jueves, 14 de agosto de 2014

ELESPÍRITU SANTO TERCERA PERSONA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


EL ESPÍRITU SANTO, TERCERA PERSONA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

San Josemaría, decía del Espíritu Santo que era EL GRAN DECONOCIDO, desde luego que el uso de esta frase, entre otras de sus sabias enseñanzas, ha logrado que sea más amplio el conocimiento de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, de su maravillosa  e importantísima misión en la Economía de la Salvación, debido al interés que el uso de la frase ha despertado en el interés de conocer mejor a la tercera persona de la Trinidad Santa.

En el Génesis  se le menciona como el Espíritu de Dios que sobrevuela en el principio de la Creación y las Escrituras nos enseñan que es coeterno con las otras dos personas de la Trinidad, al proceder de la relación del Padre y el Hijo, mas adelante se hace una breve explicación sobre el uso de esta palabra y otras que, en el lenguaje filosófico, tienen significados diferentes al cotidiano nuestro.

 La Tradición Cristiana llama   “atribuciones”   a las grandes obras de Dios trino y uno, otorgándoles a manera de distinción a las tres personas de esa única naturaleza divina que es Dios. Al Padre (primera persona) se le atribuye la Creación, al Hijo (segunda persona) se le atribuye la Redención, y al Espíritu Santo (tercera persona) la Santificación. Todos los católicos basamos nuestras más íntimas convicciones en esta trinidad de personas en una sola naturaleza divina, utilizando el significado de las palabras “persona” y “naturaleza” en el sentido del  lenguaje de la Filosofía. 

(NOTA, en forma reiterada se ha consultado el CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA para hacer las afirmaciones contenidas en este artículo), En el primero de los Sacramentos, el Bautismo, tenemos nuestra primera profesión de Fe, el Bautismo es símbolo de la Fe  ante todo. El símbolo bautismal  en donde se articulan la tres personas de la Trinidad Santa,   posteriormente reafirmamos nuestra Fe trinitaria al recibir el Sacramento de la Confirmación, por lo que se puede afirmar que nuestra Fe se sustenta en el misterio trinitario.   Desde los más remotos tiempos de la cristiandad la mención de las Tres Personas se usa en la fórmula del Bautismo. 

En los primeros años de la cristiandad, además del Bautismo,  se otorgaba, para que  recibieran al Espíritu Santo, a aquellos que no lo habían recibido, un ritual en el que mediante la acción de poner las manos sobre la cabeza del que lo recibe, se recibía al Espíritu Santo.

La Resurección de Jesucristo se da por la acción del Espíritu Santo que vivifica la humanidad muerta de Jesucristo y que vuelve a la vida en ESTADO DE GLORIA. La maternidad divina de María “La Madre de Jesús”  se da por el deseo del Padre, por obra del Espíritu Santo, siendo Jesús verdadero Dios y verdadero hombre. A la formulación del DOGMA trinitario se recurre al lenguaje filosófico, en este caso a las palabras: hipóstasis, substancia, relación, y persona, además de otras. La que aplica es hipóstasis, (persona en griego) palabra que la Iglesia utiliza para designar   las personas de la Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, en su distinción particular de cada persona del único Dios. Substancia hace referencia a naturaleza o esencia. En cuanto a Cristo en Él hay una sola persona de las tres de la Trinidad,  el Hijo,  y en Él se dan dos naturalezas, la divina y la humana lo que se conoce como la UNIÓN HIPOSTÁTICA, señalando la unión en una sola “Persona”. El término “relación” se toma en dos acepciones, propias de la Trinidad, las que son:  identidad y comunicación.

La expresión: “Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”  hace referencia  a la misión del Espíritu Santo  que es enviado por el Padre en nombre del Hijo, lo que nos revela que Él es junto con ellos el mismo Dios único, ya que la Encarnación revela que Dios es el Padre Eterno y que el Hijo le es consubstancial. De allí que somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, por las tres personas divinas en esta vida y en la Vida Eterna. Las tres personas de la Trinidad son inseparables en su ser y en su obrar, siendo sus misiones específicas,

“”EN EL PRINCIPIO EXISTÍA EL VERBO….Y EL VERBO ERA DIOS…..TODO FUE HECHO POR ÉL Y SIN ÉL NADA HA SIDO HECHO”” Jn 1, 1-3.  En la Santísima Virgen, Madre de Jesús, y por tanto Madre de Dios, en el FIAT, el Espíritu Santo obra para su concepción y Jesucristo es el Verbo hecho carne. Dios ha creado el universo y lo mantiene en existencia por su Verbo.

En el Apocalipsis de San Juan, hay un bellísimo simbolismo que nos muestra al Espíritu Santo: “….un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el trono ( Ap 4, 2) el Señor Dios, luego revela al Cordero inmolado y de pie, por último revela: … rio de Vida que brota del trono de Dios y del Cordero”, lo que coincide con la voluntad del Padre que nos da a su Hijo y al Espíritu Santo para la salvación del mundo,  es misión de este el inspirar a su Iglesia, para que esta no caiga en error, para que su Magisterio conserve el Depósito de la Fe intacto y la interprete en relación a los signos de los tiempos, para inspirar a los Papas en sus enseñanzas doctrinales y sea lo que nos expresan ex catedra acorde a la más pura doctrina. Por lo que la gracia del Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, nos ayuda a ser justos y vivir los Sacramentos.                      

