MADURACIÓN.
Ahora bien, no solo está el amor de Dios en las criaturas, la
culminación de su amor está en la encarnación de la Segunda Persona de la
Trinidad, del Hijo de Dios hecho hombre, que viene a vivir, a amar, a sufrir y
a morir por amor al género humano, y después de muerto resucitar glorificado.
No hay acto de amor más grande en la historia de la humanidad que la
encarnación del Verbo, al aparecer Cristo entre nosotros, lo que constituye el
acontecimiento de la mayor importancia que puede haber en la vida de todos los
hombres, pudimos contemplar al Dios-Amor, quien se manifiesta a los que tenemos
el espíritu abierto a su alegre nueva, su Evangelio, su palabra. Estamos frente
al amor divino, el ágape, podemos decir, siguiendo a Benedicto XVI y al padre
Cantalamessa, que no el eros.
No podemos por lo visto dar una definición del Cristianismo, pues podríamos
caer en una formulación impersonal, en un sistema filosófico, el cristianismo
es diferente a las teorizaciones, es la persona viviente, el amor de Dios
manifestado en un Hombre-Dios de forma humana, de carne mortal como
la nuestra, es el hijo de Dios (Segunda Persona de la Santísima Trinidad) en la
historia humana, Hombre perfecto y Dios perfecto, unidos en la misma Persona,
con dos naturalezas, una divina y una humana. Técnicamente se denomina: UNIÓN
HIPOSTÁTICA.
El cristianismo viene a ser el encuentro del “yo” nuestro
con Él Tu” divino del Hombre-Dios, es una vivencia personal. Cristianismo es Jesús
viviente y palpitante en su Iglesia y en los hombres que dentro de ella lo
aceptamos, Iglesia que es asistida por el Espíritu Santo, procedente del amor
entre el Padre y el Hijo para la salvación de los hombres que en uso de su
libertad así lo quieran.
El cristianismo solo puede existir dentro de la Iglesia que Él fundó con
Pedro como primer Papa, y los otros diez Apóstoles como el primer Magisterio de
la Iglesia, comunidad del amor de Dios, de la fe y de los sacramentos.
Nadie duda de que las cumbres más
altas del pensamiento humano se lograron con Sócrates, Platón y Aristóteles,
pero no pudieron escalar más alto por ser pre-cristianos, les faltó esa
información de carácter divino que está contenida en la Revelación, la cual es
muy amplia, en especial la que aporta el Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo.
Como ejemplo podemos decir que la definición de hombre de Aristóteles que fue ZOON
POLITIKON, a la cual siguió la de ORTHOLOGIKO ZOÓ, con significados, el primero
haciendo referencia a su gregarismo y el segundo a su capacidad de razonar, si
Aristóteles hubiera tenido la suerte de conocer la Divina Revelación de Jesucristo
hubiera hecho una definición diferente en la que incluiría los aspectos de la
dignidad humana, algo como: ANIMAL MORAL CON ESPÍRITU INMORTAL. Pero pensemos
solo en algunos aspectos que proceden de la Revelación y que son los que más
han influido en el pensamiento occidental que está presente en nuestros días y que permanecerá a lo largo de toda la historia
de los seres humanos. Algunos de los
aspectos de la Revelación nunca hubieran sido pensables nunca los hubiera
podido descubrir la mente humana, como ejemplos podemos mencionar, a Dios Trino
y Uno, las Tres Personas en una sola y misma Naturaleza Divina, y el hecho de
que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, de que nuestros
pecados pueden ser perdonados, de que somos hijos adoptivos de Dios Padre.
