FE Y REVELACIÓN CATÓLICAS CATÓLICAS.
Todos los
hombres necesitamos de puntos de referencia, de principios, de valores, de
convicciones profundas que rijan nuestra vida, y es de absoluta necesidad que
estos sean no solo buenos, y convenientes, sino que sean verdaderos, porque si
partimos de estos y fueren falsos, nuestra vida sería falsa. De aquí que sea
tan importante el conocimiento de la verdad. Hay personas que niegan que la
verdad absoluta exista, esta es una incoherencia tal que en si misma lleva, su
equivocación al afirmar que la verdad absoluta no existe, pues ellos mismos se
contradicen. Es por ello que hay que resaltar que las verdades absolutas
existen y su conocimiento es de la mayor
importancia, pues va en ello nuestra propia existencia, y nuestra eterna vida
trascendente. Si hay verdades absolutas, Dios nos las ha comunicado, de Él
vienen.
1. Es propio de la religión católica la
búsqueda de la verdad, y es en la Revelación Divina donde esta se nos da a
conocer. Dios nos ha entregado un conjunto de verdades que debemos de conocer,
no solo los católicos sino todos los hombres de buena voluntad. Y aquí nos
encontramos con dos tipos de verdades, las VERDADES NATURALES y las VERDADES
SOBRENATURALES. Las naturales son aquellas a las que podemos acceder por
nuestro propio razonamiento por ejemplo: el hecho de que tenemos alma
espiritual, de que hay una moral
universal, cosa que nos indica nuestra propia conciencia, y a las verdades sobrenaturales a las que
solo podemos acceder por sernos reveladas por Dios, tales como : la Santísima
Trinidad, la gracia, la concepción virginal de María Santísima y muchas
verdades mas. Estas verdades sobrenaturales las creemos gracias al don de Dios
de la FE SOBRENATURAL.
Dios nos ha ido revelando poco a poco lo que ha considerado
necesario que conozcamos, Él se manifiesta siempre al hombre, lo vemos
comunicarse en un principio verbalmente
con Adán y con Noé, con quién hace una alianza, posteriormente se comunica de
diferentes modos con Abraham, quién será el primer depositario de importantísima
parte de la Revelación, que pasando por los Patriarcas, continúa con Moisés, y
épocas posteriores con los profetas, jueces y reyes que termina con el Antiguo
Testamento, para concedernos el culmen de la Revelación con su hijo, Nuestro
Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento. La cual ha sido trasmitida por Dios a
través de personas que la han dado a conocer a los demás. La Revelación de
Jesucristo es la parte sustantiva de la Revelación.
DIOS NOS HABLA A TRAVÉS DE SU HIJO. La Revelación Divina se
divide en la palabra escrita, misma que está contenida en los libros que
componen ambos testamentos y que
conocemos como la Biblia, y en la Tradición que es la palabra trasmitida
vocalmente de mayores a menores a través de los tiempos, cuidadosa y fielmente.
Esta tiene lo que se denominan motivos de credibilidad, algunos son,
los milagros, los testimonios de
mártires, las profecías, la vida de la
Iglesia, la sublimidad de la enseñanza cristiana, la belleza de sus ideales, su
comprensión, justicia, felicidad y vidas ejemplares. Y el mas grande de todos
la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Las verdades de la Revelación las aceptamos
basados en la fe, por
el razonamiento. San Agustín nos dejó dicho: “ creer para
entender y entender para creer. Pero a la fe podemos rechazarla, nos es
potestativo, lo que no modifica a la verdad, téngase fe o no la verdad
permanece siempre, porque es objetiva.
Queda claro por tanto que la Revelación Divina tiene dos fuentes de la misma
procedencia, estando una, que ha quedado por escrito, que son las Sagradas
Escrituras, o Biblia, y la otra en la
palabra traída o Tradición, gracias a la cual sabemos cuales son los libros,
verdaderos que vienen a formar las Sagradas Escrituras. Contamos además con el
ESPÍRITU SANTO que es enviado para auxiliar a la Iglesia, que somos todos, y muy en especial al MAGISTERIO DE LA
IGLESIA, que Jesucristo fundó con su once apóstoles, este es el que está a
cargo de la interpretación adecuada de el conjunto de la Revelación. A esto se
le denomina el depósito de la fe, que es el conjunto de verdades
inmutables, celosamente cuidadas, las que vemos en el Credo además de otras que
proceden de estas.
Cuando se habla de fe podemos hacer la distinción fe humana, que consiste en creerle algo a alguien,
y fe divina que es la le creé a Dios, esta nos es indispensable para aceptar
íntegramente la Revelación.