 A manera de anécdota por ser  muy interesante me permito incluir la mención que en la ceremonia  llevada a cabo en la bellísima catedral, obra maestra del estilo románico en Santiago de Compostela, España, ( que es uno de los tres más importantes lugares de  peregrinación cristiana después de Roma y Tierra Santa), pronunció en su homilía de la Santa Misa, de la ordenación episcopal de Don José Rodriguez Carballo, el Cardenal Tarcisio Bertone.

…..“”Al Espíritu le pedimos para el nuevo Arzobispo el don de sabiduría, para discernir lo que viene de Dios y lo que le es contrario; el don de entendimiento, para que sepa interpretar los signos de los tiempos y encuentre la respuesta evangélica adecuada para ellos; el don de consejo, para que hable siempre desde Dios, y desde Él pueda decir una palabra de esperanza a los hombres y mujeres de hoy; el don de fortaleza, para que sea testigo de Cristo y de su Evangelio con fidelidad y entrega total durante toda su vida; el don de ciencia, para que penetre en los secretos del Señor y sepa comunicarlos con sencillez y profundidad; el don de temor, para que se aleje siempre de cuanto vaya contra la voluntad del Señor; el don de piedad, para que mantenga siempre en su vida una relación filial y confiada con Dios, el Padre de las misericordias.””….

 

La VIDA MORAL DE LOS CRISTIANOS, está sostenida por los DONES DEL ESPÍRITU SANTO, tradicionalmente se describen de esta manera:           

DON DE SABIDURÍA :Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas, en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones.

DON DE INTELIGENCIA:  Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe.

DON DE CONSEJO:  Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.

DON DE FORTALEZA:  Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios.

DON DE CIENCIA:  Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él.

DON DE PIEDAD:  Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.

DON DE TEMOR DE DIOS:  Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.

 

A lo que podemos añadir:  uno es Dios Padre de quien proceden todas las cosas, uno solo el SEÑOJESUCRISTO por el cual son todas las cosas y uno el ESPÍRITU SANTO en quien son todas las cosas. Son las misiones de las tres  personas las que manifiestan sus “propiedades” o sea la Providencia Divina al PADRE, la Encarnación y Redención al HIJO y la Salvación al ESPIRITU de Dios, estas misiones, dada la Creación, la traición de Lucifer y sus seguidores, con la historia de la primera pareja humana, de la que venimos todos los humanos, ambos el Diablo y el Primer Hombre cometiendo actos que, se llevaron a cabo en uso de la libertad que Dios nos otorga tanto en la naturaleza angelical como en la humana, ofendiendo a Dios, han dado lugar en la historia de los hombres a acciones cuya realización nos ha afectado tanto.

Las misiones de Jesucristo y del Espíritu Santo son fruto del amor perfecto del Padre por la humanidad;  Él  quiere,  dado su amor por las criaturas más excelsas de su creación,  que nos salvemos, que esa Vida Eterna que nos tiene preparada la gocemos para siempre después de que hayamos cumplido con la vida en este planeta, en la que estamos sin habérnoslo propuesto, pero Él nos ofrece otra Vida y el alcanzarla es algo que si nos podemos proponer. Es mas, nada hay más importante que nos lo propongamos y que trabajemos en ello para lograr el propósito. Su amor por nosotros ha llagado al grado que nos ha mandado a su hijo unigénito para que nos deja fundada su Iglesia, clara su Doctrina, preparados sus apóstoles, como primer MAGISTERIO DE LA IGLESIA, y nos lucre la redención con su dolorosa PASIÓN, MUERTE Y RESURECCIÓN, y está JESURISTO  después de su regreso en cuerpo y alma intercediendo por nosotros en el Cielo, y nos manda al Espíritu Santo en su múltiple y grandiosa misión .

Es por la Fe, virtud teologal que nos infunde el Espíritu Santo en el Bautismo, que nos es renovada en la Confirmación y que la tenemos, aunque a veces parezca estar dormida en nosotros por ello  es indispensable rezar porque esta se nos aumente,  por la Fe es que estamos en posibilidad de intuir a Dios, de creer en El y de creerle a Él, lo que nos ha dicho y revelado porque Él es la verdad misma. Vivimos por la Fe, la Fe actúa por la Caridad otra virtud teologal que el Espíritu Santo nos ha infundido y conserva en nosotros, como también la Esperanza que se nos ha infundido y que nos impulsa a conocer y cumplir la voluntad de Dios, lo que nos lucra la salvación. Aquí vemos la acción divina, en su amor por el hombre,  que a través de su Santa Iglesia  nos propone, y en ella como sus miembros, nos debemos esforzar en conocer y cumplir.

Para terminar esta meditación nos falta señalar los FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO los cuales son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la Vida Eterna, la Tradición nomina doce: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad. Agradezcamos  a la Santísima Trinidad todo esto y con la ayuda de la Santísima Virgen tratemos de responder como es debido.

Jorge Casas y Sánchez.