En forma parecida podemos mencionar la Creación a partir de la nada, por
la sola voluntad de Dios creador y su Divina Providencia que crea y conserva el
orden del mundo. La Creación no solo es aquello que podemos ver e intuir y que
se liga a la materia y a sus prodigiosas leyes, sino que incluye aspectos como
el hecho de la existencia del Cielo, y de los Ángeles, a nosotros nos es muy
natural pensar en los “entes”* que existen, pero antes de que los
entes existieran había que inventar la existencia. Como antes de que
el tiempo existiera este tuvo que ser “inventado”, creado, todo lo que
conocemos está sujeto al tiempo y al espacio, excepto Dios mismo, que es quien
los ha creado. La Creación incluye al cielo, con sus ángeles, los buenos que
están en el propio cielo, y los malos, los traidores que se enfrentaron a Dios
Creador y que por lo tanto sufren castigo eterno están en los infiernos,
incluye también la tierra, donde el ser humano habita, y el resto del universo.
Dentro de este solo el hombre es hecho a imagen del Creador, de allí que sea su
rey. En el sentido de que es su servidor, y principal responsable de respetar a
la naturaleza, en la mejor manera que le sea posible. A muchos científicos, y
ello es explicable les impresiona la inmensidad del universo, y a nosotros nos
causa el mayor de los asombros, cuando se nos explica, y todos nos preguntamos
el porqué de esas dimensiones y la posible o imposible relación que esto tiene
con la humanidad, la respuesta científica no existe, y se cuestiona además el
que ¿cómo es posible que la única vida inteligente de esta inmensidad sea la
humana, qué caso tiene semejante dimensión
y porque su existencia?. El creyente, no tiene problemas, se asombra si,
porque contempla la grandeza de la Creación, el Poder Divino, pero no nos cabe
la menor duda de que tales dimensiones para Dios no significan, sino obra de su
voluntad. Para Él no hay problemas de dimensión, el espacio sideral, lo podría
haber creado mayor, mucho mayor aún o menor, mucho menor. Sencillamente lo creó
del tamaño que quiso, y para lo que quiso, cosa que los humanos ignoramos.
Una de las más difíciles cuestiones de entender por algunos científicos,
haciendo referencia a aquellos que carecen de fe, obviamente equivocados, es
que sea el hombre el único ente creado a imagen y semejanza de Dios, eso es
parte de su materialismo, lo que es observable en las formas de pensar y actuar
de estos, en general enemigos y detractores de la Iglesia. No se
cansarán en sus intentos tanto científicos como de ciencia ficción de encontrar
vida inteligente fuera de nuestro mundo, y en ocasiones dentro del mundo
animal, lo que es risible, por no llamarlo ridículo. Dios Creador dará o
hubiese dado al hombre la indicada información sobre la existencia de otros
seres vivos que eventualmente tuviesen comunicación con nosotros. Es de tal
magnitud la importancia de esto que de ser posible ya nos hubiera sido
revelado. Como no está en la Revelación, solo nos sirve como la divertida
ciencia ficción.
La influencia del cristianismo en la filosofía y en general en el
conocimiento de occidente fue definitivo, la moral tiene a partir del tercer
siglo una gran incidencia y las costumbres y conceptos mejoran en forma
espectacular, la familia, la persona humana, la forma de vida, son objeto
principal de la religión cristiana que empieza a extenderse por todo occidente
y después llegará a los continentes descubiertos y colonizados desde la
Península Ibérica. Su enorme influencia con todos sus beneficios permea todo,
la forma de gobernar incluida. Dios es ahora algo personal, único para todos,
benevolente, creador nuestro, salvador, redentor, santificador. La humanidad
cuenta ya desde ahora con una teología verdadera y una religión que
verdaderamente nos une a Dios. Se ha extendido la fe, la sabiduría, la
moralidad, el amor de Dios hacia sus criaturas se empieza a comprender
extensivamente.
Dios hecho hombre, ha venido al mundo para difundir en la humanidad un
rayo de su luz, sin esta, nuestro mundo no sería lo que es, sino una
catástrofe. La influencia que el cristianismo ha dejado, y que durará hasta el
final de los tiempos es innegable e incomparable, nada hay que haya influido
positivamente la civilización humana en semejante grado. Y si olvidamos ver con
esa luz, nos acercamos al desastre. La Teología Moral que se ocupa del
comportamiento de las personas humanas, en cuanto lo que es el camino de su
salvación, nos lo enseña claramente y nos permite vislumbrar los acontecimientos
en cuanto son otras luces, que alumbran
nuestro caminar en esta vida. Vemos por tanto en el cristianismo no solo la
beneficiosa influencia para los católicos, sino para toda la humanidad. Claro
en diferentes grados.
