martes, 2 de diciembre de 2014


BREVE CURSO DE FILOSOFÍA CRISTIANA. –XXV-

ALGUNOS ASPECTOS DE LA LIBERTAD.

 

Nuestra libertad es un acto, una prueba,  otra característica,  de la  espiritualidad de la persona humana y se relaciona con nuestra voluntad, siendo en unos aspectos exterior y sujeta a condicionamientos, y en otros interior e inalienable. Si tomamos para entender el aspecto exterior de nuestra libertad el ejemplo del hombre encarcelado, lo vemos privado de su libertad física, material, pues no puede desplazarse fuera de ciertas partes del penal en el que se encuentra recluido.  Pero en cuanto a su libertad interior, para entenderla mejor recurramos a la definición que de esta nos da Santo Tomás de Aquino, él  la define así: “la propiedad de la voluntad humana por la cual el hombre se determina a sí mismo en sus actos hacia su fin”

Es necesario que entendamos que la libertad es algo muy limitado, la libertad absoluta es solo propiedad divina, el ser humano siempre está limitado en lo que a obtener  lo que desea, se refiere,  si bien su voluntad quiere algo es porque su inteligencia se lo ha “presentado” a la voluntad y esta decide si lo quiere o no lo quiere,  en esto consiste el que el hombre, en uso de su libertad se ordene a si mismo, contrariamente a las otras criaturas que tienen un orden hacia su fin, en cuanto criaturas puramente materiales y carentes de espiritualidad. Estas criaturas no son por tanto capaces de progreso real en el sentido de escoger otras alternativas, en cambio el hombre al determinarse a sí mismo escoge las alternativas que preveé y así cambia para progresar o para deteriorarse, pero siempre determinándose a sí mismo, es un poder de elección propio de su espiritualidad. Esto echa abajo la teoría del determinismo, que es propia de las otras criaturas, a las otras se les puede considerar modelos de ciertas características que no cambian, que fatalmente deben de ser seguidas en su devenir, en cambio el hombre por no ser un modelo preciso, concreto se mueve en su entorno acorde con las posibilidades que le otorga su condición, y lo hace persiguiendo el bien que identifica aunque no identifique siempre bien, pues en uso de su libertad puede confundir el bien con algo que no lo es, sino que es un mal, que equivocadamente escoge para si como algo que le conviene. Lo que se da en el caso de los seres humanos , es que  en uso de su libertad la voluntad escoge lo que ha identificado como un bien en las  circunstancias en que se encuentre.

A la libre voluntad humana se le puede atraer, es el caso por ejemplo de la publicidad comercial o política, ambos casos son sobresalientes por los enormes recursos que se invierten en ambas actividades, mas no se le puede determinar, por mucho que se anuncie un cierto producto accesible, lo adquirirá la persona si así lo decide internamente en uso de su libertad, y lo mismo se puede decir del voto, se me podrá exigir externamente el votar en cierto sentido, mas internamente el hombre decide cual será su voto, a esta actitud se la conoce como la autodeterminación.

El hombre en su autodeterminación se puede ver mas inclinado así o asá, para lo cual hace uso de la información intelectual que a la voluntad , que es ciega,  le es presentada por el intelecto.

El hombre por tanto debe usar de su libertad, pero no abusar de ella, se indispone en contra de la sociedad en que vive quien comete actos ilícitos , y se indispone contra Dios el que comete aquellos que son pecaminosos, en ambos casos en abuso de su libertad. En esencia el ser humano debe de usar su libertad en persecución de los verdaderos bienes, que son aquellos que están encaminados al Bien Común del que somos partícipes en lo personal y por supuesto al Bien Supremo que es aquello de lo que tendremos que dar cuentas a nuestro Señor Jesucristo .En ello debe consistir el uso de la libertad ya que a la sociedad también el abuso de ella es prohibitivo,, tomemos el caso de quien toma para si lo ajeno, la vida o bienes en ambos casos uno gravísimo y el otro circunstancial, pero ambos  sujetos a castigo por las leyes humanas.

El ámbito en que vivimos y ejercemos nuestra voluntad tiene restricciones, si bien somos libres de cometer ilícitos morales o materiales, la tendencia generalizada es la de restringirnos y actuar acordes con los mandamientos de Dios y las obligaciones legales de la sociedad, ¿es esto restricción de la libertad?, la respuesta acertada es no, y la razón es que libremente aceptamos el vivir acordes con las reglas, ya sean las divinas o las humanas porque las consideramos tendientes a la consecución de bienes y estos siempre son arduos de conseguir, por tanto es libertad la que usamos al plegarnos a la búsqueda de la santidad, del amor y respeto al prójimo y lo es también por ejemplo el aceptar obedecer las leyes del tránsito vehicular, circulando no a nuestro antojo sino respetando a los demás al cumplir el reglamento. Dios creó al hombre para ser gregario y ello conlleva  el uso de la libertad responsable, este binomio de LIBERTAD Y RESPONSABIIDAD es inseparable, todo uso de nuestra libertad implica algo que debe ser respetado.

