EL ESPÍRITU SANTO, TERCERA PERSONA DE
LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
San Josemaría, decía del Espíritu Santo
que era EL GRAN DECONOCIDO, desde luego que el uso de esta frase, entre otras
de sus sabias enseñanzas, ha logrado que sea más amplio el conocimiento de la
Tercera Persona de la Santísima Trinidad, de su maravillosa e importantísima misión en la Economía de la
Salvación, debido al interés que el uso de la frase ha despertado en el interés
de conocer mejor a la tercera persona de la Trinidad Santa.
En el Génesis se le menciona como el Espíritu de Dios que
sobrevuela en el principio de la Creación y las Escrituras nos enseñan que es
coeterno con las otras dos personas de la Trinidad, al proceder de la relación
del Padre y el Hijo, mas adelante se hace una breve explicación
sobre el uso de esta palabra y otras que, en el lenguaje filosófico, tienen
significados diferentes al cotidiano nuestro.
La
Tradición Cristiana llama “atribuciones”
a las grandes obras de Dios trino
y uno, otorgándoles a manera de distinción a las tres personas de esa única
naturaleza divina que es Dios. Al Padre (primera persona) se le atribuye la
Creación, al Hijo (segunda persona) se le atribuye la Redención, y al Espíritu
Santo (tercera persona) la Santificación. Todos los católicos basamos nuestras
más íntimas convicciones en esta trinidad de personas en una sola naturaleza
divina, utilizando el significado de las palabras “persona” y “naturaleza” en el
sentido del lenguaje de la Filosofía.
(NOTA, en forma reiterada se ha
consultado el CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA para hacer las afirmaciones
contenidas en este artículo), En el primero de los Sacramentos, el Bautismo, tenemos
nuestra primera profesión de Fe, el Bautismo es símbolo de la Fe ante todo. El símbolo bautismal en donde se articulan la tres personas de la
Trinidad Santa, posteriormente reafirmamos nuestra Fe
trinitaria al recibir el Sacramento de la Confirmación, por lo que se puede
afirmar que nuestra Fe se sustenta en el misterio trinitario. Desde
los más remotos tiempos de la cristiandad la mención de las Tres Personas se
usa en la fórmula del Bautismo.
En los primeros años de la cristiandad,
además del Bautismo, se otorgaba, para
que recibieran al Espíritu Santo, a
aquellos que no lo habían recibido, un ritual en el que mediante la acción de
poner las manos sobre la cabeza del que lo recibe, se recibía al Espíritu
Santo.
La Resurección de Jesucristo se da por
la acción del Espíritu Santo que vivifica la humanidad muerta de Jesucristo y
que vuelve a la vida en ESTADO DE GLORIA. La maternidad divina de María “La
Madre de Jesús” se da por el deseo del
Padre, por obra del Espíritu Santo, siendo Jesús verdadero Dios y verdadero hombre.
A la formulación del DOGMA trinitario se recurre al lenguaje filosófico, en
este caso a las palabras: hipóstasis, substancia, relación, y persona, además de
otras. La que aplica es hipóstasis, (persona en griego) palabra que la Iglesia
utiliza para designar las personas de la Trinidad, al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo, en su distinción particular de cada persona del único
Dios. Substancia hace referencia a naturaleza o esencia. En cuanto a Cristo en
Él hay una sola persona de las tres de la Trinidad, el Hijo, y en Él se dan dos naturalezas, la divina y la
humana lo que se conoce como la UNIÓN HIPOSTÁTICA, señalando la unión en una
sola “Persona”. El término “relación” se toma en dos acepciones, propias de la
Trinidad, las que son: identidad y comunicación.
La expresión: “Con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria”
hace referencia a la misión del
Espíritu Santo que es enviado por el
Padre en nombre del Hijo, lo que nos revela que Él es junto con ellos el mismo
Dios único, ya que la Encarnación revela que Dios es el Padre Eterno y que el
Hijo le es consubstancial. De allí que somos llamados a participar en la vida
de la Bienaventurada Trinidad, por las tres personas divinas en esta vida y en
la Vida Eterna. Las tres personas de la Trinidad son inseparables en su ser y
en su obrar, siendo sus misiones específicas,
“”EN EL PRINCIPIO EXISTÍA EL VERBO….Y
EL VERBO ERA DIOS…..TODO FUE HECHO POR ÉL Y SIN ÉL NADA HA SIDO HECHO”” Jn 1,
1-3. En la Santísima Virgen, Madre de
Jesús, y por tanto Madre de Dios, en el FIAT, el Espíritu Santo obra para su
concepción y Jesucristo es el Verbo hecho carne. Dios ha creado el universo y
lo mantiene en existencia por su Verbo.
En el Apocalipsis de San Juan, hay un
bellísimo simbolismo que nos muestra al Espíritu Santo: “….un trono estaba
erigido en el cielo y Uno sentado en el trono ( Ap 4, 2) el Señor Dios, luego
revela al Cordero inmolado y de pie, por último revela: … rio de Vida que brota
del trono de Dios y del Cordero”, lo que coincide con la voluntad del Padre que
nos da a su Hijo y al Espíritu Santo para la salvación del mundo, es misión de este el inspirar a su Iglesia,
para que esta no caiga en error, para que su Magisterio conserve el Depósito de
la Fe intacto y la interprete en relación a los signos de los tiempos, para
inspirar a los Papas en sus enseñanzas doctrinales y sea lo que nos expresan ex
catedra acorde a la más pura doctrina. Por lo que la gracia del Espíritu Santo
tiene el poder de santificarnos, nos ayuda a ser justos y vivir los
Sacramentos.
