viernes, 29 de mayo de 2015


MARAVILLA DE LA GRACIA DIVINA . 

La Gracia de Dios es un don gratuito, sobrenatural,  es un don en tanto que podemos prescindir de él y no aceptarlo, lo que sería verdadera locura, pues es la Gracia Divina la que nos salva, dicho escuetamente, SIN LA GRACIA DE JESUCRISTO NO HAY SALVACIÓN. Por lo que es importante meditar sobre esta maravilla de la Gracia de Dios. Y conviene recordar que Jesucristo vino a este mundo y se ofreció , todo Él, en la totalidad de su existencia humana, con su ejemplo, su doctrina, la Iglesia que nos  fundó  y  en  pasión  dolorosa  hasta la muerte,  derramando  por  TODOS los hombres, los que ya habían muerto, los que estaban vivos en su tiempo y los que no habíamos nacido,  hasta la última gota de su sangre divina y humana, muriendo por nosotros por el amor que nos tiene, para resucitar gloriosamente,  y ofreciendo entre otras muchas cosas maravillosas la Gracia Santificante a aquellos que la acepten.

Para los  cristianos  católicos la Gracia,  en nuestra  vida  de  fe,  juega  un papel  de primera importancia junto con la Doctrina, y  la Caridad para cumplir con la voluntad de Dios pues es precisamente la Gracia  la que nos ayuda en un vivir recto con intención de realizar lo que Dios espera de nosotros. Es por la Gracia que obtenemos las Virtudes Teologales,  que las hacemos nuestras. La vida en unión con Dios se nos dio por la Gracia desde nuestros primeros padres a quienes revistió de Gracia que ellos rechazarían al pecar contra Él. A nosotros nos la ofrece y además debemos saber obtenerla en especial a través de los Sacramentos, que son como verdaderos canales que nos la lucran en forma superabundante.

Al aceptar la Gracia de Dios, aceptamos la filiación divina, nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo para que nosotros nos podamos ir al Cielo, para ello nos dejó su vida ejemplar, fundó su Iglesia, con su Doctrina y Sacramentos, canales de gracia abundante,  nos lucró la adopción como hijos de la Trinidad Santa y nos dejó a su Madre como Madre Nuestra, “LA LLENA DE GRACIA”. Para que nosotros  fuéramos merecedores de la Gracia, sufrió su Pasión dolorosa hasta la muerte, para  que la podamos recibir nos  dejó  fundada  su  Iglesia,  instituyó  los  Sacramentos,  y así    que  podamos  recibirla renovadamente, y nos elevemos sobre el resto de la Creación, al ser templos trinitarios, por estar en Gracia de Dios, meditemos en la grandeza de ello, contemplemos la Misericordia de Dios que nos brinda semejante distinción, que nos señala: Camino Verdad y Vida, como Él mismo nos lo sentenció.

Para que la Gracia sea habitual en nosotros, es preciso que nos esforcemos, no es tarea fácil requiere de la virtud de la Caridad, para desearla, de la virtud de la Fe para obtenerla, de la Esperanza para saber que está a nuestro alcance, de  la Piedad y varias virtudes humanas como la fortaleza, la constancia, que nos permite conservarla y  ser morada digna del tesoro que es la Gracia Santificante la Iglesia nuestra maestra, al  ser  la encargada  por Jesucristo  de administrarnos  los  Sacramentos  actualiza  esa  oferta maravillosa del Salvador.

Dios nos ha creado para dos vidas, una en este cosmos, para la cual no ponemos nada de nuestra parte, la llamamos nuestra vida terrenal, y otra que se denomina Vida Eterna a la que accedemos de acuerdo a nuestros actos humanos, los buenos y las malos de nuestra vida terrenal, llevados a cabo en uso de nuestro libre albedrío, y cuya valoración ante Dios depende de dos aspectos uno el del  cumplimiento  de  los  mandatos  de  la sana  conciencia,  y  el  otro el de la obediencia de la CONCIENCIA  FORMADA  del  cristiano.  El  hombre  siempre  necesita  de  regenerarse,   de reconvertirse en el caso de los cristianos, la venida a este cosmos de nuestro Señor Jesucristo fue para lograr una verdadera reconversión de los todos los seres humanos, a la humanidad pre-cristiana le hacía falta una regeneración, pues el politeísmo y las costumbres contrarias a la moral de la conciencia de todo hombre,  lo necesitaban de urgencia, la generalidad de las naciones estaban en decadencia  y la doctrina de la incipiente Iglesia Católica vino a penetrar poco a poco las conciencias de los pueblos y comunidades a donde iba llegando, logrando conversiones que en algunos casos convirtieron en verdaderos santos a algunas y algunos. Las principales religiones europeas pre-cristianas, la de los romanos y griegos no aportaban nada bueno al espíritu del hombre, y el cristianismo colmaba de Fe, Esperanza y Caridad a las almas de todos los que estaban dispuestos a abrir su corazón a la palabra divina.