Ha quedado ya claramente explicado que las fuentes del conocimiento
filosófico de la religión cristiana se sustentan en la fe, y lo
esencial de ella son sus fuentes, es decir aquello de donde procede lo que
creemos, estas son los escritos del canon admitido por el Magisterio de la Iglesia,
en otras palabras las Sagradas Escrituras, en especial las del Nuevo Testamento,
y los contenidos de la Divina Tradición.
Las Sagradas Escrituras, son un cuerpo de libros que se empiezan a
escribir en la época de Moisés, y terminan la parte que llamamos viejo o
Antiguo Testamento que termina con un corto libro escrito en forma de disputas,
llamado Malaquías, profeta que anuncia la venida del salvador y que procede muy
probablemente del último cuarto del siglo V antes de Cristo. Este
conjunto de libros fue escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, su
autoría es de Dios y son por tanto de inspiración divina, pertenecen a la Iglesia
a la que se le han entregado, y ésta es quien los interpreta, enseña a sus
fieles y guarda celosamente como depósito de la fe que son. Realizados por la
mano del hombre, (hagiógrafos) cuya escritura proviene de Dios.
Están libres de errores, y tratan no de enseñar científicamente,
sino señalar el camino de la salvación eterna. Lo contenido en el
Nuevo Testamento es parte de lo revelado personalmente por Jesucristo a sus
Apóstoles, Discípulos y a San Pablo, es un conjunto de libros escritos
con lo que Jesucristo enseñó personalmente a sus Apóstoles y
discípulos y reveló en forma especialísima a San Pablo. Mas no todo
lo que enseñó quedó escrito.
Sobre la Divina Tradición, podemos aseverar: muchas de las
enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo no quedaron escritas, fueron
transmitidas oralmente a sus apóstoles y por generaciones de boca en boca se enseñan
con el objeto de ser transmitidas a todas las generaciones. Las
enseñanzas apostólicas por tanto no solo se encuentran en la palabra escrita
sino en la palabra “traída” a la que llamamos Tradición Apostólica. Esta es
enseñada esmeradísimamente y se comprueba el perfecto entendimiento de ella
entre las generaciones, con objeto de que su pureza sea lo mas perfecto que
hay, además de que el Magisterio de la Iglesia la cuida y el Espíritu Santo
nunca deja de actuar sobre todos, precisamente con el objeto de que su pureza
sea permanentemente cuidada, además, el
Magisterio de la Iglesia, y por Magisterio de la Iglesia, entendemos
dos conceptos, uno es el cuerpo de todos los obispos en armónica relación con
el Santo Padre, en otras palabras parte de la Jerarquía de la Iglesia y otro es
el contenido de la enseñanza oficial, que de este procede, desde el Primer
Magisterio, el cual fue constituido por el propio Jesucristo con sus once
Apóstoles, a quienes encabezaba San
Pedro, primer Papa de la Iglesia. Recordando el dato importantísimo de que el
Magisterio de la Iglesia es asistido desde Pentecostés, en su inicio de la vida
de la Iglesia, por el Espíritu Santo y lo será hasta el fin de los tiempos, es su
custodio, junto con las instancias necesarias, que la Santa Sede señala, para
realizar debidamente el cuidado del Depósito de la Fe, siendo la Iglesia la
depositaria y responsable de su cuidado, y lo transmite a todos los hombres.