A
manera de anécdota por ser muy
interesante me permito incluir la mención que en la ceremonia llevada a cabo en la bellísima catedral, obra
maestra del estilo románico en Santiago de Compostela, España, ( que es uno de
los tres más importantes lugares de peregrinación cristiana después de Roma y
Tierra Santa), pronunció en su homilía de la Santa Misa, de la ordenación
episcopal de Don José Rodriguez Carballo, el Cardenal Tarcisio Bertone.
…..“”Al
Espíritu le pedimos para el nuevo Arzobispo el don de sabiduría, para discernir lo que
viene de Dios y lo que le es contrario; el don de entendimiento,
para que sepa interpretar los signos de los tiempos y encuentre la respuesta
evangélica adecuada para ellos; el don de consejo, para que hable siempre desde
Dios, y desde Él pueda decir una palabra de esperanza a los hombres y mujeres
de hoy; el don de fortaleza, para que sea testigo de Cristo
y de su Evangelio con fidelidad y entrega total durante toda su vida; el don
de ciencia, para que
penetre en los secretos del Señor y sepa comunicarlos con sencillez y
profundidad; el don de temor, para que
se aleje siempre de cuanto vaya contra la voluntad del Señor; el don
de piedad, para que mantenga siempre en su vida una relación filial
y confiada con Dios, el Padre de las misericordias.””….
La VIDA
MORAL DE LOS CRISTIANOS, está sostenida por los DONES DEL ESPÍRITU SANTO, tradicionalmente
se describen de esta manera:
DON DE
SABIDURÍA :Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a
buscarle sobre todas las cosas, en medio de nuestro trabajo y de nuestras
obligaciones.
DON DE
INTELIGENCIA: Nos descubre con mayor
claridad las riquezas de la fe.
DON DE
CONSEJO: Nos señala los caminos de la
santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la
solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.
DON DE
FORTALEZA: Nos alienta continuamente y
nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro
caminar hacia Dios.
DON DE
CIENCIA: Nos lleva a juzgar con rectitud
las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la
medida en que nos lleve a Él.
DON DE PIEDAD:
Nos mueve a tratar a Dios con la
confianza con la que un hijo trata a su Padre.
DON DE
TEMOR DE DIOS: Nos induce a huir de las
ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda
contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien
amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.
A lo que
podemos añadir: uno es Dios Padre de
quien proceden todas las cosas, uno solo el SEÑOJESUCRISTO por el cual son
todas las cosas y uno el ESPÍRITU SANTO en quien son todas las cosas. Son las misiones
de las tres personas las que manifiestan
sus “propiedades” o sea la Providencia Divina al PADRE, la Encarnación y
Redención al HIJO y la Salvación al ESPIRITU de Dios, estas misiones, dada la
Creación, la traición de Lucifer y sus seguidores, con la historia de la
primera pareja humana, de la que venimos todos los humanos, ambos el Diablo y
el Primer Hombre cometiendo actos que, se llevaron a cabo en uso de la libertad
que Dios nos otorga tanto en la naturaleza angelical como en la humana,
ofendiendo a Dios, han dado lugar en la historia de los hombres a acciones cuya
realización nos ha afectado tanto.
Las
misiones de Jesucristo y del Espíritu Santo son fruto del amor perfecto del
Padre por la humanidad; Él quiere, dado su amor por las criaturas más excelsas de
su creación, que nos salvemos, que esa
Vida Eterna que nos tiene preparada la gocemos para siempre después de que
hayamos cumplido con la vida en este planeta, en la que estamos sin habérnoslo
propuesto, pero Él nos ofrece otra Vida y el alcanzarla es algo que si nos
podemos proponer. Es mas, nada hay más importante que nos lo propongamos y que
trabajemos en ello para lograr el propósito. Su amor por nosotros ha llagado al
grado que nos ha mandado a su hijo unigénito para que nos deja fundada su
Iglesia, clara su Doctrina, preparados sus apóstoles, como primer MAGISTERIO DE
LA IGLESIA, y nos lucre la redención con su dolorosa PASIÓN, MUERTE Y
RESURECCIÓN, y está JESURISTO después de
su regreso en cuerpo y alma intercediendo por nosotros en el Cielo, y nos manda
al Espíritu Santo en su múltiple y grandiosa misión .
Es por la
Fe, virtud teologal que nos infunde el Espíritu Santo en el Bautismo, que nos es
renovada en la Confirmación y que la tenemos, aunque a veces parezca estar
dormida en nosotros por ello es
indispensable rezar porque esta se nos aumente,
por la Fe es que estamos en posibilidad de intuir a Dios, de creer en El
y de creerle a Él, lo que nos ha dicho y revelado porque Él es la verdad misma.
Vivimos por la Fe, la Fe actúa por la Caridad otra virtud teologal que el
Espíritu Santo nos ha infundido y conserva en nosotros, como también la
Esperanza que se nos ha infundido y que nos impulsa a conocer y cumplir la
voluntad de Dios, lo que nos lucra la salvación. Aquí vemos la acción divina,
en su amor por el hombre, que a través
de su Santa Iglesia nos propone, y en
ella como sus miembros, nos debemos esforzar en conocer y cumplir.
Para
terminar esta meditación nos falta señalar los FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO los
cuales son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias
de la Vida Eterna, la Tradición nomina doce: caridad, gozo, paz, paciencia,
longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia,
continencia, castidad. Agradezcamos a la
Santísima Trinidad todo esto y con la ayuda de la Santísima Virgen tratemos de
responder como es debido.
Jorge
Casas y Sánchez.
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