jueves, 9 de abril de 2015

LA VIDA SIN DIOS Y EL ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE




LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTO ESPIRITUAL.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.

Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez. 


LA VIDA SIN DIOS   Y  EL  ALIMENTARSE ESPIRITUALMENTE.

Deseo comenzar esta meditación con una frase del Papa Francisco:
“”LA VIDA SIN DIOS SE REDUCE A UNA SOLA COSA-TENER.
Ante esta expresión llena  de:   sabiduría, contundencia, importancia, significación, y que nos hace notar cuan vacíos podemos llegar a estar, con una vida sin el verdadero sentido humano que esta debe tener y con tan solo la búsqueda de satisfactores materiales que no proporcionan la verdadera felicidad aunque  estemos rodeados de cosas con alto precio, de valor artístico, poseamos, poder, influencia, “amigos”, sirvientes, tecnología a nuestro servicio, dinero abundante, etc. Nuestro vacío interno, espiritual, puede ser fatal, sin proporcionarnos lo mas necesario en materia del espíritu, que es el amor a Dios y a sus criaturas precisamente por amor a Él, la enorme oportunidad que nos ha brindado en la encarnación de su Hijo, Segunda Persona de la Trinidad Santísima, a quien conocemos desde que es concebido en la Santísima Virgen, y en su infancia primera nos es presentado recién nacido, como no tener la mayor gratitud a esta muestra de amor paternal que nos da a su Hijo para que viva entre nosotros, nos deje sus maravillosas enseñanzas y su ejemplo, funde su Iglesia y sus Sacramentos así como la Jerarquía Petrina, pues si Dios ha hecho todo esto además de creado todo por amor, como es la realidad, pues no hay otra explicación de la razón de crear, manifestándose en  eso, su amor, se deduce que un amor sano, bueno abundante de la criatura humana por ese Dios Creador de todo, si así le amamos, por extensión debemos amar a sus criaturas pues Él las ama, otras actividades del espíritu son de gran importancia pero si su base de sustento no está en la relación de criatura con el creador pierden importancia, su entidad es terrenal solamente y por el contrario se subliman cuando nuestra actividad espiritual es acorde con la voluntad de Dios y su cumplimiento,  este es el tema sobre el que quiero expresar algunos puntos de meditación.
De nada nos sirve realmente lo externo (en relación a nuestro fin final, la Visión Beatífica) “el tener” si carecemos del alimento de nuestra alma o nuestro espíritu que para este caso tienen el mismo significado pues se trata de nuestra alma espiritual, alimentar el alma es darle vida, tomar en cuenta a su creador y a su destino, el alma es la expresión mas alta de nuestra libertad, libertad de pensamiento, libertad del albedrío. Vale aquí como ejemplo la anécdota de Sancho Panza cuando siendo gobernador de la Ínsula Barataria juzga y condena a una persona siendo el castigo que pretende imponerle que duerma en la cárcel esa noche, siendo la contestación del libre espíritu del reo,  “ me podrá condenar a pasar la noche en la cárcel pero en cuanto al dormir, dormiré si quiero y si no, no ”, buen ejemplo de la libertad de espíritu  en un cuerpo privado de libertad.
Las personas humanas nunca debemos dejar de considerar que somos un “compuesto” de cuerpo y alma, lo que debe ser constante, diaria, continua parte de nuestra contemplación a la que debemos de enfocar nuestras capacidades intelectuales, así como el navegante depende de sus instrumentos de navegación , en especial del compás,  nosotros debemos de dar sentido a nuestra vida con la contemplación en medio de nuestras labores diarias, y el hecho incontrovertible de nuestra relación Creador-criatura y el de que somos ese “compuesto” de cuerpo mortal material y alma espiritual inmortal, son centrales en nuestra contemplación en medio de nuestros quehaceres diarios, de nuestra vida social, familiar, profesional. Esta enseñanza de San Josemaría, es de un valor básico y que está refrendado por el Concilio Vaticano II en su documento de la “Llamada Universal a la Santidad”. No es que seamos un  equivalente a materia y espíritu, es lo que somos intrínsecamente, nuestra vida es, bien consideradas las cosas, el cuerpo vivo que somos, o que  tenemos, pues no somos nuestro cuerpo y punto, al ser el compuesto mencionado, y por ser espíritu creado específicamente por Dios y para la eternidad,  está en nosotros o mejor dicho es mi propio yo, lo mas válido es decir:  - yo soy mi espíritu y mi cuerpo -  esta es la naturaleza de la persona humana, naturaleza que se modifica con la separación del alma del cuerpo, este para los gusanos y aquella para la Vida Eterna.  Pues el cuerpo al ser materia sigue las leyes de esta y se convertirá en polvo, otra cosa de lo que fue, pero el alma en tanto espiritual sigue las leyes del espíritu, que son las de la existencia eterna. El cuerpo muere y  sigue las leyes de la materia, ya no es cuerpo humano es otras cosas, inertes, materiales, se destruye será alimento de otros seres vivos, o ceniza y humo producto de la cremación pero el espíritu permanece en la existencia, y para siempre, esa es la ley del espíritu, el destino de nuestra alma. Conviene aquí recordar el Dogma de la Resurección, se unirán nuevamente nuestro cuerpo y alma para la eternidad, pero de esto meditaremos extensamente en otra oportunidad.