Los apóstoles y discípulos, escucharon
de viva voz las enseñanzas de Nuestro Señor, y las generaciones siguientes
deben escucharlas en toda su pureza. Esto da a la Divina Revelación,
los Santos Evangelios, Cartas Apostólicas, y Escritos de San Pablo, así como a la
Tradición Apostólica, la garantía de fidelidad y conservación pura de los
mensajes, que con la asistencia del Magisterio
a través de todas las generaciones, ya que fueron, los primeros miembros del Magisterio
de la Iglesia testigos directos, presenciales y receptores propios, de las palabras
de Nuestro Señor Jesucristo, esos Apóstoles
y ahora sus sucesores, todos los obispos
dispersos por todo el mundo, encabezados por el obispo de Roma, el Papa.
Así es que se puede entender mejor el porqué de
los Congresos Eucarísticos, los Sínodos y los Concilios, y demás
reuniones que se llevan a cabo con el objeto de revisar, de actualizar los
diversos aspectos que se relacionan con el contenido de la fe, como lo son la
catequesis, la liturgia, la filosofía, la historia y demás facetas de la Fe
Cristiana, que es ocupación principalísima de la interpretación más pura que
puede haber, de la Doctrina enseñada por Jesús. El rol que incumbe al
Magisterio es de importancia primordial en la vida de la Iglesia.
Aquí cabe destacar la realización del nuevo “CATECISMO DE LA IGLESIA
CATÓLICA”, procedente del Concilio Vaticano II cuyo impulso se debe a San Juan Pablo II quien ordenó su
elaboración, y que viene a ser un verdadero tesoro de Doctrina Cristiana.
Libro que como es tradicional en los Catecismos Católicos consta de las partes
del Credo, Sacramentos, Mandamientos y Oración. Es un tratado de contenido
doctrinal de primerísima magnitud, y de consulta excepcional, que se recomienda
a todo cristiano, no solo en su lectura completa, sino como libro de constante
consulta.
El Magisterio de la Iglesia tiene por tanto unas características que
debemos de considerar, sus enseñanzas, procedentes como se ha explicado, pasan
a los sacerdotes diocesanos y a los fieles interesados en seguir sus enseñanzas
para que estas se transmitan a toda la cristiandad y al resto de los hombres, de
buena voluntad, esto no solo se lleva a cabo en las homilías episcopales y sacerdotales
sino en la gran actividad catequética que desarrolla la iglesia a través de
diferentes niveles, desde los párvulos, la juventud, que incluidos los laicos, con sus diferentes especialidades, como las
enseñanzas pre-sacramentales, así como la palabra directa, los escritos
correspondientes tales como las encíclicas, la prensa en general, las cartas
pastorales, libros, e incluso con los medios masivos de comunicación y el Internet.
Si por el contrario se deja la interpretación de las sagradas escrituras
al criterio personal subjetivo y particular de cada uno de nosotros, no solo se
cae en errores sino que no se llega al aprendizaje y
conclusiones seguras doctrinalmente; pongamos como por
ejemplo de lo que Jesucristo es, conclusión a la que se ha llegado a través del
magisterio de la iglesia: “ Jesucristo es el Verbo Divino, el Hijo de Dios,
nacido de la Virgen María, Dios y Hombre verdaderos, en una sola Persona con
dos naturalezas una humana y otra divina”. Al llegarse a esta conclusión tan
diáfana, precisa y clara, vemos un ejemplo de la acción del Magisterio de la
Iglesia, cosa que ha venido haciendo desde la resurrección de nuestro Señor.
Del conjunto de verdades que nos han sido reveladas por Dios, y que están contenidas en la palabra escrita y en la palabra traída, y que se entienden con perfección a través de las interpretaciones del Magisterio de la Iglesia, muchas de ellas son consideradas Dogmas y por lo tanto gracias a nuestra fe las creemos en forma absoluta. Quien tuviese algún problema en la creencia completa de algún Dogma de Fe tiene obligación seria de salir de esa duda, para lo cual el mejor camino después de la oración en la que se pide que el Señor nos ayude a entender para creer y creer para entender, es el recurrir a un sacerdote bien capacitado que nos ayude con sus explicaciones, con la recomendación de las lecturas apropiadas sobre el tema, y con seguridad se saldrá de la duda. El Espíritu Santo nunca deja de hacer su parte.
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