ADORACIÓN,
CONTEMPLACIÓN, MEDITACIÓN, ORACION.
Parafraseando a Mt.7,7 que nos dice: -“pedid y se os dará; llamad y se
os abrirá. Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra; y al que llama se le abrirá” - ; un
Padre de la Iglesia, Guido el Cartujano nos dejó dicho: “…buscad leyendo, y encontrareis meditando;
llamad orando y se os abrirá por la contemplación…” Lo que nos muestra que
meditar, orar y contemplar no son departamentos estancos sino que vienen a
formar partes del hablar con Dios, como lo es la adoración también.
Me ha parecido conveniente que algunos de los términos que
se usan constantemente en la doctrina de
Jesucristo nos queden mas claros en sus significados, por ello he tratado de
clarificarlos con el objeto de que sean de mejor ayuda en nuestras meditaciones,
y en general en nuestra relación con Dios, su iglesia, sus rituales.
LA ADORACIÓN, el ser humano siempre ha adorado a la
divinidad, desde nuestros mas remotos ancestros, pues la mas simple adoración
consiste en saberse inferior a ese algo que está por encima de nosotros, que no
vemos, no conocemos pero intuimos como divinidades superiores,
como algo de tal manera poderoso
que dependemos de ello, que no entendemos pero que reconocemos en su superioridad y les
tributamos de algún modo, representándonoslo con alguna figura a la que se
idolatra por considerarle poderoso y se le piden cosas. Por supuesto esto es lo
que nos sucede cuando no conocemos la Revelación Divina, pues conociéndola las
cosas son diametralmente diferentes.
Veamos cual es la
reflexión filosófica, en primer término
la persona humana en búsqueda de su felicidad se plantea ¿que es?,¿ quien es?,¿
de donde le adviene lo que es?, y ¿ cual
es el sentido de su existencia ,en la que busca la felicidad. Y lo atribuye a
lo único que puede, que es algo de
índole desconocida pero superior a si, y que tiene poderes que uno no puede
controlar sino padecer. Y a estas , llamémosles divinidades, recurre en su
pequeñez, acusando la grandeza la superioridad de su divinidad desconocida, y
sometiéndosele le reconoce como poderosa y así es como este reconocimiento es
su rudimentaria forma de adoración la cual se va traduciendo en ofrendas, peticiones,
sacrificios, e ídolos que la representan.
Lo anterior nos lleva a la conclusión de que adorar en su
mas primitiva expresión es reconocer a algo superior a nosotros y de lo que
depende nuestra felicidad, y dado que la búsqueda de esta es el fin del
hombre, tenemos a la divinidad correspondiente
de acuerdo a nuestro entender, presente cuando necesitamos algo que no podemos
conseguir fácilmente, como por ejemplo el que termine un período de sequía, o
se recupere la salud de un ser querido o propia. Y humildemente se le invoca y
a cambio o como demostración de sumisión se le invoca y se recibe ayuda del
especialista, chamán, curandero etc. Y en demostración de dependencia de su
poder se le ofrece algo.
Ahora bien para los cristianos que somos gracias a la
Revelación Divina conocedores y dueños de la verdad ¿ que es adorar ?, pues es el presentarnos humildemente ante Dios
Todopoderoso como sus criaturas, débiles, dependientes, con nuestras
debilidades y defectos, miserias y pequeñeces, su misericordia, reconociendo en Él su grandeza
inconmensurable, su perfectísimo amor por nosotros, al que nunca podremos
corresponder como Él se merece; sus
innumerables perfecciones en todas las materias imaginables, de bondad,
misericordia, belleza justicia, poder, sabiduría y las que nuestra imaginación alcance a pensar,
reconociendo la inmensa distancia que nos separa de Él, en cuanto criaturas
frente a su creador, y sin embargo el que somos queridas por Él desde la
eternidad y reconocer que existe un
vínculo de dependencia, de amor, de
agradecimiento. Esto es el acto natural de adoración. La adoración es la más
alta forma de oración.