Como vemos el ámbito de la libertad implica que libremente debemos de rechazar el mal, no es restrictivo de la libertad el verse obligado a dejar de hacer cosas, que aparente nos convienen y perdemos la libertad por no poderlas realizar “libremente” porque alguien dice que está prohibido, mas bien debemos de entender que la libertad se puede pervertir, que  su creatividad se encuentra en el espacio del bien, y que si se transgrede este,  se trata de libertinaje que no de libertad. Por libertinaje debemos de entender el hacer lo que a uno le da la gana, no lo que libre y  responsablemente se debe ejercer, aquí conviene aclarar que la libertad no es algo que se entrega, sino que se lleva a cabo, se ejerce, como por ejemplo en el matrimonio que es el núcleo de la célula de la sociedad que es la familia , el cónyuge no le entrega al otro su libertad sino que en base al amor que les une se entrega a si mismo y dentro de esta entrega ejerce su libertad amando y siendo amado , ejercicio del amor que consiste en procurar la felicidad del ser amado, encontrando en ello la propia felicidad, el desarrollo sano de la familia y la mas exelente colaboración al Bien Común, pues la sociedad adquiere su calidad de las familias, si estas van bien , la sociedad va bien y viceversa.

En los tiempos actuales en que las problemáticas  moral  y económica nos afectan a todos los ciudadanos, debemos de reaccionar, buscar verdaderas soluciones,  nos es necesario dentro de la  sociedad encontrarlas,  que  las personas en general sepamos encontrar primero la verdadera paz y después la alegría de la  vida  personal, y ésta definitivamente  se da cuando van de la mano paz y libertad con el amor a Dios, la criatura humana que se realiza adquiriendo la virtud de la humildad, que establece en su talante la gran diferencia que existe entre el Creador y la criatura, se compromete libremente en su destino formándose como mejor cristiano, no para cambiar su vida sino para, en ejercicio de su libertad,  saberla vivir mejor, sin olvidar la consideración de que el hombre es falible, capaz de comprometerse y en ocasiones cumplir a rajatabla sus compromisos en grados heroicos en busca del fin final que es la visión beatífica en la vida que trasciende a la actual,  pero en ocasiones fallamos, y aquí lo que se da es la capacidad de levantarse, tomar nuevos bríos y recomenzar, y tantas veces como caigamos , en uso de nuestra libertad reanudaremos nuestro cometido

 

Lo anterior nos enseña que dado que el ámbito de la libertad está en el bien, y el mayor de los bienes está en el cumplir con la Voluntad de Dios, el mas libre es el que libremente cumple con la Voluntad Divina y además es el más feliz porque refiere todas sus elecciones al fin último que su fe le señala con diáfana claridad, a lo que trata de acceder libremente, voluntariamente hasta donde sus capacidades humanas  se lo permiten en todas las acciones de su existencia.  Se trata de la congruencia de acción con pensamiento, de poner el mayor orden posible a lo que hacemos, en el como lo hacemos,  y para que.  Es el domeñar a las inclinaciones volitivas no acordes con la conciencia bien formada, o sea inclinadas al mal, y sublimar las inclinaciones superiores que apuntan al fin final. Lo contrario consiste en la confusión del orden en cuanto al bien, cuando se quiere un bien desordenadamente lo que pretende es un mal, por la falta del orden debido, el bien así se rompe dándose su contrario,  aquí vemos que el hombre no tiende al mal sino en todo caso al bien desordenado  que no es un mal en tanto mal sino un bien roto por confundir su debido ordenamiento, así el vengativo quiere la muerte de su odiado porque hay desorden en creer que matarle es un bien cuando es de tal manera un desorden que producirá mas desórdenes y mas males, no se puede combatir al mal con más mal.  Por el contrario el bien del amor al prójimo, por ejemplo el del perdón,  puede conducir a un orden que  soluciona en vez de empeorar una situación.

De lo que nos debemos cuidar es del equívoco del  “yo uso mi libertad de católico para…” no, no podemos darnos a nosotros mismos criterios propios en materia de formación, sino que en uso de nuestra mas íntima libertad aceptamos la Doctrina de Cristo y tratamos de seguirla de la manera mejor que nos es posible. LA DISCIPLINA, EL ORDEN, LA AUTORIDAD QUE ACEPTAMOS LA AUTOIMPOSICIÓN DE DEBERES, no atentan contra la libertad, sino que es la libre aceptación del binomio  libertad – responsabilidad, de donde por ejemplo,  defender la disciplina es acto de la libertad.

El ejercicio de la libertad interior es a través de nuestra conciencia, y si esta está mas o menos bien  formada cristianamente, lo que se logra gracias a la fe,   esteremos gozando de una sana libertad interior nos podremos defender de las influencias perversas del hedonismo, del materialismo,  de todos los distractores que ofrece la vida tecnificada actual., y de las tendencias equivocadas del liberalismo a ultranza así como de las promesas del paraíso terrenal del socialismo desordenado.

El número 33 del Catecismo de la Iglesia Católica dice así: “El hombre : Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia su alma, no puede tener origen mas que en Dios”

Jorge Casas y Sánchez..