Pero el hombre es insaciable por naturaleza, hasta que sus funciones se lo permiten, en la persecución de las cosas materiales, lo que está en su naturaleza, porque nos son indispensables porque ayudan a nuestras vidas, una muestra de esto lo son las catedrales, basílicas, monumentos que la humanidad va construyendo para dar recinto a sus necesidades del espíritu, lo importante de esta persecución de lo material está en su debido ordenamiento, en las finalidades que pretende. Conforme estas se van obteniendo cambian los objetivos, al declinar nuestra existencia es muy posible que se deje de pretender lo mismo o con la misma intensidad, al menos de la misma manera que durante la vida productiva y no me refiero solo a los placeres superficiales del comer, del beber, el disfrutar, (mientras se puede) de otros placeres como la sexualidad, la creatividad en sus múltiples facetas: la artística la financiera la política, la literaria, y conviene que veamos cuales constituyen  los alimentos del cuerpo solo, los del alma sola o los que pertenecen a ambos ámbitos y también cuales son ordenados, útiles y trascendentes y cuales no, los que son perjudiciales, o intrascendentes, con estos cuestionamientos estaremos buscando las verdades de nuestra existencia, independientemente de que podamos o no ser congruentes en el vivirlos cuando los identificamos como buenos y convenientes o en el evitarlos al identificarlos como malos y perjudiciales. Podemos concluir que el hombre debe buscar en lo material aquello que ayuda a su vida espiritual, es un sobrenaturalizar lo material en aras de la ayuda a nuestra vida espiritual.
De los alimentos del cuerpo me vienen dos aspectos a la mente, primero el de tantos seres humanos, que se cuentan por millones y que sufren por falta de alimento,  que están infroalimentados, que su marginación de la sociedad les impide además de comer adecuadamente, recibir educación, ropa, techo, atención médica, adecuados, gozar de las ventajas de la tecnología y producción alimentaria, lo que sigue gravitando como hipoteca social sobre todos los demás, que podemos incluso sobrealimentarnos y que gozamos de alimentos  de sobra, que en muchos aspectos que nos son superfluos mientas que otros carecen de ellos y les son necesarios. (sabido es que sin alimento mínimo, cuando se carece de él ello va en detrimento de la espiritualidad de la persona humana). De este párrafo podemos concluir que el sobrealimentarse puede ser malo para el espíritu, como es malo para éste el estar infralimentado por ser ello causa de que las funciones del alma no se puedan llevar a cabo adecuadamente, recordemos que el cerebro humano que es material no deja por ello de ser instrumento de nuestra actividad espiritual, esta necesita de las herramientas que el cerebro le proporciona, y como lo material en el hombre debe de estar adecuadamente alimentado esta condición ayuda a su vida espiritual. Veamos en esto otra de las razones humanitarias auténticas que nos lleven a colaborar dentro de nuestra capacidad personal, al alcance de la meta alimentaria necesarísima a tantos millones de nuestros congéneres.
Recordemos a Juan 6,63    “ ..el espítitu es el que da vida, la carne nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida..”
Lo anterior en relación al alimento del cuerpo, ahora consideremos aspectos de la alimentación del espíritu empezando por examinar cómo y con que estoy alimentando el  propio y examinando como puedo ayudarlo mas y mejor a alimentarse de la mejor manera posible y auxiliar a otros como acto de caridad. Este es, debe ser una de las verdaderas grandes preocupaciones de la humanidad a la que todos estamos obligados a tratar de solucionar, Se nos presentan opciones maravillosas al contemplar las ventajas de alimentar a nuestro espíritu, siendo la primera de ellas la pura y simple posibilidad de hacerlo, y es que lo hemos venido haciendo siempre, consiente o inconsientemente. La diferencia sobre la alimentación corporal es diametralmente opuesta,  pues la del espíritu al no ser materia no ocupa espacio ni está sometida a un aparato digestivo, y no la tenemos que considerar  en tres horarios al día.
Es dudosa esa afirmación de “somos lo que comemos” en cambio es absolutamente verdadero que   “”somos lo que pensamos, si lo llevamos a cabo””, acción ésta, de difícil logro, en especial si se tiene bien formada la conciencia, pues es  del dominio público  que: en el ser, así o asá, que lo bueno, lo recto, lo justo, en nuestro fuero interno, nunca es de fácil logro es resultado de lucha interior, de renuncia de aplicación, de acciones a veces a contracorriente que nos cuestan pero que al considerarlas buenas, las llevamos a cabo y ello necesita de un espíritu fuerte, capaz, formado debidamente e informado, y llevarlo a cabo debe ser meta de toda persona de bien; pudiendo deducir que se necesitan una serie de virtudes para ello., empezando por la fortaleza, la constancia, la justicia, la bondad, la disciplina, la rectitud de intención, el deseo de colaborar con el Bien Común, el problema que se quiere plantear es el como lograr estas virtudes en nuestro espíritu, para lo cual tomaremos las aseveraciones  que se relacionan, una del Evangelio de San Juan, que ya hemos comentado antes, y que es palabra de Jesucristo, otra la famosísima de San Agustín: “ Nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.  En esta vemos a un alma inquieta que a lo largo de muchos años  busca con gran intensidad la verdad que no encuentra hasta que, al conocer a Dios la obtiene y su espíritu hambriento se empieza a alimentar con su relación con Dios, y se convierte nada menos que en un gran teólogo y doctor de la Iglesia.