LA CONTEMPLACIÓN, Jesucristo
es el fruto de la contemplación de Dios, meditando aprendemos a meditar, esta
es silenciosa, se puede progresar en
ella (hasta grados místicos, los que se dan en casos en que personas que se han
sometido a profundas disciplinas ascéticas y mortificaciones, y en ocasiones han
alcanzado el éxtasis), en la que buscamos purificar nuestra alma, contemplando
gracias a la acción del Espíritu Santo el entendimiento de las realidades
divinas que nos permiten profundizar en el conocer las verdades reveladas
La Iglesia en su realidad divina y humana, visible y con
elementos invisibles, con sus órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de
Jesucristo se entrega a la acción y a la contemplación, nos comunica la verdad y la gracia, en las que
avizoramos las alegrías de la salvación,
a ello nos ayudan las imágenes santas estimulándonos a que combinadas
con la Palabra demos gloria a Dios, y crezcamos en la fe. Materia sublime de
contemplación son los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, nuestra oración setorna
contemplativa cuando nos internamos en su vida para mejor conocerle, más amarle
y mejor seguirle. Santa Teresa ,
considerada maestra en oración entre muchas cosas mas hablando de contemplación
nos dice: “no es otra cosa sino tratar
de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos
ama”
MEDITACIÓN, es la
búsqueda espiritual del como y el porqué de la vida cristiana para adherirnos
al Señor. Nos ayudamos con imágenes, libros en especial los Santos Evangelios, libros y obras
literarias de espiritualidad, de los que
gracias a Dios contamos con muchos y muy apropiados, un ejemplo es el titulado
HABLAR CON DIOS del Pro. Francisco Fernández de Carvajal que se puede leer
todos los días en la página web que se titula como su obra como –“Hablar con
Dios”-- y que contiene meditaciones para cada día del año, los Salmos del
Antiguo Testamento, son también un gran libro de oraciones para meditar. Cristo Jesús es el mejor camino de nuestra
oración, procurando apropiárnoslo al meditar lo que se lee y comprendiendo su
amor hacia nosotros, por lo que su
Palabra, contenida en Los Santos Evangelios es la cumbre de lo que nos induce a
la meditación.
La meditación implica al pensamiento, a la imaginación, a la
emoción, al deseo de Dios, esto moviliza para profundizar en las convicciones
de la fe. La meditación es búsqueda orante que se confronta con la realidad de
nuestra vida, no es escapismo, va unida a nuestra vida.
Hay sentimientos que
nos hacen percibir como fracasos en la oración, siendo estos de decepción por
no ser escuchados de acuerdo a nuestros criterios humanos, debemos recordar que
los criterios divinos se ordenan a nuestra salvación, mientras los nuestros
muchas veces lo son hacia el bienestar y a los bienes materiales. Estos
sentimientos no deben de desanimar nuestra oración, ni debemos de abandonar
nuestros esfuerzos, luchando con humildad, perseverancia y confianza, venciendo
los obstáculos que se nos presentan y en la tesitura de que Dios nos quiere
salvos y lo que nos concede es porque ayuda a nuestra salvación y, lo que no, es que no coopera a ella.
ORACIÓN, la tradición
de la Iglesia nos muestra cuatro expresiones principales: la oración vocal, la
meditación, y la oración de
contemplación y la adoración. El mayor
ejemplo de la oración vocal la tenemos en el Padrenuestro, que el propio Jesús
nos enseña a través de sus apóstoles. Tienen un lugar privilegiado el Gloria,
la Ave María, el Credo, entre las
oraciones vocales. Hay además de estas infinidad que la piedad cristiana ha
ido formando a través de los siglos, y otras que se dicen en forma personal
privada, además de otras regionales que
obedecen a circunstancias especiales, Un
lugar muy especial tienen en la liturgia las oraciones cantadas, mismas que se
ejecutan de acuerdo con las diferentes circunstancias con la participación de
los fieles, o bien con coros “ad hoc”, de cada oratorio, parroquia, templo,
basílica o catedral, así como extraordinarias
composiciones que provienen de la piedad popular y de grandes maestros
de la música que han compuesto obras grandiosas
para las Misas, cantos llamados Oratorios, Aves María de gran belleza musical, entre
otros destaca el Canto Gregoriano que se trata de un canto llano que se adapta
a la letra que se decida entonar, invita a la devoción. La costumbre de tener
cantos en la liturgia proviene de antes de Cristo, pues en las sinagogas del
Antiguo Testamento se cantaba, y cantaban en sus celebraciones los primeros
cristianos, por lo que la oración cantada es antiquísima forma de comunicar a
Dios y a la Santísima Virgen nuestras alabanzas.