Todo lo realizado por la Divina Voluntad al mandarnos a su hijo para instaurar aquí su Reino y alejarnos de la situación generalizada en que estábamos viviendo,  por el hecho de ser algo proveniente de la Misericordia Divina y para beneficio del hombre,  enseñándolo con diáfana claridad en el camino a seguir para obtener la salvación, cuanta Gracia no derramaría sobre los apóstoles, los conversos, los discípulos, los Padres de la Iglesia, que lograron la conversión del mas grande, culto  y poderoso imperio de la tierra. Los Sacramentos que Jesucristo instituyó son, desde que existen,  canales riquísimos de Gracia Santificante, a través de ellos como los sarmientos alimentan al fruto de la vid, la Gracia alimenta la Fe, la Caridad, la Fortaleza, y demás virtudes del hombre cristiano. Los Sacramentos al ser administrados por los sacerdotes a los fieles, lo hacen como instrumentos de Jesucristo, siendo Él el que los confiere, es Jesús el que perdona los pecados, es Jesús el que se da como alimento espiritual en la Comunión, es Jesús el que bautiza y perdona el pecado original e infunde las Virtudes Teologales. Es su Gracia otorgada gratuitamente por su Divina Misericordia, a las parejas de casados por el Sacramento del matrimonio, y en forma abundante a través de sus  otros Sacramentos, de allí su gran importancia.

Es claro que antes de la venida de Jesucristo, Dios ya derramaba su Gracia sobre los hombres, basta mencionar las nobles actitudes de los justos, que siguiendo las indicaciones de los Patriarcas, Profetas, la Ley Mosaica, y sus propias conciencias, nos ofrecen ejemplares comportamientos, ahora bien,  con su venida Jesucristo quiso dejar patente la gran necesidad de la Gracia en la vida terrenal del hombre, para asegurar su otra Vida, la eterna.

Todo lo realizado por la Divina Voluntad, al mandarnos a su hijo para instaurar aquí su Reino y alejarnos de la situación generalizada que la humanidad estaba viviendo es acto misericordioso para el mayor beneficio del hombre, por encima de cualquier imaginativo, y con la diáfana claridad que  señala  al  camino  de  la  salvación,  que  nos  cambia  de  seres  terrenales  en  espirituales, sin menospreciar la tradición que procede de nuestro padre Abraham, es claro que antes de la venida de Jesucristo, la Gracia, en especial en el pueblo judío existía como Gracia Santificante y fuera de este como Gracia Actual, misma que otorga el Creador a los hombres que viven de acuerdo a los mandatos de su conciencia, aquellos con la congruencia de existencia a que hemos aludido en otras ocasiones, y que son los que le son fieles a los mandatos internos que a través de la conciencia Dios comunica a todo ser humano. Jesucristo es el gran medio por el que recibimos la Gracia , su entrega a la voluntad divina del Padre, al vivir ejemplarmente, al padecer nos ha convertido de seres terrenales en seres espirituales, si antes solo veíamos al suelo ahora vemos hacia el cielo.

Con la sola Gracia Actual, todos los hombres se pueden salvar, pero los cristianos a la Gracia Actual debemos añadir la Gracia Santifcante, siendo lo mas indicado la frecuencia en la recepción de los Sacramentos, la devota participación en la Santa Misa, las buenas  obras,  la  rectitud de intención,  la oración diaria. Y el rechazo a todo pecado incluso los veniales.

El tema de la Gracia de Dios es mucho mas amplio que esta breve meditación y a manera de conclusión meditemos los siguientes puntos:

GANAMOS La Gracia de Dios, cumpliendo cabalmente su divina voluntad.

CONSERVAMOS la Gracia de Dios, evitando pecar después de ser absueltos en el Sacramento de la Confesión

SE NOS AUMENTA la Gracia de Dios, pidiéndola fervorosamente y cultivándola, se nos aumenta su infusión por parte de Dios, evitando el conformismo y luchando, en las cosas pequeñas de todo el tiempo de nuestra vida.

PERDEMOS la Gracia de Dios, parcialmente pecando venialmente,  y si el pecado es grave, la perdemos totalmente, caso en el que es de extrema urgencia recurrir al Sacramento del perdón.

NOS RESISTIMOS a la Gracia de Dios, si no nos esforzamos en aumentarla, siendo esta Don de Dios, Él espera que en uso de nuestra libertad y con la Caridad Cristiana la procuremos.

Jorge Casas y  Sánchez.