Si el gran alimento de nuestra alma lo encontramos en nuestra relación con Dios, la oración meditativa que es el hablar con Dios, el acercarnos a Jesucristo y a su Santa Madre, Madre Nuestra, que por Él nos fue dada, el comunicarnos con Él es la manera de tener a nuestro espíritu alimentado de la mejor manera, pues en esa relación con Dios encontraremos no solo el sentido de nuestra vida, sino el como vivir coherentemente con la voluntad de Dios, trino y uno, justo en donde estamos, donde y con quien vivimos, haciendo lo que nos corresponde y de la manera que nuestro más íntimo sentir, que es el que nos inspira el Espíritu Santo. En otras palabras se trata de identificar en nuestro trato frecuente e íntimo con el Señor, a través de nuestra conciencia, cual es su voluntad, como y que es lo que nos corresponde llevar a cabo, en las diferentes facetas de nuestra vida, la familiar, la religiosa, la profesional, la social, etc.
Es tal la riqueza que proporciona la vida espiritual en comunión con Jesucristo que veremos sublimadas en nuestra vida todas nuestras actividades, el trabajo, los quehaceres, el tiempo de descanso, de diversión de deporte además de estarles dando en cuanto llevadas a cabo por amor a Dios y de acuerdo a su voluntad, expresada en nuestra conciencia, un “plus” . un añadido valiosísimo el “VALOR SOBRENATURAL.” Evitemos lo que nos lleva a una vida vacía que solo busque el “tener” y que nuestra pretensión sea para nosotros y para los demás una vida plena, que no carezca de los alimentos del espíritu y del cuerpo.
Jorge Casas y Sánchez.vv