Nuestra oración particular NADE DE DIOS, es gracias al Espíritu Santo
que en primera instancia nos ha inspirado el orar, por tanto nuestra
oración siempre es RESPUESTA, aunque parezca iniciativa nuestra . La oración siempre es grandiosa porque viene
de Dios, que obra en nosotros ese privilegio que es el comunicarnos con Él, que
es instantáneo e inmediato. Con toda
razón se afirma que orar es hablar con Dios, es poner nuestra alma al desnudo
en su presencia, al saber que Él nos conoce perfectamente en nuestra más intima
naturaleza, que sabe cuáles son nuestras intenciones, capacidades, fortalezas y
debilidades, por lo tanto al hablar con Él debemos humildemente tratar nuestras
intenciones, pidiendo su ayuda para
realizarlas, por supuesto tratándose de las intenciones rectas, las que van
acordes con su voluntad, las que nos hacen mejores personas, las de servicio a
los demás, las que nos santifican.
Hay oraciones mentales, o habladas, personales o
comunitarias, de estas últimas el grandioso ejemplo lo es La Santa Misa, en
estas hay varias formas litúrgicas. Entre las devociones marianas vocales
destacan; el Santo Rosario, el Ángelus Dómine, el Acordaos y la Salve y varias
más. La Hora Santa es otra de las devociones que combina la oración vocal con
la meditación, en la que hay varias oraciones, particulares unas, comunitarias otras y se da en ellas la oportunidad de la adoración, que es la más alta forma de oración.
Si bien toda oración está dirigida a la Trinidad Santa, se
puede llevar a cabo a través de la intercesión, si va dirigida al Padre, con la
intercesión de Jesucristo y a éste por la de la Santísima Virgen, además, no solo buscamos intercesiones de los Santos,
sino de los Beatos, de los, o las, que tienen sus causas de santificación
introducidas en la Santa Sede, o incluso de personas que hemos conocido
personalmente o no, y de las que estamos ciertamente convencidos que se han
salvado y que pueden interceder
favorablemente por nosotros, aquí el fervor popular no tiene límites, hay quien
pide la intercesión a través de su papá o mamá, hijo, o abuela. Es muy utilizado el camino para llegar al Padre a través de su hijo Nuestro Señor Jesucristo
y para llegar a este lo es su Madre y Madre Nuestra , la Santísima Virgen,
rezamos a Dios Padre, al Espíritu Santo o a Jesús directamente o igualmente a
la Trinidad Santa.
Entre otros aspectos en la oración se dan formas como la petición, el agradecimiento,
la reparación, la alabanza, la entrega,
la simple oralidad ya sea haciéndolo en forma directa o dirigiéndonos a
Dios con alguna intercesión. La oración,
ese trato con el Señor Trino y Uno nos induce al amor de Dios, al incrementar
su trato incrementamos nuestro amor a Él, y esto alegra a nuestra alma, la
vivifica, da a nuestra humildad, base de toda oración en tanto virtud, un valor
supremo en el trato con nuestro creador, providente, que nos quiere salvos, en
este trato aprendemos a dominar nuestro orgullo falso, la soberbia, y otros
defectos que nos son atávicos. La oración debe incluir el deseo de cumplir con
la voluntad divina, de desear ser como
Dios quiere que seamos, que realicemos lo que nos corresponde con la mayor
perfección, que nos sea posible y por
amor a Él, para honrarle, darle gloria, que si bien no necesita, si merece y dándosela le rendimos nuestro
agradecimiento, le demostramos que lo que nos indica en nuestra conciencia, lo
llevamos a cabo hasta donde nos es posible humanamente, así correspondemos a su misericordia.
En la oración nos encontraremos en ocasiones con dificultades que la dificultan y que tenemos que tratar de
vencer, son en especial : las distracciones, la sequedad, las interferencias de
otros aspectos de nuestra vida ajenos a lo que nos está ocupando en esos
momentos de oración, la pereza, la desidia, ante ellos debemos de reaccionar y
rectificar encaminando nuestra oración debidamente, basándonos en nuestra fe y
mostrando nuestra fidelidad al Señor, esforzándonos, pues el rezar no es a lo
que fluya suavemente sin esfuerzo, es más válida cuando es fruto de nuestro
esfuerzo de concentración, tiempo y dedicación sistemática.
Jorge Casas y Sánchez.
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