estudios, deportes, actividades múltiples, hay quien tiene
preferencia por los estudios, otros buscan legítimamente el hacer un patrimonio
cuantioso, o ambas cosas, y mas. En lo anterior necesitaremos depender de otros
y otros dependerán de nosotros, pero siempre todos dependeremos de Dios, y a Él
tenemos que recurrir, agradeciendo lo que nos otorga y pidiendo lo que
carecemos.
“Se hace camino al andar” nos dice el poeta, y debemos de
hacer la andadura de la mano de Dios, saber que caminamos con tal compañía nos
llena de alegría, hace de nuestro camino algo grande para nuestro fuero
interno, valioso, santo, santificado, santificable, basta ofrecerlo con amor al
Señor, teniendo en cuenta esa interdependencia que nos viene de otros y que a
otros va, no somos ermitaños, vivimos rodeados de otros con los que convivimos
, amamos, trabajamos, competimos o ayudamos, siempre con el Señor a nuestro
lado, consultándole, rogándole, amándole, ayudando a sus criaturas en nuestra
capacidad.
Somos gregarios por preferencia y por necesidad, nadie es
absolutamente autónomo, Dios quiere esa interdependencia humana, que es factor
de unión, esa ayuda mutua que desemboca en el Bien Común. Se trata de nuestro
entorno humano y en este debemos de ser testigos de nuestras convicciones
cristianas, dar ejemplo de rectitud, honestidad, bonhomía, vivir los principios
de solidaridad y subsidiaridad, hacer apostolado con el prójimo, buscando su y
nuestra salvación eterna. La vida plena de libertad que ha optado por lo dicho,
aquella misión que tenemos en nuestra vida y a pesar de los inevitables errores
y faltas a los que los humanos estamos siempre expuestos, los podremos corregir
en especial cuando acudamos al Sacramento de la Confesión. Del pasado tenemos
que aprender y el futuro lo enfrentamos siempre con el valor que la compañía
del Señor nos proporciona, pidamos ayuda
a nuestra Madre del Cielo y vayamos esculpiendo nuestra propia biografía, con
la gran meta de la salvación eterna.
Jorge Casas y Sánchez.
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