Entre los motivos de credibilidad, que refuerzan nuestra fe
resaltan tres, la Resurrección de
Jesucristo que es un hecho históricamente comprobado. Lo que fue
profetizado siglos antes de que sucediera, con detalles sorprendentes. Y la Vida
de la Iglesia que se robustece mas con el pasar del tiempo a pesar de los
grandes ataques y tendencias sociales en su contra como lo son el divorcismo,
el abortismo, el igualitarismo en las uniones de hecho, que busca ser
legalmente aceptado como si fuera matrimonio, la eutanasia, la eugenesia, el
control natal antinatural, las legislaciones que van en contra de la Moral
Cristiana, lo que sucede en muchos países, incluso de tradición católica, y el testimonio
de vida de sus mártires. La Iglesia
ha tenido y sigue teniendo mártires, que mueren en defensa de la fe, siendo un
ejemplo incomparable.
La fe es un don de Dios, no podemos adquirirla por medios
propios, por lo que estamos obligados a
poner los instrumentos que están a nuestra disposición para introducir a los demás preparándolos, catequizándolos,
formándolos, enseñándoles para que la acepten de Dios. Puede ser rechazada, por
razonamientos equivocados, pero debemos de dejar muy claro que razón y fe no se
contraponen, no hay oposición, por el contrario se complementan, cuando el
razonamiento es verdadero, recto, recodemos que si el hombre es capaz de
razonar es debido al Creador que lo hace a imagen y semejanza suya, y Dios no
se contraría.
La fe es además del conjunto de verdades algo práctico, es
decir que la fe no se queda solo en las creencias, sino que se debe de reflejar
en actos. El apóstol Santiago nos dice en su Segunda Carta 18:
“Tu tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus
obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Tan solo recordemos a Abraham , su fe era tan grande que
estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac su hijo, gracias a su fe. La fe sin obras
no es lo que Dios nos pide, si tenemos fe lo demostramos con actos, vamos a
misa los domingos por lo menos, acudimos a los Sacramentos, la confesión y
comunión con frecuencia, hacemos oración, somos caritativos y misericordiosos
con el prójimo. De esta manera y muchas mas vivimos nuestra fe. Pidamos al
Señor que nos aumente la fe, esa luz interior que recibimos del Espíritu Santo,
sus mociones, las que debemos atender.
Estamos en la verdadla verdad, si aceptamos la fe y no la
rechazamos, la vamos conociendo, ¿Cómo?, Meditando el contenido del Nuevo
Testamento, metiéndonos a la lectura meditada, diaria, ordenada, sistemática, empezando por el primer
EVANGELIO
y ordenadamente continuar, con los HECHOS DE LOS APÓSTOLES y continuando con las EPÍSTOLAS de San Pablo, y las CARTAS
DE LOS APÓSTOLES , consultando aquello que no nos quede claro,
escuchando las homilías de las Misas a las que vayamos, leyendo en plan de
estudio los libros que nos recomiende, si tenemos , nuestro director
espiritual, o nuestro cura preferido. Podemos también alimentar nuestro
espíritu con publicaciones seguras (algunas no lo son) que están en la
Internet, de las que al final de este papel, hago una mención de parte de
ellas. Así iremos conociendo mas de Nuestro Señor Jesucristo, quien nos dejó
dicho “LA VERDAD OS HARÁ LIBRES” siguiendo estos breves consejos iremos
progresando en nuestra formación de buenos católicos.
La práctica de la fe no nos lleva a hacer cosas extrañas, por
el contrario nos comunica, serenidad, confianza en nosotros mismos, por nuestra
cercanía al Señor y a su Santa Madre, y madre nuestra, La Virgen Santísima. El
buen católico no se nota sino en sus costumbres piadosas, como el ir a Misa, lo
que no es extraño, al contrario lo extraño es no hacerlo. Además la seguridad
de estar en la verdad y poder comunicarla a nuestros prójimos, (apostolado) lo
que nos lleva a preparar charlas que ayudan a
nuestra propia formación, al llevar a cabo la labor apostólica, mediante
la cual, nos santificamos y ayudamos a los otros a que lo logren.
Para terminar quiero comentar dos aspectos que se relacionan
con la fe, se trata de aquellas cuestiones que le pedimos a Dios, ya sea
directamente o a través de intercesión. En su vida Jesucristo realiza milagros,
cuando hay fe de por medio, esta es una lección que no podemos olvidar. Ahora bien
la visión divina es diferente a la de los hombres, Él ve lo nuestro en relación
a nuestra salvación, con su divina visión, que todo lo ve, nosotros (toda
proporción guardada) vemos nuestras conveniencias, necesidades, o deseos,
propios o de los demás, con visión humana, y esta no puede verlo todo. Por ello
es que cosas que con mucha fe, insistencia, humildad, incluso con oración y
acompañadas de mortificaciones pedimos, y no se nos otorgan. No son motivo sino
de agradecimiento, pues al sernos negadas, nuestra visión humana puede no
comprender el porqué no se nos ha concedido, así respetamos la visión divina
que, incapaces nosotros de atisbar, Dios en su misericordia nos lo ha negado
porque de alguna manera no hubiese ayudado a nuestra salvación. Es por tanto,
su negativa, motivo de agradecimiento por nuestra parte.
Jorge Casas y Sánchez.
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